Entre sus trabajos de investigación publicados se destaca Conferencia de solidaridad con los pueblos de Angola y África Austral. Es coautor junto a Juan Antonio Varese de los libros Manifestaciones del folklore afrouruguayo, Memorias del tamboril y Candombe de Reyes. Las Llamadas. Además, junto a Varese, realizó los audiovisuales Africandombe y Barrio Reus al Sur, de los libros Memorias del tamboril y Candombe de Reyes. También ha registrado a lo largo de los años un invalorable archivo documental, patrimonio de la Unesco.
Desde su cuna ha estado embebido por el lenguaje sonoro de los tambores de su querido barrio Reus al Sur o Ansina. Cuando aún no había aprendido a hablar ni caminar, todo su ser estaba impregnado por el tam-tam que de la lejana África había llegado al Uruguay, su país natal. Marcado por ese ritmo, creció y fue aprendiendo los secretos y los variados aspectos que tiene el candombe. Finalizados sus estudios secundarios integra el Teatro Negro Independiente y de allí surge en 1971 el grupo artístico Conjunto Bantú, que dirige desde su fundación hasta el presente. Autodidacta de la pintura surrealista, obtiene el primer premio como aficionado en el Primer Salón Ramón Pereyra, organizado por la Asociación Cultural y Social Uruguay de la colectividad negra. Entre 1991 y 1995 desarrolla su tarea como investigador de cultura afro en la Biblioteca Nacional, desempeñándose concomitantemente como encargado de Extensión Cultural de la misma institución. De sus tareas de investigación fueron publicados Conferencia de solidaridad con los pueblos de Angola y África Austral, colaborando con el Comité Uruguayo contra el Apartheid; múltiples artículos en diversas revistas y periódicos y varias mociones en simposios y congresos en su materia. Compartiendo con Juan Antonio Varese escribe tres libros: Manifestaciones del folklore afrouruguayo, Memorias del tamboril y Candombe de Reyes. Las Llamadas. Con el mismo escritor realiza los audiovisuales: “Afri-candombe” y “Barrio Reus al Sur”. En 1996 participa en el Acto de las Naciones Unidas para la tolerancia en la Conferencia Internacional sobre “La diáspora africana y el mundo moderno” celebrada en la Universidad de Texas, Austin y en el Seminario sobre “El status de los negros en Latinoamérica” organizada por el Centro de Estudios Internaciones y el Departamento de Ciencia, Política, Historia, Literatura y Lenguas Modernas en Howard University, en Washington D.C. Ese mismo año, en el marco de una política de apertura del Palacio Legislativo a la comunidad participa en el seminario “Identidad nacional”, alternando la mesa con prestigiosas figuras del quehacer nacional: Renzo Pi Hugarte, Daniel Vidart, J. Mena Segarra y Franklin Morales. En el 2001 integra el Repertorio Internacional de Especialistas en la Africanía de la Cátedra Unesco de Estudios Afro-Iberoamericanos. En el 2003 es asesor del Consejo Uruguayo de la Danza en la organización del Primer Congreso Regional Americano del Consejo Internacional de la danza-Unesco titulado “Influencia de las raíces africanas en la danza de América”. En el 2005 participa en el simposio “La ruta del esclavo en el Río de la Plata: su historia y sus consecuencias” convocado por la oficina Unesco de Montevideo. Ese mismo año se le otorga el premio “Herencia de la música africana en las Ameritas y el Caribe” en el simposio celebrado en Punta Negra (Congo) en el marco del 5º Festival Panafricano de la música (Fespam 2005). Ha participado como jurado en Concurso de Agrupaciones Carnavalescas de Montevideo (1995) y en el primer y segundo Desfile de Llamadas al Puerto en la ciudad de Salto (2006 y 2007). Ha recibido distinciones de instituciones culturales como la B’Nai B’Rith del Uruguay y de la Juan Falco y ha integrado la Comisión honoraria Pro-Museo del Carnaval de la Intendencia Municipal de Montevideo (2004-2005).En setiembre de 2007, invitado por el Ministerio de Cultura de Angola (África) ha representado a Uruguay en la Mesa Redonda “Mbanza-Kongo, ciudad a desenterrar para preservar”, celebrado en dicha ciudad, antigua capital del Reino Congo (Provincia Zaire-Angola).
Comencemos por esta última exposición en la Sala de Exposiciones de UTU Central, Marcas de un legado, ¿qué nos muestra?
La exposición Marcas de un legado intenta mostrar parte de la historia del candombe y sus vínculos artísticos con África. Se exponen fotografías, instrumentos del continente africano y trabajos artesanales, esculturas, tallas de madera, realizadas por mí, entre los años 2007 y 2018, como alumno de la Escuela de Artes y Artesanías Dr. Pedro Figari, anexo a la Universidad del Trabajo de Uruguay. Además, se proyectan audiovisuales correspondientes a realizaciones artísticas realizadas por el Conjunto Bantú de Montevideo, apoyadas por Unesco (2014-2015) en la ejecución del proyecto Ballet Afrouruguayo Bantú.
¿Trabajas en solitario? ¿Cuándo trabajas en equipo? ¿Qué es necesario tener (además de paciencia)?
En general, trabajo en solitario, salvo cuando se está por ejecutar un programa artístico o un proyecto grupal en el que debemos participar todo el elenco de Bantú. En estas oportunidades es necesario tener una gran convicción de lo que se desea mostrar al público, actuar con mucho entusiasmo o pasión por lo que se hace, más cuando se trate aquello que signifique un patrimonio para nuestra cultura. Esto debe trascender e inculcar la preservación de nuestra identidad. ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué debemos preservar para poder identificarnos como sociedad o pueblo original, y que ello sirva como “espejo” a generaciones venideras?
¿Cuáles consideras tus mayores logros? ¿Y los mayores desafíos?
Los mayores logros los he alcanzado con muchos esfuerzos y con la convicción de que lo que realizo es lo mejor que siento y que puedo hacer, sin pensar en otra cosa que no sea transmitir lo esencial que está dentro mi ser.
Si tuvieras que elegir dentro de todas tus actividades, ¿con cuál te quedarías y por qué? ¿Qué cosa no volverías a hacer y por qué?
Todas las actividades que emprendí con notoriedad en mi vida surgieron de mi vocación por las cosas que amé y allí en ellas siempre estaré presente: el cine, el teatro, el fútbol, el arte en general y la pintura artística en particular. La medicina, los idiomas, toda la música, siendo esencial la temática afrouruguaya, destacando el candombe, que viví desde el comienzo de mi existencia. Toda dicha temática fue trascendente en mi indisciplinada existencia. En menor o en mayor grado, encaré con alma y vida todas las disciplinas evocadas. No volvería a perder el tiempo en hechos banales, porque un poco tarde me di cuenta de que “el tiempo es oro”. Este concepto contrasta con el criterio que tienen en general muchos pueblos africanos, que piensan que “disfrutar el tiempo de no hacer nada es muy importante para el alma y para entender la naturaleza y la vida”. Pero, yo pienso que saber disfrutar momentos felices y amar a todos los semejantes que demuestran las buenas cualidades de la condición humana es esencial.
¿Cuál fue tu formación? ¿Cómo era tu ámbito familiar?
Mi formación fue normal y personalmente muy satisfactoria. Tuve maestros y profesores de enseñanza secundaria y universitaria y de cultura francesa de primer nivel, y que más que enseñarnos lo mejor posible sus disciplinas nos enseñaron fundamentalmente a ser mejores personas. También tuve compañeros inolvidables en el deporte y en todos los estudios. Además, tuve amigos, mayores de edad, de generaciones anteriores a la mía, como arquitectos, ingenieros, abogados, escribanos, sacerdotes, en fin, conductores en los verdaderos caminos que llevan a uno a un destino pleno de felicidad. Hay una frase que nunca olvidaré: “Es mucho más fácil ser un doctor que un verdadero ‘señor’”. La lucha diaria más enaltecedora de la existencia humana es alcanzar la categoría de “señor”. En conclusión, yo soy un producto de mi familia y de mi barrio. Mi familia es muy heterogénea, pero con algunos integrantes ejemplares, que señalaron mi camino “a fuego”: mis abuelos paternos y maternos, algunos tíos y fundamentalmente mi madre, Sara Chirimino, la Chiquita, un ser de otro mundo, querida por todos quienes la trataron. En una oportunidad me dijeron que nunca habían visto una mirada más dulce que la de ella (y la mirada es el espejo del alma). Siempre estaba pronta para ayudar a quien lo requiriera. Y fue una “leona” ayudando a sus hermanos y criando a sus hijos.
Yo tuve la suerte de haber vivido una “época de oro” de nuestro país, cuando se divulgaba como la Suiza de América, o La tacita del Plata y se decía que como el Uruguay no hay. En esos años transcurrió mi niñez y mi adolescencia y dentro de una pobreza digna sentíamos que “sin tener nada, teníamos todo”. Siendo un barrio habitado por gente modesta, pero trabajadora, pujante, fraterna y sobre todo, siempre riendo frente a la adversidad. No puedo olvidar las barras en las esquinas, bullangueras, divertidas, respetuosas, solidarias…
Tenías muchos caminos y elegiste uno. ¿Elegir es renunciar?
En la veintena de mi vida tenía muchos caminos para seguir y transitaba cada uno de ellos, alternándolos de la mejor manera que podía. Me era imposible dedicarme a uno solo de ellos, porque todos los encaraba con una pasión incontenible. Por ello, mis logros eran esporádicos, transitorios y limitados. Casi nunca pude llegar a la meta de cualquiera de ellos. Elegir un camino es un poco dejar de lado otro objetivo que también te apasiona, aunque ello sea transitorio y no definitivo. Así, paralelamente a mis responsabilidades laborales en el Poder Judicial, fui emprendiendo diversas inquietudes que no se desprendían de mi ser. Finalmente, el destino que me indicó la providencia me acercó definitivamente a mis raíces, al candombe y a todo lo relativo a lo afro que llevaré hasta el final de mi existencia con la pasión correspondiente.
Como docente, ¿qué es para ti lo más importante?
Como docente, lo más importante es poder transmitir conceptos claros, fidedignos, removedores y perdurables a la audiencia, para que los mismos sean eficaces y poder mejorar el intelecto, tanto del oyente como para el expositor.
¿Quiénes fueron tus referentes? ¿Quiénes te apoyaron?
Tengo varios referentes en mi vida, desde mi niñez hasta nuestros días; algunos, en diversas disciplinas, otros en la transmisión de valores que determinaron mi personalidad. En mi familia, ya lo expresé: mis abuelos, algunos tíos, mi madre. En mis variados amigos y conocidos; algunos, pocos de mi infancia, que perduran hasta hoy. En cuanto a mis maestros y profesores hay algunos que me dejaron huellas imborrables, en su prédica y en sus características humanitarias. Sería difícil e injusto el enumerar e intentar mencionar a todos y señalar sus virtudes y enseñanzas imborrables que influyeron en mi personalidad.
¿Qué sientes cuando te señalan como “el que más sabe de cultura afro”?
Cuando me señalan como el que más sabe de cultura afro en nuestro medio, me río irónicamente porque siempre he tenido la noción de que nada sé; cada día, a cada minuto, uno va aprendiendo cosas que nos obligan a reflexionar sobre qué lejos estamos de alcanzar el saber total de cualquier tema. Siempre hay algo o mucho que aprender.
¿Te importan los reconocimientos, como el San Felipe y Santiago que te hizo la Junta Departamental de Montevideo el 16 de abril?
Siempre tuve la convicción de que los reconocimientos importan más en vida que luego de la inexistencia de las personas, porque el elegido en vida puede sentir que sus esfuerzos no han sido en vano. Ello obliga aún más al individuo a superarse y su legado a futuras generaciones puede marcar un ejemplo positivo a seguir.
Llevaste por todo el mundo del legado afrouruguayo. ¿Qué es lo que más sorprendía? ¿Qué les fascina a los artistas extranjeros cuando llegan a conocer esta cultura? ¿Hay músicos que pedían que se les enseñara cultura y no les era sencillo?
El mundo es muy grande para recorrerlo y llevar algo para transmitir personalmente o en grupo la idiosincrasia de una nación o de una colectividad. He tenido la suerte que dispuso mi destino de poder difundir con dignidad nuestro folclor de raíces afro en varias partes del planeta: España, Francia, EE. UU., Brasil, Argentina y Chile y África. Ya sea personalmente o con nuestro grupo artístico, Bantú, nacido en pleno Barrio Reus al Sur o Ansina. Tuve la oportunidad de participar en múltiples festivales musicales y folclóricos internacionales, en mesas redondas, en encuentros culturales, dentro los que destaco por su trascendencia: II Congreso Internacional de Culturas Afro-Americanas (Salvador Bahía, 1994); “La diáspora africana y el mundo moderno”, en la Universidad de Texas (EE. UU., 1996); “Cultura Afro Internacional”, en Universidad Howard Washington D.C. (1996); “ Ciudad para desenterrar y conservar”, mesa redonda sobre Zaire (Angola, 2007); V Festival Panafricano de Música, en Brazzaville (Congo Francés, 2009); seminario “Ciudadanos afrodescendientes en Latinoamérica: movilización, contestación y cambio”, en Universidad Harvard (EE. UU., 2023).
En casi todas las presentaciones lo que más me sorprendió fue la deferencia de los medios de prensa y propaganda, del público y de las autoridades, en la mayoría de las ciudades y disímiles lugares que visitamos.
En diferentes latitudes del planeta, sentimos la responsabilidad de nuestro cometido, el orgullo y la emoción de representar a nuestro país. Nos conmovía la forma respetuosa y el afecto que nos dispensaba gente de lugares remotos y de distintas raíces; gente que demostraba interés de saber de Uruguay y su cultura, en particular, les interesaba conocer nuestro legado afro. Nosotros explicábamos y demostrábamos la familiaridad de nuestras expresiones musicales y folclóricas, confluencia de diversas culturas, de donde surgieron nuestras músicas y folclor que derivaron en el tango, la milonga, el milongón y el candombe.
Ha sido un aliciente la reacción de diversos artistas, fundamentalmente celebridades o astros musicales de fama internacional ante el descubrimiento del candombe. Ejemplo de ello sucedió con los originales Plateros, Gilberto Gil, Don Pullen, maestros de orquestas filarmónicas, como David Machado (Brasil), Valentín Khozin (Rusia), Eduardo Ostergree (EE. UU.)
Nuestro grupo y yo, en general, reaccionamos y reflexionamos tardíamente frente al impacto que provoca el candombe a quienes asisten o se enfrentan por primera vez con nuestra creación afro. Pero, lo que a mí más me conmocionó fue el hecho ocurrido en el Congo (África), en el Festival Panafricano de Música (2005). En tan celebrado festival se otorgó a nuestro grupo Bantú el premio que denominaba a dicho encuentro musical y danzario: “Herencia de la música africana en las Américas y el Caribe”. La devolución se basó en las actividades de larga data del Conjunto Bantú de Montevideo difundiendo la cultura africana y afrouruguaya en nuestro medio y en el extranjero.
A través de nuestra extensa actividad artística internacional pude comprender cómo y por qué nuestro candombe fascina como un ritmo único, diferente del resto de ritmos afroamericanos. Trasciende por la energía que transmite; por la emoción y exaltación que provoca y deriva en un éxtasis que invita a una solidaridad espontánea, independiente de razas, de culturas, de estratos sociales y grupos etarios diferentes.
¿Qué cosas se ignoran aún o son poco conocidas inclusive por los/las uruguayos/as?
A través de experiencias personales y reflexiones sobre cosas que se ignoran o son mínimamente conocidas en nuestro medio, tanto en jóvenes, como adultos o ancianos, debo retrotraerme a conceptos emitidos por nuestro consagrado antropólogo Daniel Vidart: aún no se conoce la verdadera historia de África, ni el aporte de los negros esclavizados traídos a Uruguay. Para ello sería necesario organizar varios caminos para el estudio de la historia, de la vida social y cultural de los pueblos negro-africanos en nuestro medio. Así podría entenderse varios legados de los negros a nuestra sociedad. Saberse las injusticias, desmanes y crímenes contra los negros en el Río de la Plata.
¿Qué otras tradiciones, más allá del toque característico de cada tribu, sus personajes, sus símbolos, sus colores y emblemas quedan aún por ser reconocidas por el gran público?
El gran público debería conocer un poco más de la historia de los pueblos africanos. Saber de su patrimonio cultural, basado en creencias y costumbres antiquísimas, estrechamente unidas a la vida social y espiritual de África, cuya diáspora, a través de la Trata, supieron influir en todos los pueblos americanos a que fueron destinados aquellos seres esclavizados.
También se debería saber que desde los albores de la humanidad se han producido continuos cruzamientos entre los diferentes pueblos que en conjunto formamos el patrimonio de la humanidad y que para los africanos tradicionales el valor comunidad es fundamental y que los valores propios, tradicionales de la sociedad africana son contrapuestos a los del mundo moderno. Tampoco se puede pensar en África sin asociar a ella ideas de tambores, de percusiones, de ritmos. En África, el tambor traduce un diálogo ininterrumpido con todo lo que existe, presente o pasado. Él es el vehículo sonoro de toda la existencia africana. El esclavizado africano más que adaptarse a la cultura occidental influyó con su cultura, de tal manera, que determinaron varias características de los pueblos que los sometieron. En nuestro país, no solo transmitieron sentimientos de solidaridad, sino que los negros han sido importantes en la emancipación de toda América Latina. Su idiosincrasia también está presente en las especies musicales y folclóricas que expresan una manera de ser. El candombe ha sido considerado por Lauro Ayestarán, nuestro máximo musicólogo, como “la terapéutica nacional”, aunque en nuestros días ha cambiado de color y de protagonismo.
¿Reus al Sur se mantiene como tal? ¿En qué ha cambiado? ¿Qué no puede faltar?
El barrio Reus al Sur o barrio Ansina, típico apéndice del barrio Palermo, ha sido una zona excepcional de nuestro país. No solo por ser considerada una de las cunas de nuestro candombe, sino por ser un ejemplo de comunidad progresista, humilde, alegre, irradiando confraternidad desde su creación. Fue un ejemplo de convivencia incomparable, desde sus orígenes hasta su caída paulatina a partir de los años 60 y su derrumbe total ocurrido durante el período dictatorial, época que marcó negativamente el desarrollo de nuestro país.
La zona en general, como el resto del país, cambió su estilo de vida. Sus edificios fueron ocupados por gente de otras zonas que no tuvo tiempo u ocasión de vivir y sentir el latido humano, la convivencia fraterna, el celo de los vecinos por su integridad social ni la alegría de vivir que tuvo el barrio antes de su caída. La indiferencia, la inseguridad y la falta de ocasiones propicias para tener sentido del barrio como algo propio.
Lo que no puede faltar es la convicción de estar viviendo en una zona privilegiada de nuestra capital y sería provechoso concientizar a todos los vecinos de que la unión hace la fuerza. Y con la fuerza y la convicción de metas dignificantes, se puede llegar a donde una sociedad quiera.
En tu rol como artista, ¿sientes que además del candombe hay una deuda con el legado cultural de la cultura afro en nuestro ambiente cultural?
En mi rol como ser humano, con varias inquietudes y la fortuna de haber tenido buenas oportunidades desde mi feliz juventud y una sólida formación, estoy convencido de que aún en nuestros días, en nuestro país, hay una deuda enorme con el legado cultural afro.
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