Es una leyenda bohemia del fútbol uruguayo. Jorge Chifle Barrios nació en Las Piedras en el año 1964, fue campeón de América con la Selección Uruguaya, vivió en Grecia y dedicó –y dedica– su vida a su gran pasión: el fútbol. En entrevista con La Mañana, hizo un repaso de su trayectoria y resaltó la importancia de los clubes barriales tanto para la formación deportiva como para la humana. “Todo lo que pase por el blanco y el negro es una manera de vivir”, ilustró.
Sus primeros recuerdos en torno a una pelota son del baby fútbol en su ciudad natal, Las Piedras. Barrios comenzó jugando en el club La Llama, en la canchita que estaba frente a su casa. Terminadas las últimas categorías y con el firme deseo de continuar en la trayectoria futbolística que recién se iniciaba, llegó al club que también se encontraba en la ciudad canaria y al que dedicaría su vida: Wanderers. A los catorce años inició su carrera en el club bohemio y, de alguna forma, comenzó a subir una escalera de la mano de don Mateo Giri (sobre quien dijo, a su entender, “fue el mejor presidente que tuvo el futbol uruguayo”), y José Nuñez, el actual presidente, hasta llegar al parque Alfredo Viera, en Montevideo. Fue allí donde conoció al “gran” Pepe Etchegoyen, director técnico, y, desde entonces, no paró hasta llegar a la Selección Uruguaya.
“Me formaron como jugador y como persona”, expresó Barrios en entrevista con La Mañana. Por aquella época, recordó, era muy flaquito, de contextura pequeña, por lo que los dirigentes les compraban pastillas de pescado para reforzar su organismo. “En el living de mi casa mi madre tenía las bolsas que le traían los dirigentes. Había un olor que no te imaginás”, rememoró entre risas. Es una muestra más de los cuidados que recibió. Por su parte, también recordó que durante las concentraciones Giri hacía una sopa especial con huevo para los jugadores. “Los dirigentes de antes tenían una característica que era que primero iban a la persona y luego al jugador de fútbol”, resaltó.
La evolución de Wanderers
Tal vez sea por esa experiencia tan humanamente cercana al club, que Barrios se define como “un hijo de la familia wanderista”. En este sentido, mencionó que defiende al club bohemio como siempre defendió la cancha y repasa las grandes figuras que se formaron allí, como Obdulio Varela o Enzo Francescoli y el rol del aporte de juveniles a la selección. “Siempre la etiqueta de Wanderers fue la previsión en las divisiones menores. El club siempre fue muy organizado, con gente muy correcta que conocía del patrimonio. Con la venta de Luis Alberto Acosta, Giri compró una sede divina que estaba sobre la calle Agraciada, que fue el mejor club que tuvimos. Cuando supe que lo habían vendido se me piantó un lagrimón”, sostuvo.
Sin embargo, indicó que Wanderers siempre fue una institución que fue en continua modernización y que siempre se tendrá al parque Viera “como el templo”. También subrayó que, gracias a Walter Devoto, presidente del club entre los años 1999 y 2006, hoy tienen un disfrutable complejo para divisiones menores.
Su paso por la selección: “Dejar la bandera de Uruguay bien alta”
De su paso por la selección uruguaya resalta el equipo. “Teníamos un gran plantel. De ahí fui aprendiendo hasta que después tuve todas las generaciones y los planteles que pasaron hasta el año 2000, cuando me retiré”, recordó.
En este sentido, Barrios dijo sentirse un “agradecido” a la selección y también resaltó el nivel que se tenía. “Salíamos campeones de todo. De juveniles salimos campeones sudamericanos. Luego, en el mundial juvenil de Japón, agarramos la Copa de oro. Me tocó hacer un gol en la final de Brasil, salimos campeones de la Copa América en Bahía”, enunció. Por supuesto, tampoco faltan aquí las anécdotas. “En esta última ocasión, empezamos a dar la vuelta Olímpica. Yo me saqué la camiseta, tiraba besos y saludaba, pero eran todos brasileros, nos empezaron a tirar naranjas porque estábamos de visitantes. Era todo una locura”, relató. Era la locura de haber logrado la Copa América con sus compañeros. Luego le siguió la clasificación al mundial de México de 1986. “Tuvimos una generación de jugadores de fútbol que en estos momentos valdrían unos cuantos millones de dólares, como Francescoli, Venancio Ramos o Ruben Paz, gente exquisita del fútbol”, enumeró.
Pero más allá de las capacidades físicas, resaltó asimismo los valores pregonados y vividos en ese momento. “Donde íbamos siempre teníamos la bandera bien puesta, porque sabíamos que teníamos que respetar al país. A cada lugar que íbamos dejábamos bien en alto a Uruguay, a través de la conducta y la disciplina, a pesar de que antes se jugaba de forma más agresiva, siempre tratamos con mucho respeto al rival”, confesó.
Un pedrense en el Partenón
El fútbol le dio a Barrios la oportunidad de conocer el mundo, llegando a llenar tres pasaportes. Pero de todos los países que recorrió, uno ocupó –y ocupa– un lugar especial. Se trata de Grecia, país al que llegó de la mano del club Olimpiacos en el año 1985 donde estuvo hasta el año 1987, hasta pasar al Levadiakos, para desarrollarse hasta el año 1991, antes de retornar a Uruguay de la mano de Peñarol.
Cuando llegó a las tierras helénicas no hablaba su idioma, pero era bueno imitando los sonidos, por lo que en los primeros tiempos se volvió un buen parlante sin conocer el significado de las palabras. “Era un canario de Las Piedras que ni siquiera sabía inglés”, señaló. Por ese tiempo, vivió grandes desafíos personales. Se trasladó con su esposa, con quien se había casado hacía apenas dos años, y transitó el fortalecimiento de la pareja. “Siempre fui detrás de la pelota y mi familia me acompañó. Crecimos todos. Le debo mucho a Grecia, pasé años muy bonitos y me trataron como a uno más. Estoy agradecido de haber encontrado tanta gente bonita en la carrera de futbolista”, remarcó. Hoy habla y escribe perfectamente el griego (incluso sus hijos llevan esta nacionalidad) y recuerda cómo todos los días pasaba frente al Partenón.
Pero, a pesar de esa influencia griega, argumentó que la verdadera pasión la vive con Wanderers. “Siempre digo que es una manera de vivir. Desde los 14 años que entré a esta gran familia estoy al tanto de todo lo que sea blanco y negro. En una conversación, si no hablo cinco palabras del viejo y querido Wanderers es como si me faltara algo”, confesó.
Respecto a las elecciones a celebrarse en el club bohemio el próximo 14 de julio, en las que se postula, comentó: “La gente quiere ver una vuelta olímpica. Yo trataría de hacer todo lo posible para ver a Wanderers campeón uruguayo. Se nos está escapando el sueño de tener un minuto de gloria, pero ojalá que podamos renovarlo. No es que haya estado mal lo que se hizo antes, pero sí estaría bueno probar hacerlo de otra manera y darle una alegría a la hinchada, nada más y nada menos”, finalizó.
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