La Mañana estuvo presente en conferencia de prensa con el cardenal Daniel Sturla, el representante uruguayo en el Cónclave, donde se mostró animado por el interés del mundo y por la oración de la comunidad católica uruguaya ante el acontecimiento más importante de la Iglesia católica.
El cardenal se refirió al Cónclave y al clima en torno a los cardenales y creyentes en los días previos a la elección: “Aquí en Roma, estos días se viven con mucha intensidad. Lo más importante, para los que tienen fe, es la oración, por la Iglesia y por los que participamos del Cónclave, para que los cardenales elijamos un papa santo y sabio, que sepa guiar a la Iglesia, confirmar en la fe a los hermanos, y que sea también un puente –la palabra Pontífice significa ‘hacedor de puentes’–, un puente con el mundo, sobre todo para la paz en tantas regiones”. Un tema que a Francisco le preocupó, en definitiva, y que tuvo expresión manifiesta en su funeral con el encuentro de los presidentes Trump y Zelenski.
Sturla hizo referencia a la misa pro eligendo romano pontifice, programada para la mañana del miércoles 7 de mayo y que será abierta a los fieles, en la Basílica de San Pedro. Inmediatamente después, se dará inicio al Cónclave.
Ante la pregunta por los ánimos de los electores, Sturla afirmó que “hay serenidad, al menos ese fue el tono de las congregaciones generales; hay un ambiente de búsqueda de la voluntad de Dios, porque en definitiva somos hombres de fe y tratamos de elegir al papa que Dios quiere y que el mundo necesita en este momento”. Sin embargo, esa serenidad no se traduce en una opción mayoritaria por uno de los presentes: “Hay distintas perspectivas. Todos reconocemos en Francisco un legado que se va a continuar: la cercanía con la gente, el anuncio pastoral, el anuncio de la misericordia infinita de Dios y la Iglesia en salida. Después hay una diversidad de enfoques en función de los posibles cambios ante ese legado. No es lo mismo el mundo hoy, en 2025, que el de 2013, cuando Francisco fue electo. También en la Iglesia ha habido cambios”.
El cardenal fue interpelado por la posibilidad de ser el elegido como sucesor, ante la que se mostró vacilante, y luego por la opción de otro latinoamericano en el asiento de Pedro: “Yo no descarto que pueda ser un papa latinoamericano, pero no me parece que lo vaya a ser”, y a la hora de reflexionar sobre los distintos candidatos, afirmó que “es importante de dónde venga el papa porque hay experiencias que tienen que ver con el lugar de donde uno viene. Pensemos en Juan Pablo II, el papa polaco; su papado fue muy importante para ese momento de la historia de Europa y del mundo. Conocía por dentro el sistema comunista y había vivido experiencias muy fuertes en su vida, y venía de una Iglesia que había mantenido muy fuerte la fe en una región donde era contraria. El papa alemán tuvo su impronta, con una formación cultural, teológica, absolutamente única, y el papa rioplatense llevó a Roma las inquietudes de nuestra región, sobre todo esa opción preferencial por los más pobres, los descartados, en palabras de Francisco”. A la hora de dar algunos indicios sobre la elección actual, afirmó que no sabe hacia dónde se dirige, porque hay candidatos de todos los continentes: “Se habla de algunos de África, de Asia, hay europeos también… Creo que puede ser de cualquier lugar”.
En cuanto al lugar de la Iglesia católica en el mundo y particularmente en nuestro país, Sturla se refirió a la progresiva secularización que se ha dado en occidente y en la cultura, y que sin embargo “aun así se espera a lo que tiene para decir al Iglesia, es como una voz que quiere ser escuchada. A nivel mundial, la Santa Sede, más allá del papa de turno, tiene y ha tenido en la historia una participación muy importante”. Se refirió también a la amplia representación que tienen los organismos estatales en el Vaticano –más de 180 países con su enviado en Roma–, y que nos habla no solo de la figura papal en la Iglesia, sino también como figura en la diplomacia internacional. “Recuerden que Juan Pablo II frenó, teléfono en mano, la guerra que se venía entre Argentina y Chile, que culminó con el tratado de paz entre Montevideo”, concluyó.
Por último, el cardenal Sturla reconoció el interés de los fieles y no creyentes, del Uruguay y del mundo, hacia este momento clave en la historia de la Iglesia, y afirmó que siente “todo el peso de la responsabilidad, pero al mismo tiempo el apoyo y la oración de tantos uruguayos que se contactan y que rezan por el próximo papa y por el Cónclave, para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales”. Con una bendición final, manifestó su fe y su esperanza hacia este momento de vacío en el liderazgo eclesial: “No entro solo al cónclave, iré con toda la fuerza de la oración de tanta gente”.