De las exportaciones agropecuarias a los hermanamientos subnacionales y la cooperación científica, la relación con China se convirtió en una herramienta estratégica para el desarrollo nacional. El embajador Fernando Lugris deja el cargo tras diez años acompañando esa transformación.
“Ya estoy en las últimas semanas. El 15 de julio llego a Uruguay”, dice Fernando Lugris con una mezcla de emoción y cierre de ciclo. Así, el embajador uruguayo en China pone fin a una etapa diplomática que duró una década. Y no fue una década cualquiera: en estos años se afianzó como nunca el vínculo entre Uruguay y la potencia asiática, no solo en lo comercial, sino también en lo político, académico y cultural.
En conversación con La Mañana, participante de la misión comercial Tafirel-Barraca Erro en China y el sudeste asiático, Lugris comenta que aún no tiene un nuevo destino asignado. Sin embargo, se le nota sereno, tal vez porque sabe que deja una huella concreta en la agenda bilateral, que él mismo define como “un trabajo enorme de construcción”. Cuando él llegó en 2015, China ya era el principal socio comercial de Uruguay, pero el volumen de las exportaciones uruguayas al gigante asiático –con el pico del año 2022– llegó a duplicarse. “El concepto que ya teníamos de la complementariedad en esta última década ha quedado aún más de manifiesto”, asegura.
Pero la relación no se limita al comercio. El embajador destaca que también hubo un robustecimiento en el plano político, a pesar de los contrastes entre ambos países: “Tenemos sistemas políticos absolutamente diferentes, países asimétricos, distantes, que históricamente no estuvieron demasiado conectados, y sin embargo existe una verdadera política de Estado”.
Desde 1988, cada presidente uruguayo que ha viajado a China ayudó a cimentar una relación de confianza, estable y estratégica. La cooperación agropecuaria es uno de los ejemplos más claros de esta sintonía. Pero el vínculo también se amplió hacia dimensiones que hace unos años parecían más difíciles de imaginar, como los intercambios entre departamentos uruguayos y provincias chinas.
“La vinculación entre provincias chinas y departamentos uruguayos es una enorme oportunidad para el país”, sostiene Lugris. Explica que estas alianzas –llamadas “hermanamientos”– permiten que las provincias chinas autoricen y organicen misiones comerciales hacia Uruguay, lo que termina beneficiando a todo el país. “El ser un país pequeño puede jugarnos a favor también. Podemos tener una oferta más clara para las provincias chinas, que algunas superan los cien millones de habitantes”.
Y es que, como él mismo explica, cuando una provincia china establece un vínculo con un departamento, envía delegaciones que terminan conociendo todo el ecosistema productivo nacional, especialmente el puerto de Montevideo. A su vez, los departamentos uruguayos que envían representantes a China tienen acceso directo a figuras de enorme peso político. “Nuestros intendentes acceden a un nivel altísimo, que es la Jefatura de una provincia china, donde el gobernante máximo gobierna a veces cien o ciento veinte millones de personas”.
Lugris enfatiza que, si Uruguay no aprovecha estas oportunidades, estaría perdiendo la posibilidad de generar vínculos directos con algunas de las regiones más poderosas del mundo. Ejemplos como Florida, que desde hace varios gobiernos viene profundizando su vínculo con China, son una muestra del potencial de estos intercambios. “Ha habido cooperación educativa, estudiantes de Florida han venido a estudiar a sus provincias hermanas, ha habido entrenadores de fútbol de Florida que han venido a apoyar el desarrollo del fútbol en las provincias chinas hermanas”.
También el comercio se ve beneficiado por estas misiones. Muchas veces, los empresarios uruguayos encuentran contrapartes directas, sin intermediarios, lo que fortalece la relación comercial. “Nada es mejor que el contacto directo y que saber exactamente cuál es la demanda que nuestro consumidor final tiene hoy y va a tener en los próximos años”.
Oportunidades para los sectores del agro
Uno de los sectores con mayor interés de ambos lados es el del arroz. China es la gran potencia mundial en este rubro, pero aún no importa arroz uruguayo. “Estamos hablando de un país que se autoabastece, pero que también importa mucho arroz para sus reservas estratégicas y también variedades para llenar pequeños nichos de consumo”, explica el embajador. Las condiciones están dadas: Uruguay tiene todas las habilitaciones sanitarias y un sector arrocero pujante.
Lugris cree que el potencial de cooperación científica en arroz es enorme, tal como ocurrió con la soja: “Uruguay hace más de doce años tiene un laboratorio conjunto con China para generar variedades que ya están muy cercanas a llegar al mercado”. Confía en que ese modelo pueda replicarse con el arroz, a través del reciente grupo de trabajo creado entre investigadores de ambos países.
La conversación gira luego hacia la infraestructura, y allí aparece un hito clave de su gestión: ya desde 2016 Uruguay expresó su deseo de sumarse a la iniciativa de la Franja y la Ruta de China y dos años después se convirtió en el primer país de América Latina y el Caribe en adherirse. Este proyecto busca financiar obras de infraestructura que favorezcan el comercio global y Uruguay lo considera una plataforma para avanzar en sus propias necesidades logísticas. “China tiene un gran interés en realizar proyectos de infraestructura a nivel mundial. Si Uruguay necesita avanzar en sus infraestructuras, sabe que China es un socio confiable con el cual puede mantener diálogo”.
En este entramado de vínculos, el sector lácteo uruguayo también tiene un lugar destacado. El acuerdo entre Conaprole y Yili, que se firmó este año, atrajo además a una delegación importante de Inner Mongolia (Mongolia Interior, una región autónoma del norte de China). Según Lugris, esa región “tiene los ojos puestos en el Uruguay”. La barrera arancelaria es el principal obstáculo para que los productos lácteos uruguayos compitan en igualdad de condiciones con los de Australia o Nueva Zelanda, que ingresan con arancel cero. “El interés de las grandes lácteas de China está en avanzar en una asociación estratégica con nuestras empresas lácteas a futuro”, señala el diplomático.
Uruguay es hoy el tercer proveedor de leche en polvo entera en China, aunque lejos en volumen de los dos primeros. Lugris cree que este sector podría ser uno de los grandes beneficiados de una integración económica más profunda. “Hay que seguir trabajando como eficientemente lo está haciendo Conaprole con Yili, LATU con los laboratorios chinos, el MGAP con sus contrapartes en China”.
Incluso menciona otro rubro con potencial: las frutas. “Por la enorme barrera arancelaria no estamos teniendo un comercio muy fluido, pero aun así son sectores que podrían tener un gran futuro. La demanda existe en China, pero hay que seguir explorando y trabajando”.
En su último tramo como embajador en China, Lugris no oculta una visión optimista y estratégica sobre el futuro de la relación. Y aunque aún no sabe cuál será su próximo destino, parece tener claro que el vínculo entre Uruguay y China no es solo comercial, sino una construcción diplomática paciente, con oportunidades a largo plazo que ya empiezan a dar frutos.



