La llegada del USS Gerald Ford, el buque de guerra más grande del mundo, marca el punto álgido de una crisis que ha convertido el Caribe en el epicentro de una confrontación con impredecibles consecuencias regionales.
En un movimiento que representa el mayor despliegue militar estadounidense en la región en varias generaciones, el portaaviones más avanzado y costoso de Estados Unidos, el USS Gerald Ford, navega ya por aguas del Caribe con más de 4000 marineros y decenas de aeronaves tácticas, en lo que Washington describe como una misión contra el “narcoterrorismo”, pero que analistas interpretan como una presión sin precedentes sobre el gobierno de Nicolás Maduro.
La tensión alcanzó niveles críticos cuando el presidente Donald Trump sugirió desde el Air Force One que ya había tomado una decisión sobre los objetivos en Venezuela, aunque se negó a ofrecer detalles: “Es posible que estemos hablando, que estemos teniendo conversaciones con Maduro. Veremos cómo resulta. A ellos les gustaría hablar”, ha señalado el republicano este domingo en el aeropuerto de West Palm Beach (Florida) antes de subir al Air Force One. Además, el Departamento de Estado anunció este mismo día que, a partir del 24 de noviembre, designará al Cartel de los Soles como una organización terrorista, una medida que sería utilizada para justificar una operación militar dentro del territorio venezolano.
El USS Gerald Ford no llega solo. Forma parte de la Operación “Lanza del Sur”, que incluye casi una docena de buques de la Armada y aproximadamente 12.000 militares estadounidenses. El grupo de ataque del portaaviones incluye escoltas como los destructores de misiles guiados clase Arleigh Burke Bainbridge y Mahan, y el buque de mando integrado de defensa aérea Winston Churchill.
Este coloso naval, valorado en US$ 13.000 millones, representa la cumbre de la tecnología militar estadounidense. Con 337 metros de eslora y capacidad para transportar hasta 90 aeronaves, incluyendo cazas F-35 y F/A-18E/F Super Hornet, el Gerald Ford está equipado con innovaciones como el Sistema Electromagnético de Lanzamiento de Aeronaves, que permite lanzar un avión cada 45 segundos, un 25% más rápido que los sistemas convencionales.
Expertos consultados por BBC Mundo coinciden en que las capacidades de este portaaviones parecen desproporcionadas para una misión antinarcóticos convencional. “Es la primera vez que un portaaviones lleva a cabo operaciones antidroga. Sin embargo, es poco probable que tenga un papel importante en eso, ya que sus capacidades no se adaptan bien a ese tipo de misiones. En cambio, creo que podrían utilizarse para lanzar ataques contra Venezuela”, especula Mark Cancian, coronel retirado de la infantería de marina de EE. UU.
La controversial campaña contra “narcolanchas”
La llegada del Gerald Ford se produce en un contexto marcado por una campaña militar estadounidense que ha generado una fuerte controversia internacional. Solo un día antes de que el portaaviones entrara en aguas caribeñas, Estados Unidos realizó su vigésimo primer ataque contra una embarcación sospechosa, en una operación que acabó con la vida de tres personas a bordo de lo que Washington describió como una “narcolancha”.
Hasta la fecha, estos ataques han resultado en la muerte de al menos 83 personas en aguas del Caribe y el Pacífico Oriental, según los reportes oficiales. La administración Trump justifica estas acciones argumentando que forma parte de su esfuerzo por “desmantelar las organizaciones criminales transnacionales y combatir el narcoterrorismo”.
Sin embargo, estas operaciones han sido calificadas como “ejecuciones extrajudiciales” por el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, quien las considera “violatorias del derecho internacional”. Türk ha exigido el fin de estos ataques, señalando que “en virtud del derecho internacional y de los derechos humanos, el uso intencionado de la fuerza letal solo está permitido como último recurso contra personas que representen una amenaza inminente para la vida”.
Venezuela se prepara para la defensa
Frente a la creciente presión militar, el gobierno de Nicolás Maduro ha respondido con una movilización “masiva” de tropas y civiles, anunciando que defenderá el país de cualquier agresión externa. Maduro ha advertido que una intervención militar estadounidense podría sentar las bases para lo que describió como “otra Gaza”, “un nuevo Afganistán” u “otro Vietnam”.
En un mensaje directo a Estados Unidos, el mandatario venezolano declaró: “Detengan la mano insana de quienes ordenan bombardear, matar y llevar la guerra a Sudamérica, al Caribe. Detengan la guerra. No a la guerra”.
Estados Unidos acusa a Maduro de encabezar el Cartel de los Soles, una organización que, según Washington, integran militares y miembros del gobierno venezolano. Recientemente, el Departamento de Estado anunció que designará oficialmente a este grupo como organización terrorista, un movimiento que analistas interpretan como un posible pretexto para justificar acciones militares más amplias dentro de territorio venezolano.
La escalada militar ha generado divisiones incluso dentro de Estados Unidos. La senadora demócrata Jeanne Shaheen ha expresado su preocupación por la falta de claridad en los objetivos: “No creo que esté claro cuál es el objetivo final de esta administración con respecto a Venezuela”, dijo Shaheen en una entrevista con CBS.
La legisladora añadió que Trump había puesto en riesgo “a otras partes del mundo y a los estadounidenses en otras partes del mundo por esta fascinación de tratar de deshacerse de Nicolás Maduro en Venezuela”.
Según CNN, funcionarios del gobierno estadounidense reconocieron que Estados Unidos no tenía una justificación legal que respaldara ataques contra objetivos terrestres en Venezuela, aunque sugirieron que “es posible que puedan generar una”.
Implicaciones regionales y escenarios futuros
La crisis trasciende las relaciones bilaterales entre Washington y Caracas, afectando la estabilidad regional. En un desarrollo relacionado, el Departamento del Tesoro estadounidense sancionó recientemente al presidente de Colombia, Gustavo Petro, y a varios de sus allegados, acusándolo de permitir que la producción de cocaína en Colombia alcance “los niveles más altos en décadas”.
Mientras tanto, expertos consultados por diferentes medios advierten sobre los riesgos de una escalada militar. Elizabeth Dickinson, analista principal del International Crisis Group para la región andina, señaló que el despliegue del Gerald Ford “ha suscitado mucha inquietud en Venezuela, pero también en toda la región. Creo que todo el mundo está observando esto con gran expectación para ver hasta qué punto Estados Unidos está dispuesto a utilizar realmente la fuerza militar”.
Carlos Solar, especialista en seguridad en América Latina del Real Instituto de Servicios Unidos del Reino Unido, agregó que “junto a las fuerzas del Comando Sur ya presentes en el Mar Caribe, el grupo de ataque Ford representa un poder de combate nunca visto en la última década para una operación de carácter militar en el hemisferio Occidental”.
Con el mayor portaaviones del mundo ya desplegado frente a sus costas, Venezuela y la región esperan con expectación el próximo movimiento de una administración Trump que ha demostrado tanto imprevisibilidad como determinación en su política exterior. La posibilidad de una intervención terrestre, hasta hace poco considerada remota, parece ganar credibilidad con cada nuevo buque de guerra que llega al Caribe, en una crisis que podría redefinir el equilibrio geopolítico en América Latina.




















































