Desde muy joven, la historia de trabajo, disciplina y superación de José Álvez fue acompañada por las experiencias de servicio en el Ejército Nacional, donde encontró su verdadera vocación y una “escuela de vida”. Participó de 17 períodos de misión, representando a nuestro país ante las Naciones Unidas. Luego de retirarse, incursionó en la militancia política como forma de aprovechar el “bagaje” adquirido.
José Álvez nació en Artigas en 1962. Creció en una familia numerosa, cerca de la frontera. A los 14 años tomó conciencia de que si se quedaba en el pueblo su vida podría tomar un rumbo incierto. A su corta edad se dio cuenta de que no quería convertirse en una carga para sus padres, por lo que decidió abandonar su hogar para trabajar en el campo. Cuenta que la decisión no fue fácil, ya que debía “hipotecar” sus estudios, pero hasta hoy no se arrepiente de haberla tomado. Con el apoyo de su madre y la ayuda de su hermano mayor, que trabajaba en una estancia, José partió hacia un nuevo comienzo.
En la estancia trabajó durante casi cinco años. Comenzó realizando tareas domésticas y encargándose del mantenimiento de los alojamientos. “Me levantaba más o menos a las 3 de la mañana para que me diera el día, porque yo siempre quería progresar”, recordó. Un día escuchó en el informativo de la radio que se estaban reclutando soldados para ingresar en unidades militares de Montevideo. Deseoso de explorar nuevas experiencias y consciente de que el trabajo en la estancia no era su vocación, decidió aventurarse a viajar a la capital. Al llegar, ingresó al Ejército sin tener una idea clara de lo que significaba ser soldado, pero pronto se sintió atraído por este camino. Al llegar al Batallón de Infantería Mecanizado N.º 15 y ver a un sargento primero comandar una formación, quedó impresionado por su presencia y liderazgo, y de inmediato lo supo: “Quiero ser como él”, se dijo.
Y así fue, un día volvió a su unidad para hacerse cargo de la sección donde empezó como soldado. “Llegué a ser como el que me propuse cuando ingresé. Hasta ahora nos comunicamos y yo le digo ‘mi sargento’, él fue mi espejo siempre”.
José sirvió a su patria por 35 años, 9 meses y 27 días. Fue ascendiendo en su carrera militar hasta el grado de suboficial mayor, enfrentando desafíos de todo tipo y adquiriendo poco a poco más responsabilidades de conducción. “Nací para ser militar –dijo–, lo descubrí cuando me puse el uniforme”. Su pasión por el Ejército lo llevó a realizar cursos especializados en tiro, educación física y otras áreas donde se destacó. Hizo el curso Comando de Fuerzas Especiales y fue designado instructor de tiro y monitor de educación física, gracias a su capacidad, tenacidad y dedicación. “No sé si fui bueno o no –reflexionó con humildad–, pero me sentí orgulloso de lo que hacía”.
En 1992, José formó parte de la avanzada de Uruguay en la misión de ONU en Camboya. Al llegar relevó a la Legión Francesa con su compañía y permaneció 14 meses en la selva camboyana, donde realizó 43 operaciones como jefe de patrulla. Relató que lo más duro que le tocó vivir fue sentarse a comer y ver a los niños locales que lo miraban. “Eso es lo más difícil para cualquier uruguayo. Estás comiendo y enfrente tienes veinte niños observándote”.
Al regresar a Uruguay volvió a su pueblo y le reformó la casa a su madre con el dinero que había hecho en el exterior y comenzó a construirse la propia en el Cerro, donde vive desde hace 27 años con su esposa, a quien reconoce su apoyo incondicional: “Mi mujer vale oro para mí, hasta ahora me banca”. Tiempo después participó en las misiones del Congo y Haití, contribuyendo con su experiencia y habilidades a la paz y estabilidad de estas naciones. En total completó 17 períodos de misión, representando a nuestro Ejército y país ante las Naciones Unidas.
A lo largo de su vida, José demostró una dedicación inquebrantable a su trabajo y un firme compromiso a los valores que le inculcó el Ejército: “Disciplina, liderazgo, honestidad y compañerismo”, los que transmitió a sus tres hijas, dos de las cuales siguieron sus pasos en las Fuerzas Armadas. Para José, “el Ejército fue una escuela de vida”.
Hoy, José Álvez, ya retirado del Ejército, cuenta que la felicidad para él es almorzar en familia los domingos junto a sus tres hijas y cuatro nietas. Su consejo para los jóvenes que están buscando hacerse un camino en la vida es indagar en su interior y preguntarse qué es lo que quieren. “Yo me lo pregunté con 14 años y dije que no quería causar un problema en mi casa y tomé una decisión”.
Una nueva forma de servir
A sus 58 años José encontró una nueva forma de servir a su país a través de la militancia en Cabildo Abierto. Desde el 2019 forma parte de la agrupación Revolución Oriental. Compartió que incursionó en la política casi por accidente, cuando poco después de retirarse, su antiguo comandante, el general Guido Manini Ríos, visitó su barrio. “Una tarde, estaba en mi casa tomando mate cuando mi señora me dice: ‘¡Mirá quién viene a la vuelta de casa, viene Manini!’. Fue a reunirse con la gente del barrio y nos acercamos a saludarlo. Desde ahí me enganché, como ya estaba retirado tenía más tiempo y quería aprovechar todo ese bagaje de conocimiento y experiencia”.
Para José, “Cabildo, a pesar de su juventud, ha marcado un norte para Uruguay a través de la figura de Manini, quien transmite seguridad, confianza y claridad en las cosas que dice. Yo creo que nuestro país está precisando gente que realmente tome decisiones, porque veo que hay mucha tibieza”.
Según entiende, la seguridad es la principal prioridad en el país, destacando la necesidad de mejorar la organización y dirección de los ministerios de Defensa e Interior. También señala problemas en educación, lamentando la pérdida de valores y critica la duplicación de funciones entre los ministerios de Cultura y Salud con la Intendencia de Montevideo, “esto genera falta de autoridad y confusión en la toma de decisiones”.
Consultado sobre las necesidades de las Fuerzas Armadas, dijo que necesitan más equipamiento, pero por sobre todo tratar de integrarlas a la sociedad. “Somos todos uruguayos acá y pareciera que las Fuerzas Armadas no fueran uruguayas. Yo no viví la época de la dictadura porque era un chiquilín, pero nosotros en cada elección volvemos 50 años para atrás, nunca avanzamos porque siempre miramos para atrás”.
Su agrupación está trabajando para alcanzar un representante en el Parlamento. Dice que le gustaría ser diputado, ya que considera que “aportaría muchísimas cosas” y, si bien reconoce que el objetivo está lejos, para José “nada es imposible en la vida mientras estás de pie y caminas”.
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