Desde su infancia en un kibutz hasta consolidarse como una voz esencial en la música uruguaya, Sara Sabah despliega en esta entrevista los hilos de su trayectoria. Cantante, compositora y docente, desgrana cómo lo comunitario forjó su amor por el trabajo en equipo, el meticuloso proceso tras su aclamado disco “Arvolera” de música sefardí, y su pasión por enseñar canto en la EMAD, uniendo teatro y voz. Con reflexiones sobre la escena musical actual y un nuevo proyecto en camino, Sabah se revela como una artista que encuentra en la conexión humana la esencia de su arte.
Háblanos de tu primera formación musical. Llegaste a Uruguay desde Israel a los 11 años en 1984, cuando tus padres regresaron a Uruguay. Tú ya traías muchas horas de clase de canto encima ¿Cómo fueron esos 11 años en el kibutz? ¿Cómo llegaste a manejar la voz y hasta aprender a tocar el violín? ¿Cómo se organizaban esas clases compartidas de manera que obraban motivacionalmente y construían el sentido colectivo que siempre te ha caracterizado como artista y como docente?
Llegué a Uruguay con mis hermanos, mis padres y un violín. En el kibutz existía esa educación abierta a lo artístico y se cantaba mucho, todos cantaban, niños, adultos y jóvenes. No era muy consciente en ese momento de que la forma de conectar con la música y el universo artístico definiría mi personalidad de adulta. Agradezco esa fuente abierta de la profesora de música local y también la manera de entender que es una parte fundamental en el proceso de enseñanza de cualquier niño o niña. Lo comunitario en mi caso me ha dado un modo de disfrutar del trabajo en equipo, crear muchas veces con otra persona y obtener un resultado más feliz.
Ahí comenzó tu formación académica y primeras experiencias profesionales ¿Cómo te sentiste en ese período? ¿Qué te estimulaba y cuáles eran los nuevos desafíos? ¿Qué apoyos tuviste? ¿Cuáles eran tus referentes?
Lo académico vino con el objetivo de aprender música, vincularse con un instrumento, saber escuchar, saber comunicarse a través de la música. En el conservatorio zonal (Valle del Jordán) tuve las primeras clases de violín (y mi hermana de viola) y ya ahí era un poco más complejo, había que dedicarse más y repartir el tiempo del día a tocar el instrumento. Mis padres me apoyaban y disfrutaban de esas experiencias que yo vivía, sin duda.
¿Cuáles fueron tus primeros logros? ¿Qué preferías: crear, interpretar, colaborar con otros/as artistas? ¿Con quién trabajaste en esos momentos? ¿Rada, Leo?
Una vez en Montevideo ya siendo una adolescente canté en coros y grupos vocales. Me daba mucha alegría participar de ese tipo de experiencias, el coro forma en todos los sentidos, musicalmente, humanamente y eso es una especie de aldea que uno se hace, en donde crece y pertenece a una familia; es una ventaja que da el canto coral. Recomiendo siempre cantar en un coro y encontrarse en lo afectivo con la voz, el coro da eso: igualdad de oportunidades, unión en un mismo espacio, un objetivo en común. Desde lo coral apareció también la posibilidad de acompañar a artistas que eran referentes para mí. Acompañé en vivo y en discos a Schellemberg, Rada, Urbano Moraes, grabé con otros muchos y muchas que admiro, abrazo y agradezco.
Creo que hoy prefiero grabar, ese es un logro para los que hacemos música. Retener un momento de nuestra travesía, cerrar una etapa creativa, grabar es maravilloso.
Interpretar es una capacidad que siempre hay que investigar, estar conectado con el pasado y el presente. Con los miedos y las convicciones… es a veces difícil de explicar, hay una serie de libertades y restricciones que están en juego en la interpretación, eso me gusta mucho.
¿Mientras tanto te ibas formando en la docencia? ¿Cómo fue ese proceso? ¿Qué rango era tu preferido? ¿Estudiantes avanzados o iniciales? ¿Qué método, técnica o compositores usabas para tu trabajo como docente?
Comencé a dar clases muy joven sin tener formación en la docencia, sí me parecía que tenía paciencia, pero no sentía mucha confianza para transmitir la información, entonces seguí estudiando canto, tomé clases de técnica vocal donde podía, me deslumbré con las posibilidades que existían para la voz.
Los libros que leo, en general, tienen que ver con la voz, sigo siendo alumna de canto, sigo aprendiendo y ejercitando sobre mi propia voz, la voy conociendo y viendo en ella el pasaje del tiempo. Escuché y escucho a las y los grandes cantantes que aún vuelven a mi playlist una y otra vez.
Has colaborado como orientadora, preparadora vocal o coaching con artistas, en especial actores y actrices. Cuéntanos de tu experiencia con algunos directores que te han convocado para estos fines. ¿Cuáles son los puntos de apoyo que tomas como base para esa preparación? ¿Por qué es importante para un actor/actriz saber (o poder) cantar? ¿Qué debilidades o cuidados son los más frecuentes para focalizar en esa especialidad?
La docencia de canto vinculada a lo teatral me atrapó y me da esa sensación de unir los universos. Lo grupal, lo poético, lo interpretativo. Cantar es una fiesta. La posibilidad de trabajar con el canto desde lo teatral es un privilegio. Estar en la preparación de un proyecto teatral lleva mucho trabajo, tiempo, y se necesita una cierta flexibilidad para adaptarse a lo que necesita la obra y la dirección. He trabajado con personas que son referentes para mí. Trabajar con Levón siempre es muy enriquecedor y formativo.
Estar en un ensayo de tragedia con Marisa Bentancur es una clase también. Mariana Percovich, Sergio Blanco, Gabriel Calderón, Lucía Sommer, todos y todas han sido mis protagonistas porque mi trabajo nace del suyo, ellos me dan el lugar y son el punto de partida, y los actores y actrices son inspiradores, generosos y muy receptivos a la hora de trabajar. Eso siempre habilita.
Hablemos de tu docencia en la EMAD. ¿Qué estudiantes van a tus cursos? ¿Tienen pruebas? ¿Es opcional? ¿Con quienes coordinas? ¿Qué evaluaciones has recibido? ¿Cómo ves la evolución de tu asignatura en este ámbito? ¿Qué sugerirías para tus cursos? ¿Qué ha favorecido o estimulado tu labor docente? ¿Qué es lo básico que deben saber? ¿Tienen que ensayar? ¿Alguna rutina o repertorio?
En la EMAD trabajo hace años, es una tarea que disfruto mucho. Es una materia complementaria a la formación actoral y no es de carácter obligatorio, es optativa. Se trata de darle la posibilidad a los y las estudiantes de tener un espacio para conocerse desde la voz cantada, se canta repertorio vinculado al teatro. La primera etapa del curso es de técnica y de adquisición de la confianza para cantar.
En la etapa final se trabaja más la comunicación y lo expresivo. La interpretación y la posibilidad de decir desde la individualidad de cada uno. Es un curso que intentamos desarrollar desde una perspectiva del hacer, probar, fallar, y finalmente aprender. Existen parciales en el cierre de cada semestre y en el trayecto del año coordinamos mucho con arte escénico.
¿Sirven las redes o plataforma o uso de la IA? ¿Qué entusiasma a tus estudiantes? ¿Premios? ¿Concursos? ¿Viajes? ¿Subirse a un escenario? ¿Filmar? ¿Trabajan en grupo o equipo o individualmente? ¿Qué les aconsejas? ¿De dónde son? ¿Los ves luego de egresar? ¿Qué te dicen?
El uso de las plataformas y redes sociales sirve, hacemos escuchas en clase, citamos referencias y nos organizamos desde un chat que nos facilita para comunicarnos con los y las estudiantes. Para los procesos de aprendizaje es útil, para la evolución de cada uno en lo artístico es más importante estar en otra sintonía. Lo vincular, la interacción, la mirada, la escucha, son cosas que pasan sin todo eso.
“Audicionar y quedar”, ganar una beca, presentarse a algún fondo y poder mostrar un proyecto, eso es un gran motor para los estudiantes en la escuela.
La EMAD está llena de energía, la dirección actual es muy pujante, hay intercambios desde y hacia Francia, hay clases para egresados que quieren seguir formándose, hay perfeccionamiento en lo pedagógico, hay mucha gente haciendo cosas interesantes y necesarias, y todo eso estimula, y nos hace parte.
Volvamos a tu composición e interpretación. Se ha dicho que “haces gala con mínimo despliegue de un gran virtuosismo vocal”, que “logras fundir sonido, palabra y gesto para contar historias sefaradíes anónimas”. ¿Sientes que esas han sido características en tu interpretación como solista? ¿Cómo cuidas tu voz? ¿Qué cantantes o estilos prefieres?
Me encanta la música cantada, me gustan mucho las voces y me gusta trabajar con las personas y sus voces. Ahí voy surcando. Escucho y me concentro en cómo decir una palabra, doy bastante vueltas, la canto y la digo una y otra vez, busco dar vida a la palabra, a veces lo consigo y otras veces no. Ver a las actrices y actores trabajando sobre sus textos me ayuda mucho.
La música sefaradí es muy misteriosa, sabemos dónde comenzó, pero sus ciclos aún siguen, en la oralidad, en el sonido del puerto a donde llegaron unos y desde donde partieron otros, tienen palabras en castellano, en hebreo y en francés. Las melodías son ricas y a veces desafiantes por sus adornos o sus modos. Son canciones nómades y eso me fascina.
Mi voz la cuido, pero no la sobreprotejo. No tomo alcohol ni fumo, intento dormir las horas buenas, me cuido del frío, pero no del calor.
Me gusta mucho el encuentro del ensayo, tener un tiempo, comer, compartir, y luego cantar y estar en comunión con eso que hacemos.
Tu carrera solista comenzó con Álbum, con canciones de tu autoría. En 2011, Conexión, un disco con canciones originales a dúo con Juliano Barreto. En 2017, luego de una cuidadosa investigación y búsqueda, llegó Arvolera, un disco de canciones sefaradíes. En junio de 2018 fuiste invitada a abrir el Festival de Música Sefaradí de Córdoba, España [Nota: la música sefardí o sefardita nace de los judíos españoles instalados en Castilla y Aragón que adaptan canciones populares castellanas hasta su expulsión en tiempos de los reyes católicos, siendo una fusión de la música árabe y la cristiana]. Hablemos de Arvolera, quizás el proyecto más ambicioso y costoso. Es uno de tus trabajos más personales y emotivos. En parte, porque Arvolera es un conjunto de canciones de música sefaradí, melodías que sonaban a menudo en tu hogar, junto a canciones de Zitarrosa, Mercedes Sosa y otros artistas latinoamericanos. ¿Se grabó en Israel, se gestó durante 4 años (con Iwryn y Yankale Segal) y mediante un crowfunding?
Yo quería hacerle a mi papá un regalo: una recopilación de músicas sefaradíes. Al principio iba ir a grabarlas a la casa de una amiga que su esposo tocaba el oud (laúd árabe) y el plan era grabarlo así, rústicamente. Se fue expandiendo el plan cuando me contacté con Rony y con Yankale. Ellos armaron un plan de grabación con calendario, y nos pusimos a conseguir la plata para poder hacerlo.
Mucha gente colaboró y puso corazón en ese proyecto, Fede Righi desde el inicio metió horas de trabajo y se puso al hombro la parte musical que se realizó acá en Uruguay. Viajé con él y con Nicolás Parrillo a aprender y a conocer a estos dos productores y excelentes músicos que le dieron forma a este disco que tanto me gusta y me emociona.
Tienes mucho vínculo, por tu formación, y tu labor docente y artístico profesional con una gran cantidad de profesionales jóvenes, que han accedido a escenarios como intérpretes y compositoras de gran enjundia a pesar de ser de muy reciente aparición pública. ¿Qué comentarios te genera esa multiplicidad de propuestas a veces individuales, a veces colectivas? ¿Cómo ves la música uruguaya de hoy día? ¿Y a los/las consagrados/as? ¿Qué le está faltando al ámbito musical uruguayo? ¿En qué es fuerte?
En estos tiempos me parece que hay mucha propuesta musical, hay una escena joven y con personalidad, más mujeres que cantan, se juntan para hacer sus proyectos musicales, me parece buenísimo. En Montevideo hay mucha música, hay muchas salas, hay cartelera de teatro con buenas obras. A mí me gustaría tener la posibilidad de escuchar todo y conocer más, no me da el día.
La accesibilidad es tan grande que un poco me abruma, yo no soy muy hábil con la tecnología y eso me hace estar bastante ahogada con tanto estímulo. Me pongo a escuchar en Spotify y siento que no lo manejo yo, hay alguien que aprieta los botones y en algún modo usando una caña me pesca a mí y a miles más y todos escuchamos lo mismo, el anzuelo es gigante.
Háblanos de tu proyecto actual, en el que vienes trabajando desde hace casi tres años ¿Anunciaste que es a partir de 30 pequeños objetos? ¿Astillero en proceso? ¿Perlas?… Queremos saber más!
Sí, estoy por concretar un proyecto. Preparando, grabando y generando nuevo material. Trabajando sin prisa ni pausa. En el estudio de Gonzalo Durán. Las mañanas, en general los miércoles. Bajo, voz y pianos.