A la noche del pasado domingo recibimos la ingrata noticia del fallecimiento de Miguel Ángel Espeche, con quien días antes habíamos conversado con relación a su nota en La Mañana del 1º de octubre, sobre Guicciardini y Maquiavelo.
Como era natural en Espeche, en dicha nota puso en pocas pero precisas palabras el acento sobre las diferencias y semejanzas de dos pensadores italianos de enorme influencia en las ciencias políticas de su época y del presente. Por tanto, teníamos la expectativa de seguir contando con su erudita colaboración, tanto en lo estrictamente político como en lo periodístico.
Espeche era un argentino que había dedicado su vida al servicio diplomático de su país y como fino jurista era miembro del Comité Jurídico Interamericano de Río de Janeiro de la Organización de los Estados Americanos. Es particularmente destacable su elaboración de lo que se ha llamado “Doctrina Espeche”, que se refiere a la ilicitud de la deuda externa y la responsabilidad de los Estados. En tal sentido, señaló la ilicitud del alza unilateral de los intereses de los documentos de la deuda externa y una solución en el marco del derecho internacional público, ya que los aumentos de las tasas de interés infringen normas consuetudinarias de derecho internacional general como la rebus sic stantibus, prevista en el art. 62 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados. La Doctrina Espeche, sin duda, tendrá que ser tenida en cuenta para resolver el grave problema de la deuda externa de los países, que hoy afecta incluso a las grandes potencias. Una poderosa red de intereses mantiene soterrado el problema del endeudamiento de los países, pero en algún momento estallará y la preservación del orden económico y jurídico contará con una solución acorde a lo propuesto por Espeche.
Digamos, por otro lado, que Miguel Ángel, con el que programábamos encontrarnos en la semana que corre, hacía honor a la afirmación de Borges en el sentido de que argentinos y orientales somos tientos de un mismo lazo. No solo estaba casado con una oriental como Raquel Sienra, a quien hacemos llegar nuestras condolencias, sino que quería entrañablemente al Uruguay, donde también pasaba largos períodos. Espeche, es entonces, uno de los tantos protagonistas de la vida del Río de la Plata que justifica la creación de una ciudadanía rioplatense, que en este rincón del mundo despeje los egoísmos que pretenden enfrentarnos y estreche nuestros lazos, afirmando los valores comunes que hemos construido.
Recordaremos siempre al amigo y consejero Miguel Ángel Espeche, de quien nos despedimos con las palabras de Lope de Vega: “Que solo con el bien de tal memoria, toda la pena me trocáis en gloria”.