La cercanía de la discusión por la Ley de Presupuesto comienza a generar planteos desde diferentes sectores. El economista y expresidente del Banco Central Julio de Brun, en diálogo con La Mañana, analizó los temas en cuestión.
En las últimas horas un senador oficialista anunció que se va a intentar, por lo menos, implantar una gran reforma tributaria. ¿Por dónde iría y cuáles serían los efectos?
Lo que ha planteado el oficialismo, entre sus distintos sectores, está, por un lado, el llamado impuesto a los ricos. Es este 1% sobre no se sabe qué y no se sabe a quién, digamos, y por lo tanto tampoco se tiene claro qué va a recaudar. Para los efectos, sí, razonablemente, cabe esperar que, dependiendo de la forma en que se tribute, haya algún tipo de escape del impuesto, como ha ocurrido en otros países donde se hacen este tipo de intentos tributarios y después la recaudación es mucho menor de la esperada. Aparentemente hay una postura por lo menos de discrepancias en la interna del gobierno. Y después está, por otro lado, la postura que de alguna manera ha sugerido el ministro de Economía, que es la de modificar el gravamen sobre rentas provenientes del exterior, que hasta el momento están gravadas, fundamentalmente, intereses y dividendos, y que se buscaría incorporar allí en el hecho generador, no solamente intereses y dividendos, sino también ganancias de capital. También ahí hay que ver a qué tasa, con qué criterios, si son ganancias realizadas o no. Lo habitual en el mundo son las ganancias realizadas. Y de vuelta está la cuestión de qué efecto tiene eso sobre los que hoy son residentes y que han optado por Uruguay como residencia tributaria. Esto eventualmente no puede hacerles cambiar el criterio de sus decisiones tomadas hasta el momento. Con lo cual también termina siendo una incógnita cuál será verdaderamente el efecto de recaudación por este impuesto. En cualquiera de los casos, distorsionan mucho y generan poca recaudación para la distorsión que producen.
El senador Gustavo González manifestó que la reforma tributaria y la eliminación de algunas exoneraciones significaría un aporte que, comparado con el 1% a los más ricos, sería casi una propina. ¿Estamos hablando de cifras importantes?
Es que hablar de reforma tributaria es una cosa de más amplio espectro que introducir modificaciones en algunas tasas de algunos impuestos. Yo creo que en ningún caso estamos hablando aquí de una reforma tributaria como tal. La última fue la del primer gobierno del Frente, cuando se introdujo el Impuesto a la Renta de Personas Físicas, y antes de eso la de los años 70. Después, todo lo demás han sido modificaciones sobre un sistema tributario existente, y eso es lo que está planteado ahora. Es un aumento de algunos impuestos, obviamente con un fin de recaudar un poco más sobre algún sector de la población. Yo creo que en ningún caso se puede pensar que se puedan obtener grandes números con estas cosas.
Para captar esos capitales depositados fuera del país, ¿se puede aplicar un sistema de “blanqueo” como ocurrió en Argentina?
Primero, usted debe tener cuidado de que está comparando un stock con un flujo. Una cosa es el stock de activos fuera del país y otra cosa es que el PBI, que en sí es un flujo de producción año a año. Que eso sea muy grande no significa nada. Usted lo que tiene que comparar, en todo caso, es cuál es el rendimiento que producen esos activos fuera del país, para ir a ver realmente cuál es la posibilidad de obtener un ingreso a partir de esas rentas que se obtienen por esos activos fuera del país. La cuestión del blanqueo era cuando, por ejemplo en el caso de Argentina, ya existía un apetito de antes del gobierno por gravar activos que estaban fuera del país y, en la medida en que había gente que no los declaraba o que había una evasión sobre esos impuestos a esos activos, ahí quedaba la oportunidad de “ponerse al día”, por decirlo de alguna manera. En la medida en que eso hoy no está gravado, nadie está evadiendo nada y por lo tanto no habría necesidad de ningún blanqueo ni ninguna situación de ese tipo. Es simplemente empezar a aplicar el impuesto y ahí habrá que ver qué respuesta tiene el contribuyente. Además, de por sí, mi postura personal es que ese tipo de cosas, como los blanqueos, lo que generan a la larga es el incentivo justamente válido, con la idea de que tarde o temprano va a venir algún tipo de alivio fiscal o de perdona tutti o algunas cosas por el estilo que permita que el que pagó religiosamente durante todo ese tiempo no tenga ningún beneficio y el que evadió, a la larga, después termina teniendo el beneficio de esa suerte de amnistía tributaria. O sea que yo creo que hoy no es necesario porque no hay evasores de un impuesto que no existe y además es inconveniente cuando uno lo hace sobre un impuesto en marcha. Además de que creo que un país no debería gravar rentas que estén fuera de la instancia, del principio de territorialidad, porque hay una cuestión también de justicia que tiene que ver que más allá de que una persona tenga una capacidad contributiva, en la medida que esa capacidad contributiva está en otro país y por lo tanto recibe los beneficios de otro Estado, es ese otro Estado el que debería gravar esas rentas, y no Uruguay, que a quienes generan rentas en el exterior no les aporta absolutamente nada.
Los anuncios de algunos sectores del oficialismo apuntan a mejorar la recaudación. ¿Cuán lejos estamos de conocer la realidad económica del país?
Yo creo que hay algo que sí sabemos. Si miramos los números con atención, podemos ver que tenemos una situación fiscal que va camino a ser preocupante. Y, por otro lado, en materia de gastos, ya antes de empezar a discutir el Presupuesto parecería que hay una batalla que el Ministerio de Economía ha dado por perdida, que es la de justamente tener algún tipo de contención en materia de gasto público. Entonces, por un lado, uno ve que el gasto va a seguir creciendo más rápido o menos rápido, pero de todas maneras va a seguir creciendo y, probablemente, más de lo que crece el producto. Si no se aumentan mecanismos de recaudación, ya sea por fiscalización o por creación de nuevos impuestos o por aumento de impuestos existentes, Uruguay va camino a una situación fiscal comprometida, que dependerá un poco de cómo sea la situación económica en los próximos años.
Por último, el ministro de Economía, sin aparente respaldo político, ¿se puede mantener con estos proyectos presentados que van en contra de lo que solicitan varios sectores del partido de gobierno?
Lo que pasa es que no está claro qué es lo que quiere el partido de gobierno. Hay sectores del gobierno que quieren una cosa y hay sectores que quieren otra. Yo creo que el ministro de Economía tiene un apoyo político fundamentalmente de lo que sería el MPP, hoy por hoy, por lo menos culturalmente. Y el MPP parece más inclinado a las fórmulas que propone el ministro de Economía que a las que están proponiendo, por ejemplo, el Partido Comunista o los socialistas. Por eso es más probable que en el Presupuesto aparezcan las modificaciones tributarias que propone el ministro de Economía y no la del llamado impuesto a los ricos. Y yo creo que eso va a tener, por el momento, el apoyo político de lo que es la mayoría, por lo menos dentro de lo que se alinea. Después habrá que ver qué fortuna tiene la actuación del ministro de Economía en los próximos años, y ahí dependerá un poco de lo que es su situación o su sostenibilidad a largo plazo. Pero yo creo que hoy por hoy no está cuestionado.