En una jugada que sacudió los cimientos de la industria global del videojuego, el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita (PIF) anunció la adquisición de Electronic Arts (EA), uno de los gigantes históricos del sector, por la asombrosa cifra de 55.000 millones de dólares. Esta operación, que se concretará en 2027, marca un antes y un después en la estrategia saudí de diversificación económica y posicionamiento en industrias creativas y tecnológicas.
EA, responsable de franquicias icónicas como EA Sports FC, Los Sims, Battlefield y Need for Speed, pasará a manos de un consorcio liderado por el PIF, junto a fondos como Affinity Partners y Silver Lake. Aunque mantendrá su sede en California y seguirá bajo la dirección de Andrew Wilson, dejará de cotizar en bolsa, lo que representa un cambio profundo en su estructura operativa.
¿Qué significa esto para la industria mundial?
La compra de EA no es un hecho aislado. Arabia Saudita lleva años invirtiendo en videojuegos: ha adquirido participaciones en empresas como Nintendo, Capcom y SNK, ha financiado torneos de eSports de escala internacional y ha creado Savvy Games Group, una firma estatal con el objetivo de convertir al país en un hub global de gaming. Esta estrategia forma parte del ambicioso plan Visión 2030, que busca reducir la dependencia del petróleo y transformar la economía saudí hacia sectores innovadores y sostenibles.
Los resultados ya se están viendo: Arabia Saudita ha logrado atraer talento internacional, generar empleos altamente calificados y posicionarse como un actor relevante en la conversación global sobre el futuro del entretenimiento digital. Con esta última adquisición, el país no solo gana propiedad intelectual y acceso a millones de jugadores, sino también legitimidad como potencia creativa.
¿Y Uruguay? ¿Qué podemos aprender?
Uruguay tiene una oportunidad única. Con empresas como Ironhide Game Studio, reconocida mundialmente por su saga Kingdom Rush, y la instalación de estudios internacionales como Jam City y Globant, el país ya ha demostrado que puede competir en la liga mayor. Además, cuenta con ventajas estructurales: alto nivel educativo, penetración tecnológica, dominio del inglés y una cultura creativa vibrante.
Para que Uruguay pueda dar el salto y convertirse en el referente latinoamericano en la industria de los videojuegos, quizás ha llegado el momento de pensar en grande: definir una estrategia integral que articule esfuerzos públicos y privados en torno a una visión compartida. Se necesita una política de Estado que reconozca a los videojuegos como un eje estratégico de innovación, exportación y educación, tal como lo ha hecho Arabia Saudita en su ambicioso plan de diversificación económica. Eso incluye aumentar la inversión en financiar, potenciar y acelerar los proyectos de estudios emergentes. Esfuerzos como los que realizan la Agencia del Cine y Audiovisual de Uruguay y el Ministerio de Industria, Energía y Minería necesitan ser repensados y dotados de recursos para nuevos desafíos. Es muy importante crear espacios donde el inversor privado de Uruguay tenga una oportunidad ventajosa de invertir en las startups de videojuegos.
A nivel educativo, es fundamental fortalecer las carreras universitarias existentes, como las de la ORT, Universidad Católica y Bellas Artes, y expandir la oferta de formación técnica en todo el país, especialmente en el interior, para democratizar el acceso a estas oportunidades. También es clave impulsar la internacionalización del sector, fortaleciendo e integrando en esa estrategia los esfuerzos de Uruguay XXI, apoyando a los estudios uruguayos en ferias globales, facilitando el acceso a fondos internacionales y promoviendo alianzas con publishers y plataformas de alcance mundial. En paralelo, se deben generar condiciones atractivas para la inversión extranjera, mediante incentivos fiscales y regulatorios que posicionen a Uruguay como una base regional competitiva.
Finalmente, es imprescindible un cambio cultural que revalorice al videojuego no solo como actividad recreativa, sino como herramienta educativa, profesional y económica. En ese sentido, eventos como Level Uy, organizado por la Cámara Uruguaya de Videojuegos, cumplen un rol esencial al acercar la industria a la ciudadanía y fomentar el diálogo entre estudiantes, profesionales, empresas y aficionados. Se ha hecho mucho en los últimos 15 años creando las condiciones necesarias, es momento para avanzar en una nueva etapa.
El desafío está planteado
La compra de EA por Arabia Saudita es una señal clara: los videojuegos ya no son solo entretenimiento, son geopolítica, economía y cultura. Uruguay tiene todo para ser protagonista en esta nueva era. Pero hace falta decisión, visión y acción coordinada entre el Estado, la academia y el sector privado.
¿Estamos listos para jugar en las grandes ligas? En próximas ediciones seguiremos explorando cómo convertir el talento uruguayo en motor de desarrollo, y cómo el juego puede ser, también, una estrategia de país.
Gerson Da Silva es vicepresidente de la Cámara de Desarrolladores de Videojuegos (CAVI) y director de Diseño en Ironhide Game Studio, la empresa creadora de sagas como Kingdom Rush e Iron Marines. Cofundador de Totem Games, creó títulos con impacto social como la galardonada Water 2050. Es docente en la Universidad Católica y Bellas Artes y desde 2019 es mentor en el Google Indie Game Accelerator, apoyando estudios de más de 34 países.
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