Tras una primera fase de transformación de su matriz eléctrica enfocada en abastecer el mercado interno, Uruguay transita su segunda transformación dirigida básicamente hacia la exportación de energía. Sin embargo, los costos adicionales que genera en UTE, y la poca e inestable demanda internacional generan dudas sobre el camino trazado.
La agenda global actual que llevan adelante las potencias occidentales pretende limitar el calentamiento global, que hoy se encuentra en 1,2 grados, a 1,5. Para ello se viene desarrollando un plan para bajar la demanda mundial de carbón, petróleo y gas natural, que ha tenido mayor impulso desde la guerra en el este de Europa. En ese contexto, Uruguay, por disponibilidad de algunos recursos naturales como agua, viento y sol, tiene la posibilidad de convertirse en un exportador de commodities energéticos renovables.
Pero el director de UTE por Cabildo Abierto, Pées Boz matiza esta posibilidad por dos motivos fundamentales. En primer lugar expuso que el camino tomado se trata de un “gran negocio” desde el punto de vista del sector privado, ya que se aseguraron precios muy redituables. “Y lo hacen transfiriendo riesgos del mercado a UTE, que queda contractualmente obligada a comprar por dos o tres décadas la energía que produzcan”, agregó.
En ese sentido la población uruguaya no se está beneficiando de la transformación energética. Pero, además, tampoco existe una posibilidad real hasta el momento de que Uruguay se convierta en exportador de energía, ya que según, el director de UTE en los últimos cuatro años quedó demostrado que las grandes exportaciones son como “un cisne negro”. Indicando que en un año pueden exportar 55 millones de dólares en energía, y en otro, 503 millones de dólares, es decir, diez veces más que el otro año. “Estos indicadores demuestran que, en primer lugar, UTE tienen una capacidad instalada para abastecer a todo el mercado local y exportar quinientos millones de dólares, pero si el año pasado solo exportó veintiún millones, quiere decir que hay unos 480 millones de dólares excedentes de una capacidad instalada de producción que está sobredimensionada y solo se aprovecha cada vez que hay un “cisne negro” y ese sobre costo lo pagan todos los uruguayos”.
Según, Marcelo Mula, presidente de la Asociación Uruguaya de Energías Renovables (Auder) en diálogo con La Mañana: “En Uruguay más del 95 por ciento del suministro de la energía eléctrica es de origen renovable y UTE pasó a ser la principal empresa exportadora del país”, dijo. En comparación, señala que, a nivel mundial, de 2011 a 2021 la transición energética por energía renovable pasó de un 20,4 por ciento a un 28,3”.
Auder agrupa y promueve proyectos de energía renovable como fuente de recursos naturales y está conformado por todos los actores que brindan servicios en la cadena de valor de un proyecto de energía. En la asociación se trabaja en mesas focalizadas en energía solar fotovoltaica, vehículos eléctricos, energía eólica, hidrógeno verde, blockchain y almacenamiento, además de una mesa de diálogo para la generación de energía distribuida.
El ánimo de los socios, según el presidente de Auder, se divide en dos grupos: “Están aquellos que están pensando en los megaproyectos, como hidrógeno verde, que invirtieron horas y dinero en la fase de desarrollo; y el segundo grupo, abocado a la tradicional generación distribuida y empresas más chicas, que desde 2017 ven el mercado planchado en cuanto obras reales”. Y señala: “Mientras que en el primer grupo están más optimistas y motivados; en el segundo, muchas empresas se fueron a trabajar al exterior o se achicaron”. La expectativa para este último grupo es la reactivación de los proyectos de energía renovable, ya sea a través de licitaciones con UTE o a través de alguna promoción para las industrias.
Hoy, Uruguay está transitando su segunda transformación hacia la descarbonización de la economía. Reflexionando en términos de porcentajes, Mula explica: “El 65 por ciento es de origen renovable, lo que representa estar entre los países con mayor porcentaje; un treinta por ciento es de energía eléctrica, pero tenemos mucha biomasa, que es el otro treinta o 35 por ciento, y nos queda un porcentaje similar por descarbonizar, asociado justamente al transporte de algún uso industrial”.
El cambio surgió con el acuerdo marco multipartidario firmado en 2010, que se constituyó como el primer paso para dar lugar a la transformación de la matriz eléctrica de origen autóctono y renovable. Marcelo Mula explica que dicha matriz se basaba en el suministro de energía de UTE y del Estado a los hogares y a las industrias. La primera transformación concluyó en el año 2017.
Segunda transformación
La segunda transformación hacia la economía descarbonizada se presenta con desafíos en cuanto a la implementación real de proyectos, de reglamentación y promoción. Así lo cuenta el presidente de Auder que de algún modo está posicionado en la vereda opuesta a Pées Boz, “Diría que Uruguay está un poco en él debe, así como hicimos muy bien los deberes de la matriz eléctrica para abastecer a UTE de energía renovable con contratos. Se trataba de contratos que se firmaron entre privados y UTE para venderle energía a UTE, que también invirtió en un parque eólico. Esto fue hasta el año 2017, desde de esa fecha hasta ahora no se instaló más nada de energía renovable en Uruguay de gran escala”. Mula añade que el uso industrial de la energía renovable tampoco ha sido promovido, “ni estamos en una buena posición comparada con otros países de América Latina. En algún momento hubo alguna promoción fuerte por el lado fiscal, pero eso ya hace dos años que se restringió mucho. En cuanto a la normativa, tampoco se aplica en Uruguay desde 2010”.
Actualmente se observa dinamismo en los proyectos vinculados a vehículos eléctricos e hidrógeno verde. En cuanto a la movilidad eléctrica, en Uruguay la incorporación de vehículos eléctricos ha crecido de manera sostenida y se duplica año a año. Aunque el mercado es chico –en comparación con el resto de la energía renovable–, está compuesto por los importadores de vehículos e instaladores de cargadores, según lo conversado con Marcelo Mula.
Los pasos que se esperan en el sector son las regulaciones y la transformación en el transporte público. Mula apunta al transporte de carga pesada, específicamente a los camiones asociados al movimiento de madera, como en UPM, donde actualmente hay un par de proyectos que tratan de avanzar hacia un piloto con hidrógeno, es decir, mover camiones con hidrógeno. Uno de los dos proyectos ya fue financiado por el gobierno y adjudicado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. Agrega: “Después, tiene que haber una red pública que funcione de forma coordinada. Cuando digo pública digo en vía pública, puede ser de empresas privadas o de UTE. De hecho, se anunció que una empresa se va a instalar y poner cargadores en vía pública, una gran cantidad, aparte de los que ya están de UTE. A esto estamos prestando atención”.
En cuanto a los proyectos de hidrógeno verde, oficialmente hay cuatro que se han presentado al Ministerio de Ambiente para la realización de la viabilidad ambiental. “Uno es el que está en Paysandú, el de la empresa HIF, que es un proyecto muy grande, de una escala grande y con permiso de inversión de seis mil millones de dólares. Después, uno en Tambores, en el centro del país, que es un proyecto más chico, de un orden menor y dos proyectos para fabricar en Uruguay combustibles sintéticos. El primero es de un grupo internacional”, señala Mula, quien cree que lo que falta para el cierre de los proyectos son los contratos de compra definitivos, ya que, según observa, el mercado todavía está inmaduro a nivel mundial.
Obstáculos y desafíos
El sector enfrenta dos obstáculos y desafíos principales. Por un lado, el incentivo real del consumo a través de normativas y promociones para las industrias y por el otro, la demanda real de los mercados internacionales. Con respecto a esta última, desde Auder señalan que en Uruguay se está mirando a los mercados europeos y americanos, siendo todos los proyectos dirigidos a la exportación de derivados de hidrógeno que requieren ser más renovables que los actuales.
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