El pasado fin de semana Cabildo Abierto celebró su Congreso Nacional Extraordinario, en el que se aprobaron los nuevos estatutos partidarios y se realizó un análisis de la situación actual del partido. El evento transcurrió en un clima de unidad y de espíritu constructivo, conscientes todos de la coyuntura histórica que vivimos y de la imperiosa necesidad de que el partido recupere el terreno perdido.
En el nuevo estatuto aprobado se ratifica, en su primer artículo, que el referente ideológico del partido es el ideario artiguista. Así de claro: no hablamos ni de izquierda ni de derecha, hablamos de artiguismo y lo que este representa: la defensa de la autonomía de los pueblos y de los más frágiles de la sociedad. Parece clarísimo, pero ¿cuántos realmente entienden el artiguismo? ¿Cuántos ensalzan al prócer y sus ideas en cuanta oportunidad se les presenta y después muestran una obsecuencia inaudita con los dictámenes que vienen de afuera? ¿O permanecen inmutables ante la tragedia social de decenas de miles de uruguayos viviendo en la indignidad, o víctimas del delito y la droga?
Los centenares de convencionales nacionales que asistieron al Congreso provenientes de todos los rincones del país demostraron tener bien claro, y así lo manifestaron en decenas de intervenciones, la vigencia de las banderas de lucha tras las cuales se encolumnó Cabildo desde el inicio de su camino político hace seis años. Y esas banderas son las de la defensa de los más frágiles de nuestra sociedad, de aquellos que no tienen voz para hacerse escuchar en un país donde la comunicación está en manos de tres o cuatro grupos económicos que la manejan de acuerdo con su conveniencia. Es la bandera de la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Es la de la causa de los deudores explotados por los usureros inescrupulosos. Es la defensa de los jóvenes, víctimas de políticas suicidas de drogas, y la de sus familias, impotentes ante un Estado que no da respuestas a un problema de extrema gravedad. Es terminar de una vez con la inseguridad que nos afecta a todos, pero sobre todo a los más débiles, a aquellos que no pueden mudarse de barrio o pagar una seguridad privada. Es la bandera de la defensa de la familia, seriamente afectada por ideologías antinaturales que apuestan al enfrentamiento entre sexos y que han convencido a la mujer de que ser madre es lo peor que le puede pasar. Es también atreverse a denunciar el daño que le ha hecho a la familia y a la sociedad en su conjunto la Ley 19.580, que ha generado tremendas injusticias y mucha más violencia que la que pretende evitar.
En Cabildo Abierto existe la convicción de que estas banderas representan lo más genuino del artiguismo, la verdadera defensa de los más frágiles, y que merecen ser izadas al tope. ¿De qué sirve estar permanentemente haciendo gárgaras de populismo, embanderarse con la defensa de los humildes, cuando por otro lado se impulsan políticas que dejan inermes a los más débiles, sin posibilidad de defensa ante las amenazas reales que enfrentan día a día? ¿O acaso no son los más frágiles el niño por nacer, el anciano considerado descartable, el deudor víctima de la usura, el angustiado por la inseguridad, el joven sin rumbo en la vida, o el que cae en la adicción?
También somos conscientes de que al defender estas banderas, muchas veces en solitario, nos hemos puesto en la vereda de enfrente del poder real. Nos referimos al verdadero poder, ese que está más allá del que luce la banda presidencial y que no le afecta mayormente cuál sea el partido de gobierno. Ese poder que se acostumbró a no ser tocado y que vio con preocupación el surgimiento de un partido que se atrevió a poner sobre la mesa temas que parecían tabú en nuestra política. Y comenzó a plantear enfrentar a la usura, ponerle límites a la forestación en las mejores tierras del país, terminar con la demencial política de drogas, condenar a la ideología de género en todas sus formas, hablar claramente de la tremenda amenaza demográfica que enciende luces de alarma sobre el futuro de nuestro país, del trabajo obligatorio a los presos, de las oportunidades a los llamados “ni-ni”, de la venia del Senado a las concesiones a largo plazo, de las auditorías obligatorias… En todos estos asuntos Cabildo Abierto hizo propuestas concretas. La mezquindad, la miopía, o la complicidad con el poder del sistema político, incluyendo a nuestros propios compañeros de coalición, hizo que no se lograran soluciones, que todos sabemos que son impostergables.
El aire que se respiraba en la sede del Congreso de Cabildo Abierto era de preocupación con la realidad del país, pero también de confianza en un mañana mejor, además de compromiso y conciencia de la necesidad de contar con un partido fuerte que recorra el camino del crecimiento. Son muchísimos los compatriotas que necesitan que nuestra voz no se apague. Quienes así no lo sienten optan por el alejamiento. Quienes así lo sentimos daremos todo para que Cabildo Abierto alcance la fuerza necesaria para cambiar nuestra dolorosa realidad nacional. El camino está trazado y no nos apartaremos de él…