El intendente asegura que el deterioro del servicio se debe a paros y asambleas del sindicato. Adeom responde que es la consecuencia inevitable de recortar horas extras y personal. Mientras se crujan acusaciones, la basura se acumula en las calles.
El olor es lo primero que advierte cualquier transeúnte en varios barrios de Montevideo. Contenedores desbordados, bolsas de residuos apiladas en las esquinas y un paisaje urbano que grita abandono. Esta es la expresión más tangible y molesta del conflicto abierto entre la Intendencia de Montevideo (IMM) y la Asociación de Empleados y Obreros Municipales (Adeom), una pulseada que tiene en vilo a la ciudad y que funciona como un síntoma de una enfermedad mucho más profunda en la gestión de lo público.
El intendente Mario Bergara lo reconoce: al momento de asumir, “el tema de la limpieza y la basura era la principal preocupación de la gente”. Hoy, esa misma preocupación se ha convertido en una crisis que define los primeros meses de su administración. La disputa, que se libra en declaraciones a la prensa, asambleas sindicales y mesas de negociación, gira en torno a una pregunta aparentemente simple: ¿quién es el responsable del deterioro abrupto del servicio de recolección? La respuesta, sin embargo, es todo menos sencilla y se hunde en las complejidades de una estructura municipal que parece funcionar al límite.
La batalla de los números: ¿Paros o falta de personal?
El centro de la disputa puede cuantificarse. Según los datos abiertos que publica la propia IMM en su portal, el deterioro es innegable. A modo de ejemplo, a finales de agosto, alrededor del 92% de los más de 11,600 contenedores de la capital tenían una acumulación de residuos de hasta dos días. Para noviembre, ese porcentaje se había desplomado por debajo del 50%. Paralelamente, el número de contenedores con más de cuatro días sin vaciar se multiplicó, alcanzando un pico del 26.7% a principios de noviembre.
¿A qué se atribuye esta caída libre en la eficiencia? Las versiones son diametralmente opuestas.
La postura de la Intendencia: Bergara asegura que, tras una reorganización, la recolección mejoró sensiblemente, pasando de levantar 3,600 contenedores diarios a 4,400 en septiembre. El problema, afirma, estalló en octubre con el conflicto con Adeom, resultando en una caída del 25% en la recolección. El intendente adjudica esto a “medidas gremiales legítimas“, entre las que enumera “dos paros generales de 24 horas” y “44 asambleas con paro” en el servicio. Bergara es categórico: las medidas de ordenamiento financiero —que incluyen la limitación de horas extras y la suspensión temporal del mecanismo del ‘sexto día’— estaban diseñadas para no afectar el servicio. “Quiero dejar en claro que… estaba previsto que la recolección de residuos no se viera afectada“, afirmó en Radio Sarandí.
La postura del Sindicato: Desde Adeom, su secretaria general, Silvia Tejera, desmiente la magnitud de las interrupciones. Niega que hayan ocurrido 44 asambleas durante horario laboral y aclara que las que se realizaron duraron solo media hora, lo estipulado por la ley de derecho sindical para las informativas mensuales. La medida clave, explica, fue la decisión de los funcionarios de dejar de realizar horas extras de forma voluntaria. Este movimiento, según el sindicato, evidenció una verdad incómoda: el servicio depende críticamente de ese tiempo adicional para funcionar, revelando una falta de personal de planta.
Más allá de la basura: El trasfondo económico y los reclamos históricos
Para entender este conflicto, es necesario escarbar debajo de los residuos. La IMM enfrenta un déficit heredado de aproximadamente 90 millones de dólares. Las medidas de ordenamiento financiero lanzadas por Bergara buscan mitigarlo, y aunque el intendente afirma que solo 4 millones de dólares del impacto recaen sobre los trabajadores (frente a 15 millones sobre las empresas), el golpe simbólico y práctico en ciertos ítems salariales fue suficiente para encender la mecha.
El sindicato no solo rechaza los recortes, sino que esgrime reclamos, entre ellos, la restitución de un pago por insalubridad de 1948. También existen disputas por jornales impagos de años anteriores, lo que pinta un cuadro de desconfianza acumulada y de una relación laboral cargada de historias pendientes.
Bergara, por su parte, argumenta que muchos de estos mecanismos de compensación, como las horas extras y el “sexto día“, se han “desvirtuado de su sentido original“. “Lo que parecía ser en algunos casos una herramienta razonable de gestión terminó siendo concebido como una forma de incrementar las remuneraciones“, afirmó, señalando que estos beneficios caen “favorablemente sobre las zonas con mayor poder de negociación“.
La gestión en el ojo de la tormenta: ¿Asesores vs. trabajadores?
Un punto de fricción adicional, y altamente sensible en la opinión pública, es la contratación de cargos de confianza. Adeom ha cuestionado con dureza el “ingreso continuo de asesores” en un contexto de recorte. Silvia Tejera lo graficó de manera contundente: “en un contexto de recorte, entren 83 asesores, que si sumás los sueldos de todos está cerca de los 200,000 pesos, rompe los ojos“.
Bergara salió al cruce de esta acusación, negando que la IMM tenga una “política antitrabajadora“. Aseguró que actualmente hay entre 60 y 80 funcionarios de confianza, un número menor y con remuneraciones más bajas que en la administración anterior. “Todos los nuevos contratos en general se han hecho con remuneraciones más bajas que las que había. Por lo tanto, a veces cuando se dice que se recorta a los trabajadores y no a los cargos de confianza política, no es cierto”, defendió.
Consecuencias y búsqueda de soluciones: Los municipios actúan y el futuro se debate
La consecuencia más inmediata de este forcejeo es el deterioro de la higiene urbana, que ha forzado a algunos municipios a tomar cartas en el asunto. La alcaldesa del Municipio E, Mercedes Ruiz, confirmó que contratarán a una empresa privada para apoyar la recolección durante diciembre y enero. “La idea es dar un apoyo a la intendencia […] Este miércoles estuve en Malvín Norte y está complicadísimo. Una lástima porque agosto y setiembre estuvo bárbaro“, señaló. Esta medida, si bien paliativa, expone la magnitud del problema y la incapacidad del sistema centralizado para resolverlo en el corto plazo.
Mientras tanto, en el largo plazo, la IMM ya ha planteado una reformulación del sistema. Una de las medidas más importantes presentadas por Bergara es el retiro paulatino de los contenedores públicos y la transición hacia un sistema de recolección puerta a puerta más frecuente. Esta visión busca modernizar un servicio anclado en el pasado, aunque su implementación exitosa requerirá, inevitablemente, de un entendimiento con los trabajadores que hoy lo mantienen en funcionamiento.
Un conflicto que requiere más que una escoba nueva
El conflicto entre la IMM y Adeom por la recolección de basura es mucho más que un simple desacuerdo laboral. La basura acumulada en las calles es el recordatorio físico de que el verdadero problema no se soluciona solo con que los trabajadores retomen las horas extras o con que la Intendencia contrate servicios privados de emergencia. La solución de fondo exige una mesa de diálogo real y una negociación transparente que redefina un modelo de salarios y compensaciones que no dependa de la excepcionalidad convertida en norma, y construya un plan de modernización del servicio que cuente con el compromiso de todos los actores.
Mientras Bergara y Adeom sigan enfrascados en una batalla por determinar quién tiene la razón, los montevideanos son, día a día, quienes pagan el precio de una grieta que huele mal, se ve peor y amenaza con enquistarse física y culturalmente en la ciudad.
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