Nery Egaña es coronel aviador retirado, tiene 93 años, y es de los tenistas más longevos, posicionado en el lugar número siete del mundo en la categoría +90 de la ITF. Actualmente se prepara para competir en el nuevo mundial a disputarse en España este año. En entrevista con La Mañana definió al tenis como un pilar que es salud, vida, compañerismo y aprender a perder más que a ganar, valores que, entiende, deben aplicarse en la vida.
Una pelota de trapo hecha con medias de alguna madre que, muchas veces, ni cuenta se daba; una calle vacía; unas piedras para delimitar un par de arcos y un grupo de chicos con ganas de jugar. Eso era suficiente para pasar días enteros pateando la pelota casera de un lado al otro, generando diversión, practicando un deporte y formando vínculos que enseñaban a ganar y perder.
Muchas de las historias de los deportistas uruguayos comienzan así. La diversión se transforma en un ritual de vida infaltable que, posteriormente, se va profesionalizando hasta que la persona ingresa a las grandes ligas y se dedica a una pasión. Así comenzó el camino deportivo de Nery Egaña, quien además vivió entre dos pasiones: la aviación y el deporte; en ambos casos obtuvo los mejores resultados, pero también aprendió a perder.
Nació en Tacuarembó, pero vivió en Rivera. A la vuelta de su casa había una cuadra tranquila, entonces jugaba al fútbol allí. Luego encontró un campito con sus amigos en mejores condiciones, después crearon un cuadro de fútbol, hasta que comenzaron a jugar en mayores, en un club del departamento.
Llegó a estudiar a Montevideo, y unos amigos lo convencieron de ingresar en la Escuela Militar, se presentó e ingresó. “Pasaba bárbaro porque además jugaba en el cuadro de fútbol de la Escuela. Participaba en la Liga Universitaria que, considero, es la gran liga del fútbol uruguayo, es un centro de cultura deportiva”, aseguró Egaña a La Mañana.
En su primer año de estudios surgió la posibilidad de que aspirantes de la Escuela Militar pasaran a la Escuela de Aviación, donde se creó el curso de cadete; y se presentó. Ingresó a Aviación como Oficial en el año 1950, cuando llegaron los aviones Mustang al país, famosos durante la Segunda Guerra Mundial.
Egaña quedó como instructor en la Escuela, y un día le notificaron que pasó al grupo de Caza, es decir el de los Mustang. “Yo era instructor de un avioncito que era como una cometa”, dijo entre risas. “Cuando me enfrenté al Mustang fue una impresión muy grande, no sabía dónde me había metido. Los volé, ingresé a un curso en Estados Unidos a través de una beca, llegué a Uruguay y quedé de instructor de acrobacia”, relató.
Un día la Escuela de Aviación necesitaba un jefe de vuelo y estuvo en el cargo tres años. Luego tuvo lo que define como la mayor sorpresa de su carrera militar: lo nombraron director de la Escuela Militar de Aeronáutica. “Después de eso ya nada más importaba. Fui cuatro años director. Luego pasé a retiro”.
En resumen, Egaña es coronel Aviador retirado. Fue piloto de combate en el Grupo de Aviación Nº 2, instructor de aeronaves, director de la Escuela Militar de Aeronáutica y se retiró de la Fuerza Aérea con el grado de coronel Aviador. Pero esta es solo una parte de su vida, también es uno de los deportistas más veteranos que figuran en la tabla de privilegio de tenis del mundo, posicionándose en el lugar Nº 7 en la categoría +90.
Del pasatiempo a la competencia mundial
Cuando el entrevistado estudiaba y, posteriormente, durante su carrera militar, siempre se hizo tiempo para entrenar, principalmente fútbol y frontón. En los momentos en que le tocó migrar para trabajar y no había espacios para practicar deportes, comenzó a “pelotear” con su esposa en unas canchas que estaban libres.
Luego le tocó cambiar de destino, y en el lugar debía trabajar full time, de manera que no tenía libre durante la semana, pero encontró tiempo en los fines de semana para jugar al tenis, sin embargo, no tenía muchas personas que lo acompañaran. “Aguanté como pude”, confesó.
Cinco años antes de su retiro jugaba tenis todos los días con sus compañeros de la Fuerza Aérea. A los 55 años se retiró, pero continuó practicando. “Una vez, el presidente del Club Internacional de Tenis me dijo que fue a un campeonato en Buenos Aires y que había llegado a la conclusión de que si iba les ganaba a todos. Me pareció que no debía ser así, pero él me insistió en que yo corría y ellos no. Al año siguiente fuimos juntos”.
Egaña llegó a otra conclusión: “Es cierto que los otros corrían menos, pero jugaban mucho más”. Ganó, perdió y continuó yendo a Buenos Aires. Luego lo invitaron a un campeonato en Perú y compitió en dupla. “Seguí jugando y un amigo me sugirió que vaya a jugar un mundial, dije que sí porque era una forma de pasear. Me preparó un profesor que teníamos en el Carrasco Lawn Tennis Club”, contó.
En ese primer mundial, en 2013, ya con 85 años, perdió, pero le gustó tanto que volvió. Le tocó jugar contra el número tres y perdió en dos sets, después contra el número dos y perdió en el tercer set. “Iba mejorando, hasta que un día gané un partido. Era ir a divertirse. Fui a cuatro campeonatos del mundo. Un año me llamó un amigo y me dijo que en el ITF (International Tennis Federation) estaba décimo en el mundo, pensé que había visto mal, pero no”, recordó el coronel retirado.
El deporte como calidad de vida
El entrevistado indicó que el tenis es de las cosas más importantes de su vida, y considera que eso les pasa a las personas que practican deporte, porque es sinónimo de salud. “Tengo amigos de la Liga Universitaria de hace 30 o 40 años. Después de la Liga comencé con el tenis e hice una cantidad de amigos que no los puedo ni contar”, relató.
Sostuvo que el deporte vincula, educa a ser respetuoso del contrario, a brindarse con todas las posibilidades, y enseña a perder. Dijo que son más las veces que se pierde que las que se gana, entonces es necesario adiestrarse en ese sentido. “El deporte es salud y la salud es vida. Tengo 93 años y sigo disfrutando del deporte y es lo que me sigue manteniendo saludable”, expresó.
A veces le piden que acompañe en competencias infantiles para que los niños lo tomen de ejemplo. “Para mí el deporte tiene una importancia primordial en el deportista, que en general es sano, aprenden a ganar y perder y eso es fundamental para aplicarlo en la vida y no amargarse”, argumentó.
La enseñanza de ser responsable de los actos
“Felicito a los padres por llevar a los hijos a hacer deporte, porque es una escuela de vida. Lo van a disfrutar con el tiempo, si bien ahora lo hacen, luego le darán el valor real que tiene. Hagan deporte, hagan que sus hijos hagan deporte desde chiquitos”, aconsejó el entrevistado.
Egaña explicó que el tenis tiene la ventaja de aprender a perder y salir sonriendo porque diste todo lo que pudiste. “El jugador es absolutamente responsable de todo. No tiene a quién echarle la culpa. El tenis tiene una importancia que solo el que lo disfruta puede entenderlo”.
Ejemplificó que en el fútbol es posible desconcentrarse o echarle la culpa a un compañero por una pelota que no llegó, pero en el tenis no. “El tenis tiene la gran ventaja de que sos responsable de todos tus actos, que tenés que aprender a perder para poder disfrutar siempre”, agregó.
Hace dos años fue a Mallorca, le tocó jugar con un número uno del mundo, cosa que ya había hecho en Buenos Aires “y me dio unas palizas soberanas”, rememoró. Añadió entre risas que su única ilusión era “hacerlo transpirar un poco y correr”.
En los torneos del mundo jugaba con personas menores que él, entonces, ese número uno, habló con ITF para que agreguen una categoría de +90. “Este año me llamó un amigo y me dijo que estoy siete en el mundo porque abrieron la nueva categoría y mis puntos de +85 pasaron para +90”. En octubre hay un mundial en España y Egaña está en preparativos físicos para participar del torneo.
“Uruguay tiene buenos profesores de tenis”
El entrevistado sostuvo que todos los deportistas tienen referentes. Por ejemplo, a él le encantaba ir a ver jugar a los campeones uruguayos José Luis Damiani, Marcelo Filippini, Diego Pérez, y actualmente a Pablo Cuevas y su hermano Martín.
Internacionalmente también tiene sus ídolos, como Roger Federer y Rafael Nadal. “Además, a mi edad, ya estoy en mejores condiciones para disfrutar las capacidades de los jugadores. En Uruguay tenemos muy buenos profesores de tenis y considero que tuve la suerte de tener a los mejores del país, eso ayuda mucho. Todo ayuda, incluso alguien que te gane siempre, porque implica un desafío permanente”, puntualizó.
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