En un encuentro organizado por la Ministerio de Relaciones Exteriores y el Banco Interamericano de Desarrollo, el canciller Mario Lubetkin reafirmó –como parte de una política de Estado– su compromiso para mejorar la inserción internacional de la marca país.
Durante la apertura del encuentro “Uruguay y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): Diálogo estratégico sobre inserción internacional y reformas”, organizado en Montevideo el pasado 15 de agosto por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el canciller Mario Lubetkin delineó con claridad las prioridades del país en el escenario mundial. Su mensaje fue categórico: un mejor y mayor posicionamiento global de Uruguay redundará en beneficio de toda la sociedad, atrayendo más comercio, inversiones y generando empleo de calidad, a la vez que se incorpore tecnología e innovación en el desarrollo productivo nacional.
El encuentro no fue solo un espacio de reflexión académica, sino un foro político y económico de primer nivel en el que participaron autoridades del gobierno uruguayo, referentes del BID y expertos internacionales. Allí se debatió sobre la necesidad de alinear las políticas nacionales con los estándares de la OCDE –organismo que agrupa a 38 democracias avanzadas– y de implementar reformas que fortalezcan la institucionalidad, la transparencia y la competitividad del país.
Una hoja de ruta para un mundo en transformación
Lubetkin subrayó que el gobierno, al asumir hace seis meses, se propuso una visión proactiva con una hoja de ruta clara, orientada a enfrentar los retos de un mundo multipolar, marcado por cambios constantes, creciente proteccionismo y mayor competencia global. El canciller insistió en la necesidad de diseñar políticas de Estado de largo plazo, que trasciendan coyunturas y gobiernos, y permitan a Uruguay proyectarse como un actor confiable en la escena internacional.
En esa línea, defendió la evaluación crítica de las herramientas económico-comerciales vigentes. El objetivo es volverlas más efectivas y dinámicas, capaces de abrir acceso a nuevos mecanismos de negociación, y de tender puentes tanto con socios regionales como con organizaciones internacionales como la OCDE.
Mercosur y multilateralismo como ejes estratégicos
Uno de los puntos más destacados del discurso fue la reafirmación del compromiso de Uruguay con la integración regional y la apertura global. Lubetkin calificó al Mercosur como un pilar de la política de inserción global del país y enfatizó la necesidad de reforzar las fases integradoras en América Latina y el Caribe.
“La integración regional es la base de nuestra inserción global”, subrayó el canciller, al tiempo que ratificó la vocación multilateralista de Uruguay. Con optimismo, confió en que se concreten “a la brevedad” los acuerdos del Mercosur con la Unión Europea y con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), lo que marcaría, en sus palabras, una nueva etapa para la región y para Uruguay en particular.
De sellarse, estos acuerdos no solo mejorarían el comercio y las inversiones con Europa, sino que también servirían para elevar estándares de calidad y prácticas productivas en el Mercosur, ofreciendo una señal clara de hacia dónde se encamina el bloque en su búsqueda de modernización y apertura.
Ampliar horizontes: de América Latina a Asia y África
Lubetkin detalló las múltiples acciones que Uruguay está desplegando en distintos rincones del mundo. Explicó que el país asumirá en 2026 la presidencia de la Celac y, en breve, la del Consenso de Brasilia entre países de América del Sur. Ambos roles representan, según señaló, una oportunidad para intensificar y diversificar las relaciones comerciales.
El canciller puso énfasis en la importancia de nuevos mercados.
En Asia, Uruguay se adhirió recientemente al Tratado de Amistad y Cooperación del Sudeste Asiático, lo que abre puertas para captar inversiones y ampliar exportaciones hacia esa región.
En África, se busca profundizar vínculos con países emergentes como Sudáfrica y Angola, explorando oportunidades en sectores estratégicos. En el Golfo Pérsico, se mantienen contactos para atraer inversiones en energía y logística.
A su vez, subrayó que Uruguay seguirá cultivando sus relaciones históricas con socios centrales como Estados Unidos, al tiempo que explora vínculos con actores emergentes como China, India y Vietnam, así como con naciones menos tradicionales, en el marco de una política de diversificación.
Uruguay como socio confiable
El mensaje que el canciller buscó transmitir a inversores, organismos multilaterales y gobiernos fue contundente: Uruguay es un socio comercial confiable. No solo por su capacidad de proveer alimentos de calidad, sino también por su potencial en software, energías limpias, tecnología y servicios logísticos.
El país se proyecta como un hub de innovación, sostenibilidad y estabilidad política en un mundo en el que estos atributos son escasos y muy valorados. Lubetkin lo resumió así: “Queremos llegar a nuevos mercados con productos sostenibles y de calidad, con servicios y nuevas tecnologías. Somos un socio comercial confiable”.
El canciller recordó que la política exterior de Uruguay está marcada por principios rectores que incluyen:
-La defensa del derecho internacional.
-La protección de la democracia y los derechos humanos.
-La promoción de la sustentabilidad y el medio ambiente.
-El compromiso con la paz y la seguridad internacional.
En un mundo complejo y fragmentado, subrayó Lubetkin, Uruguay quiere proyectarse como un país estable, confiable y dispuesto a asumir mayores responsabilidades internacionales.
Reformas para alinearse a estándares internacionales
El encuentro también tuvo un fuerte componente técnico. Se abordaron las reformas estructurales que Uruguay deberá encarar para modernizar su economía y su gobernanza, en consonancia con los estándares de la OCDE. Entre ellas se destacan:
-Regulación de mercados: necesidad de mejorar las normativas para fomentar competencia.
-Modernización del Estado: cambios para hacer más eficientes las gestiones y adaptarlas a una economía globalizada.
-Reforma tributaria: revisión de las políticas fiscales para garantizar transparencia y facilitar el intercambio de información internacional.
Estas reformas, que fueron objeto de debate entre autoridades nacionales y especialistas, apuntan a consolidar la reputación y credibilidad del país en el plano internacional.
Otro aspecto resaltado en la intervención fue la participación de Uruguay en espacios de diálogo de alto nivel, como la cumbre del Brics –a la que fue invitado pese a no ser miembro– y la próxima cumbre del G20 en Sudáfrica. Según explicó el canciller, la presencia del país en estas instancias refleja una política exterior de apertura y coherencia discursiva: lo que Uruguay plantea en el Mercosur es lo mismo que defiende en el Brics o en el G20.
Este alineamiento le otorga al país un valor adicional: el de ser un actor que mantiene un lenguaje único y coherente en todos los foros internacionales, independientemente del interlocutor.
Finalmente, Lubetkin insistió en que Uruguay no se plantea solo objetivos inmediatos. Su visión se proyecta hacia 2030, 2035 y 2040, con la idea de construir un desarrollo económico sólido, sostenible y acompañado de justicia social. El desafío, dijo, es que nadie quede atrás en este proceso de inserción global y modernización.
Un debate que trasciende coyunturas
El evento contó con la participación del secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez; el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Rodrigo Arim; la ministra de Industria, Energía y Minería, Fernanda Cardona; y otros jerarcas de gobierno. La concurrencia mostró que la inserción internacional de Uruguay no es un tema limitado a la Cancillería, sino un asunto transversal que involucra a todo el aparato estatal.
En el intercambio con el público, se planteó que la pertenencia a la OCDE no es un fin en sí mismo, sino una oportunidad para revisar las políticas nacionales y adaptarlas a un contexto internacional cada vez más exigente. Se trata de un proceso que, de concretarse, podría traducirse en mayor confianza de los mercados y más oportunidades para los uruguayos.
La intervención de Mario Lubetkin dejó en claro que Uruguay busca un salto cualitativo en su posicionamiento global. Con reformas internas, diversificación de mercados, defensa de valores democráticos y un fuerte compromiso con la integración regional y el multilateralismo, el país intenta proyectarse como un actor confiable, estable e innovador.
El camino no está exento de desafíos. Las negociaciones internacionales, la competencia global y las reformas pendientes requerirán consensos políticos y sociales. Sin embargo, el mensaje que quedó instalado tras el encuentro es claro: la inserción internacional de Uruguay no es solo un objetivo de política exterior, sino una condición necesaria para el desarrollo económico y social del país en las próximas décadas.