El gobierno ha decidido cortar los puentes y dejar sin efecto el contrato con el astillero español Cardama, que tenía a su cargo construir dos buques de patrulla oceánica encargados por la administración del Dr. Lacalle Pou, navíos que son necesarios dado que nuestro mar territorial cada día que pasa es menos nuestro por la simple razón de que la Armada Nacional carece de unidades aptas para vigilarlo, especialmente de depredadores de pesca extranjeros que saben de la riqueza ictícola de esas aguas. Aparentemente, el único buque con capacidad para recorrerlo –que no es lo mismo que vigilarlo– es el ROU Gral. Artigas, que no está hecho para esa función sino para tareas logísticas tales como aprovisionar nuestra base en la Antártida.
Ahora bien, según se anunció en la correspondiente conferencia de prensa, fue nuestro presidente quien rescindió la relación contractual, aparentemente de forma unilateral, dado que un acuerdo “interpartes” se deja sin efecto con la conformidad de ambas a menos que esté prevista esa posibilidad, como bien lo ha señalado el Dr. Lust en su programa de YouTube, lo que es sumamente raro. El único acuerdo o acto que no requiere anuencia de la otra parte es el caso del divorcio por la sola voluntad de la mujer, notoriamente violatorio del artículo 8 de la Constitución, pero esa es otra historia, no apta para feministas radicalizadas.
Ingresar a las complicadas razones técnicas del enmarañado problema no es propio de una nota periodística, pero sí lo es plantearse la realidad de la situación y hay elementos que sugieren –como todo lo político es imposible demostrarlo– que puedan existir otros motivos, independientemente de la falta de voluntad de todos los gobiernos en dotar a nuestro país de los medios apropiados para dar cumplimiento a la obligación del Poder Ejecutivo que se encuentra contenida en el inciso 1 del artículo 168 de la Constitución: conservar la seguridad en lo exterior, aunque claro está que ello no atrae votos por la tradicional tendencia uruguaya de vivir a espaldas del mar. Y no solo de pan viven nuestros políticos, sino también –y fundamentalmente– de votos.
También flota en el ambiente la posibilidad de que el gobierno prefiera gastar el dinero dedicado a las patrulleras en otras cuestiones, así como que se aproveche el momento de pasarle factura a la administración anterior, que, dicho sea de paso, fue enormemente lenta en lo atinente a la Defensa Nacional, especialmente en el ámbito aéreo y naval.
Y finalmente no es de descartar que se quiera direccionar a nuestra anestesiada y adormecida población por caminos que la hagan olvidar de los homicidios de casi todos los días, los cuestionamientos a algún jerarca gubernamental, los enfrentamientos entre bandas narcos, la imposición de algunos impuestos o alguna otra cosa más por el estilo, para lo cual el Frente Amplio es maestro desde que se enseñoreó (¿o le entregaron?) la enseñanza.
Mientras tanto, los pesqueros brasileños festejan.





















































