Rubén integra el grupo de artistas de la Generación del 78, es guitarrista, investigador, cantante y referente de la música popular uruguaya. Su discografía recorre diversos momentos de “sonidos y silencios”: Pájaros (1981), Rubén Olivera vol. 2 (1983), Álbum de fotos y canciones (1987), Lugares comunes (1991), Interiores (reúne Álbum de fotos y Lugares comunes, 1996), Una tarde de abril (1998), Kuropa Olivera (junto a Diego Kuropatwa, 2010), Los otros días (reúne Pájaros y Rubén Olivera 2, 2013), y su más reciente obra Una mirada (2023).
Hablemos, en primer lugar, de tu labor en el CDM (Centro Nacional de Documentación Musical Lauro Ayestarán, MEC), que comienza en 2013, cuando te incorporas a la Comisión Honoraria. ¿Cómo se dio esa instancia y qué te motivó a desempeñarte en esa actividad?
El CDM se formó con la parte del archivo de Lauro Ayestarán que conservaba la familia y que, a instancias de Coriún Aharonián, el Estado compró. Coriún siempre buscó trabajar en forma colectiva, y en este caso promovió la formación de una Comisión Honoraria asesora, la cual me invitó a integrar.
De 2017 a 2019 actuaste primero como coordinador y después como secretario ejecutivo del CDM. ¿Cuáles fueron los desafíos que tuviste al aceptar?
Ante el fallecimiento de Coriún me proponen pasar a realizar la coordinación del CDM. Los desafíos fueron los mismos que dieron lugar a su creación: la conservación, restauración y difusión de esa parte del archivo Ayestarán. Hablo de una parte porque también hay material en la Sala de Musicología del Museo Romántico (Casa de Antonio Montero, Museo Histórico Nacional), creada por Ayestarán en 1946. Desde el principio la idea de Coriún era que el CDM fuera un archivo vivo, que procesara el legado de Ayestarán, pero que también continuara su labor de investigación, registro y producción de conocimiento. Es así como hasta el día de hoy se realizan coloquios internacionales, charlas, exposiciones, recitales, fonogramas, libros, audiovisuales, etc.
Para el ciudadano común ¿qué significa mantener, difundir y enriquecer la memoria de las músicas en el Uruguay? ¿El CDM recibe legados, registra, investiga, da a conocer? ¿En qué actividades participaste?
Lauro Ayestarán, con amplio criterio antropológico, dedicó su vida a registrar, archivar y difundir la música de nuestro país. Sus estudios abarcaron tanto la música llamada culta o clásica, como la popular (y su supervivencia como folclore), además de las provenientes de culturas extraeuropeas, o sea, la música indígena y la negra africana. En 1943 empezó a recorrer el Uruguay, llegando a realizar más de tres mil grabaciones, primero en discos de acetato y después con grabadores a cinta. Grabó géneros criollos, murgas, comparsas de candombe, comunidades de inmigrantes, canciones y juegos infantiles, música de la frontera, pregones, etc. En su corta vida, ya que murió en 1966 con 53 años, nos legó una fascinante memoria sonora, y fotográfica. En el sitio www.cdm.gub.uy, se puede ver la vital producción del CDM. Allí también se aprecian otros archivos que han enriquecido el acervo a través de donaciones o comodatos (custodia) que realizaron músicos o instituciones. El CDM siempre trabajó con un equipo de personas idóneas y apasionadas por la tarea. Entre las actividades en que me tocó colaborar se encuentra la organización del 5º Coloquio Internacional, dedicado a Música e infancia, y la concreción de dos fonogramas. Uno de ellos, editado juntamente con el sello Ayuí en formato físico, contiene toda la producción discográfica de Pedro Ferreira, y se acompaña de un librillo musicológico a cargo de Luis Ferreira. El otro, editado en forma virtual, es temático, con una selección de las grabaciones que Ayestarán realizó del género estilo, y que incluye comentarios musicológicos de Viviana Ruiz.
En este momento el CDM se encuentra en un buen espacio funcional, dentro de la Biblioteca Nacional, ámbito al cual pasó a pertenecer. En 2023 la Unesco inscribió al archivo Lauro Ayestarán, custodiado por el CDM, en el programa “Memorias del Mundo”, que promueve la conservación y el acceso al patrimonio documental de la humanidad.
Hablemos de docencia. En 2021 ingresaste por llamado a la Escuela Universitaria de Música, EUM (actual Instituto de Música de la Facultad de Artes) como grado 3 de la Unidad Académica de Músicas Populares en Integración, Uampi. ¿Cómo fue esa experiencia docente? ¿En qué consistió el ciclo UNES?
A pesar de que el Plan de Estudios 2005 planteaba la importancia del conocimiento de las músicas populares y tradicionales del país y la región, la incorporación de la enseñanza de la música popular en forma orgánica sigue siendo un debe en la Udelar. En 2016, impulsada por su director Leonardo Croatto, se formó en la EUM una comisión para impulsar el análisis, diseño e implementación de acciones pedagógicas relacionadas específicamente con las músicas populares. En 2017 se realizó el III Coloquio “Formación Musical en Debate” y en 2018 el ncuentro “Músicas Populares en la EUM”. En 2021 se crea la UAMPI y se realiza el correspondiente llamado a concurso para ocupar el cargo de Coordinador. Con el cambio de gobierno yo ya no estaba en el CDM, así que me presenté y obtuve el puesto. En la EUM se venían realizando algunas actividades en relación con la música popular, por ejemplo, en el área de percusión con Jorge Camiruaga y Nicolás Arnicho. o con los Foros de saberes armónicos a cargo de Alejandro Barbot; y estaban los cursos curriculares sobre arreglos/ensamble a cargos de docentes como Andrés Bedó, Sergio Fernández Cabrera y Agustín Pardo, o cursos puntuales de Educación Permanente. Formada la Uampi, y trabajando con Agustina Martínez, nos vinculamos con la Unidad de Extensión para hacer un relevamiento de intereses y experiencias de estudiantes, egresadas/os y docentes con actividad en músicas populares. En 2023 se proyectó un ciclo de conciertos de música popular y se le dio el nombre UNES. Se desarrolló en ocho jornadas de viernes, con entrada libre en distintas salas montevideanas (Auditorios de la Facultad de Artes, Nelly Goitiño y Vaz Ferreira, Centro Cultural Artesano y Florencio Sánchez, Sala Lazaroff). Esta parte práctica se complementó con cursos teóricos semanales de temáticas variadas: La canción popular uruguaya: El rock en el Uruguay, Fernando Peláez; Lauro Ayestarán y las músicas populares del Uruguay, Viviana Ruiz y Federico Sallés del CDM; El canto criollo en la música popular uruguaya, Hamid Nazabay; La canción infantil en Uruguay, Latinoamérica y el Caribe, Julio Brum; El tango y el Uruguay, Martín Borteiro; Géneros en la canción uruguaya , Javier Cabrera; La tendencia experimental en el Canto Popular uruguayo, 1977-1985, Guilherme de Alencar Pinto.
En 2024 UNES pasó a implementarse en el Auditorio de la Facultad de Artes, esta vez como un ciclo de documentales sobre personalidades de la música uruguaya. El proyecto culminó a fin de año con un Reconocimiento a la Música Popular Uruguaya por parte de la Udelar a través de la Facultad de Artes. En el Paraninfo de la Universidad, con la presencia de autoridades universitarias, se le entregó una carpeta con ilustraciones realizadas por estudiantes del Instituto de Bellas Artes a artistas representativos: Ruben Rada, Hugo Fattoruso, Vera Sienra y Los Olimareños, o sea a Braulio López y a la familia de Pepe Guerra. En 2025, por edad, ya estoy jubilado de la Universidad.
Además de la enseñanza a nivel universitario, ¿sigues con talleres, seminarios, presentaciones y docencia a nivel privado o en otros ámbitos?
En febrero di un curso teórico al que llamé “La Canción Popular Uruguaya – Un marco conceptual para su estudio”. Hace años que vengo trabajando para aplicar en la música uruguaya lo que hicieron Ángel Rama y otros teóricos en relación con la literatura latinoamericana, o sea una visión orgánica de su historia, abarcando creadores, intérpretes, investigadores (y su bibliografía), archivos, difusores, medios, discográficas, gráfica, etc., además de relevar sus características semióticas, tanto en el lenguaje musical como en el de los textos, en el caso de ser canción. Después tengo mis talleres de composición de canciones, labor que realizo desde hace cuarenta y ocho años. Y sigo dando charlas cuando me invitan de alguna institución, generalmente con los nombres Música e identidad, o Música y sociedad.
En 1978, a tu retorno de Buenos Aires donde estuviste radicado te integraste al movimiento de música popular uruguaya. Luego de varias grabaciones que dejaron temas emblemáticos que ya son referenciales, hiciste un paréntesis hasta tu disco “Una mirada”, en 2023. En 2024 recibiste el Premio Morosoli a la Trayectoria en Música Popular. ¿Qué sentiste con esta vuelta?
Hace años que, cuando me preguntan por mi “carrera”, hago el mismo chiste diciendo que lo mío no es una “carrera” sino un “paseo” musical. Nunca he parado de actuar, pero las tareas docentes, y las institucionales cuando las hay, me dejan muy poco espacio para la composición. En 2023 me “obligué” a dejar un tiempo para terminar canciones y para grabarlas. En cuanto al Premio Morosoli te puedo decir que el valor de quien premia dignifica a los premiados. Viniendo de la Fundación Lolita Rubial, fue un honor recibir ese reconocimiento.
¿Qué lugar ocupan Mateo, el Choncho, el Darno, Mauricio Ubal?
Todos los que mencionás son formadores de estilos, generadores de caminos singulares en nuestra música, que por definición es de construcción colectiva y complementaria. Se ha escrito sobre ellos, se han hecho recitales de homenaje, aunque siempre parecería que falta más difusión, más conocimiento y celebración de su legado. Con varios tuve y tengo relaciones de hermandad. Como tantos otros artistas, hombres y mujeres, forman parte de lo que debemos celebrar como país.
Durante tu actividad profesional, mantuviste un interés marcado por la investigación y la comunicación. Por ejemplo, los programas de TV Ciudad Cajón de música, que digitalizó y difundió viejas filmaciones musicales, y Músicos en la ciudad, ciclo de entrevistas a personalidades musicales. Pero también tuviste por doce años el programa de radio Sonidos y silencios en Emisora del Sur, actual Radio Cultura de Radios Públicas. Algunos de esos programas obtuvieron el Premio Tabaré a Mejor Programa Cultural. ¿Ese interés sigue? ¿Cómo te llevas con las redes?
Es todo parte del mismo interés: documentar, difundir, elaborar teoría, desarrollar una militancia cultural. A las redes las uso como un nuevo “boca a boca”, difundiendo actividades propias y de colegas. Pero nunca escribo respondiendo o dando opiniones.
¿Cómo ves hoy lo que fue tu labor con el TUMP y con el sello Ayuí/Tacuabé? ¿Qué te motiva hoy día?
El TUMP y Ayuí/Tacuabé son instituciones formadoras de pautas culturales a largo plazo. El Estado tiene sus propuestas, el mercado otras, y están las instituciones independientes que aportan acciones alternativas y cubren espacios abandonados. Ayuí/Tacuabé es a la música lo que Cinemateca al cine o Banda Oriental a los libros. El Uruguay no sería lo mismo sin ellas. Por su parte, el TUMP tiene, además de una importante historia docente, libros y cancioneros de edición propia, su proyecto fundacional de Murga Joven, importantes experiencias de educación musical infantil, etc. Estamos hablando de teoría y práctica. Analizar la realidad a medida en que también se la construye.
Hoy en día me motiva y me desmotiva lo mismo de siempre. Por ejemplo, me angustia Gaza. Cada época carga con sus tragedias, pero también con su “esperanza interminable”, al decir de María Elena Walsh en su “Serenata para la tierra de uno”. Me motiva saber que hay muchas personas con las que nos reconocemos en ese camino, el de una esperanza activa.
El Centro Nacional de Documentación Musical Lauro Ayestarán (CDM) fue creado por resolución del Ministerio de Educación y Cultura de fecha 26 de marzo de 2009, sobre la base de los materiales del archivo del gran musicólogo adquiridos por el Estado uruguayo. El proyecto de Centro Nacional de Documentación Musical se basa en el espíritu de Lauro Ayestarán, pionero de una musicología uruguaya, abarcativa de todos los ámbitos de actividad cultural que presentan aspectos musicales, con una visión abierta a otras expresiones culturales, a otros ámbitos antropológicos, a otras manifestaciones artísticas. Quiere rescatar también el camino latinoamericanista iniciado en la década de 1930 por el musicólogo germano-uruguayo Francisco Curt Lange, basado fundamentalmente en la música culta, pero abriendo caminos a las expresiones indígenas, afroamericanas y populares mestizas.