El fin de semana pasado se jugó una fecha clave del campeonato Apertura que dejó algunas comprobaciones. La primera es que Liverpool desaprovechó su primer “match point” del primer torneo corto del año. Sigue siendo el máximo candidato, pero deberá esperar hasta el fin de semana del 18 de mayo para que sepamos el final de esta película.
El campeonato está apasionante y las elecciones departamentales obligarán a un paréntesis que solamente aumenta la expectativa. Con la derrota ante Juventud de Las Piedras, los negriazules perdieron un invicto que llevaba 17 partidos. Ahora el campeón está entre Liverpool, Nacional que quedó a un punto y Juventud que está a dos. Todos los partidos decisivos se jugarán el domingo 18 a la misma hora y allí sabremos el desenlace.
Un detalle interesante es cómo Nacional y Peñarol se reacomodaron en lo que debería ser su camino a la definición del campeonato uruguayo.
Recordemos que en el país que inventó la “vuelta olímpica” para el ganador de un torneo o copa, los grandes han decidido de un tiempo a esta parte a no realizarla en lo que llamamos torneos cortos. Es así como si un grande gana el Apertura, Intermedio, Clausura e incluso la Supercopa o Copa Uruguay (esto aún no ha sucedido) no dan la clásica “vuelta” inventada por los celestes de 1924 en Colombes.
Es que para los grandes todo lo que no sea ser campeón uruguayo tiene sabor a poco. No pasa lo mismo con los demás que sí cumplen el ritual y disfrutan sus momentos como se debe.
Pero yendo al reacomodo en la tabla de posiciones debemos recordar que en la novena fecha Nacional perdió con Juventud mientras Peñarol era derrotado por Cerro Largo. En esa ocasión fue destituido Martín Lasarte y en Peñarol comenzó a perder pie el apoyo monolítico a Diego Aguirre, lo que mostraba el duro momento que estaban viviendo. En esas primeras 9 fechas nunca ganaron los dos grandes; de hecho, Peñarol apenas había ganado dos partidos.
Pero… y en fútbol como en la vida siempre hay un pero, el campeonato uruguayo es largo y todo comenzó a cambiar.
Desde la fecha 10 hasta la última que fue la 14 los grandes ganaron los cinco partidos cada uno y treparon en la tabla. Hoy Liverpool está primero, un punto detrás Nacional, dos puntos menos Juventud y los aurinegros están cuartos a cinco unidades.
Obviamente que estos números no dicen mucho para el Apertura, pero el gran objetivo de los grandes es la Copa Uruguaya (no la Copa Uruguay). Para obtener la Copa Uruguaya hay que ganar el tradicional Campeonato Uruguayo que data de 1900.
El año pasado Peñarol terminó en la Anual con 33 puntos de ventaja sobre el tercero, que fue Boston River, y Nacional terminó segundo con 26 unidades sobre el mejor chico colocado.
Este año, teniendo en cuenta el esfuerzo realizado por Peñarol con la compra definitiva de la ficha de Leo Fernández y con algunas incorporaciones internacionales de Nacional fuimos muchos los que pensamos que podría repetirse la situación. Lo cierto es que a falta de una fecha del final del Apertura eso no se está vislumbrando. Pero los grandes con 5 victorias consecutivas cada uno parecen haberse encaminado y si bien es probable que no alcance para el Apertura, todo indica que de aquí a fin de año seguirán ganando más que los demás hasta volver a despegarse en la Anual.
Complejo internacional
Cambio de tema y me meto en una situación referente a la actividad internacional de los equipos uruguayos que me llama la atención.
En primer lugar, quiero ser enfático en aclarar que en los tiempos modernos (antes tampoco pero menos) es ridículo asociar la suerte de los clubes de un país al verdadero poderío deportivo del fútbol de esa nación.
Voy a dar ejemplo para que se entienda el concepto. Durante muchos años Real Madrid era potencia y España no. Estoy refiriendo a lo sucedido entre 1955 y el año 2000. Siempre el equipo español basaba su poderío en estrellas internacionales como el argentino Di Stéfano, el húngaro Puskas, el francés Zidane, el brasileño Ronaldo y muchos más entre los que estuvo el uruguayo José Emilio Santamaría en las primeras Champions ganadas por los merengues.
A las selecciones uruguayas en los 60 y principios de los 70 la presencia de algunas estrellas extranjeras en los grandes como el ecuatoriano Spencer o el argentino Artime les jugó en contra del desarrollo internacional de centro delanteros vernáculos. Sin embargo, nuestros clubes definían y ganaban títulos sudamericanos y mundiales mientras la selección tenía actuaciones en algunos casos más discretas.
Con el tiempo los extranjeros fueron liberados en cuanto en número en especial en Europa y ha habido situaciones increíbles como en 2019 cuando cuatro clubes ingleses definieron las dos copas continentales con todos sus titulares y hasta sus DT nacidos en otros países. La sentencia debía ser que gozaba de un gran momento la Premier League, pero no por eso el fútbol inglés si como fútbol entendemos el nivel de los futbolistas que genera un país.
Los casos del fútbol portugués, holandés o croata son elocuentes. En algún momento Benfica y Porto fueron campeones europeos prestigiando a Portugal. Por el lado holandés Ayax, Feyenoord y PSV reinaban en clubes. Pero nada de eso volverá a suceder. Sin embargo, sus selecciones son importantes. Croacia también ha tenido presencia grande en selecciones, pero sus clubes no aparecen. A Uruguay lo emparentaría con estos ejemplos.
En las dos primeras fechas de las copas Libertadores y Sudamericana 2025 los equipos uruguayos anduvieron muy mal. ¿Es justo decir que la derrota de Nacional por 3 a 0 con su homónimo de Medellín es una muestra de lo bajo que estamos? Nacional tuvo en cancha seis extranjeros. Uno de Panamá, dos de Colombia, un venezolano, un paraguayo y un chileno que ningún caso son figuras mundiales y no deberían arrastrarnos a todos. Por si fuese poco los mejores uruguayos ya sabemos son imposibles de contratar para Nacional ni para nadie que juegue en nuestra liga.
Lo cierto es que se armó un drama alrededor del mal comienzo de los grandes, Racing, Boston River y Cerro Largo, argumentando que el fútbol uruguayo es un desastre.
Pero… y otro pero, en la tercera fecha todo se reacomodó. Boston River y Cerro Largo ganaron, Peñarol y Nacional empataron de visitante con sensación de que merecieron mejor suerte y apenas perdió Racing ante Corinthians.
En estas horas, al escribir estas líneas se está jugando la cuarta fecha y desconozco los resultados, pero al finalizar la primera rueda Cerro Largo y Boston River quedaron segundos o sea en zona de clasificación y los grandes con chance de continuar. Peñarol seguramente siga en copas, sea Libertadores o Sudamericana, y los tricolores entiendo que definirán de local con los colombianos por seguir en la segunda copa en importancia.
Teniendo en cuenta los planteles que pueden presentar no deberíamos dramatizar, ni representa el nivel de selección de nuestro fútbol que es capaz de ganarle a Brasil y Argentina, pelear una copa América e incluso en juveniles salir campeones del mundo a pesar de que errores propios nos llevaron a quedar afuera en la actual edición.
Lo que veo es que Independiente de Avellaneda estaba último en el grupo de Boston River (antes de jugar ayer) y Vitoria de Bahía o Defensa y Justicia de Argentina estaban últimos en el grupo de Cerro Largo. No escuché ni leí a ningún periodista argentino o brasileño llorar por que sus países andan espantosos por la situación de sus clubes.
En Uruguay cuestionamos el valor de nuestros jugadores e incluso de nuestra historia en cada partido. Es increíble. Incluso en jugadas aisladas. Un penal errado puede ser “que los uruguayos no sabemos patear”, un gol en contra “muestra que nuestros goleros son espantosos”, un córner mal pateado “es que por eso hace años que no ganamos nada” y un tiro libre desperdiciado “es porque nos hizo mal ser campeones en Maracaná en 1950”.
Los uruguayos dramatizamos todo y en especial las frustraciones. No vemos nada igual en nuestros vecinos, pero tampoco en otras latitudes.
Lo razonable es que cuando un club juega, se analice ese partido y punto. Sin concatenar con temas que por lo general exceden a los analistas y que no han estudiado con rigor y precisión.