El 23 de mayo, el Centro Cultural Miguel Ángel Pareja inaugura en Las Piedras una muestra antológica de Octavio Toto Podestá, uno de los más reconocidos escultores vivos del Uruguay. Es la primera exposición individual de Podestá en Las Piedras y en Canelones, y su segunda muestra en el departamento, la primera fue colectiva en la Segunda Bienal Internacional de Escultores realizada en La Floresta en 2007.
Yo siento la escultura no como una continuación expresiva de las carroñas humanas, sino como algo que quiere ser vital, optimista dentro de todo.
Octavio Podestá
Toto retoma su vínculo con Las Piedras después de haber integrado, en 1962, el grupo La Cantera, fundado por alumnos del Taller Miguel Ángel Pareja de ENBA, que se reunía los fines de semana. Su nombre alude a las canteras del ferrocarril, cercanas a la residencia de Pareja, casa que –vaya casualidad– había pertenecido a su primer maestro, Manuel Rosé. La Cantera fue un grupo de artistas vanguardistas de fuerte compromiso social que, con diversas orientaciones estéticas, promovía el arte abstracto y exploraba nuevas formas de expresión artística. En los años 50 y 60, anunciaban que “el arte que hoy está exilado en salones y galerías llegará a los lugares en donde el Hombre vive y se reúne, a su casa, la escuela, la fábrica, el sindicato, la plaza pública”. Este manifiesto tiene sugestivas similitudes con el pensamiento de otros artistas. Por un lado, Pareja sostenía que “la obra de arte, para que cumpla con la función de relación humana, debe estar dinámicamente incorporada a lo cotidiano”. Por otro, para Podestá, “el arte no solamente tiene que estar en los museos, sino donde está la gente, donde está la juventud, en los parques, en las universidades”, explica Gabriel Peluffo Linari en Octavio Podestá. Tras la forma. “La escultura debe estar en lugares públicos. En estadios, parques, universidades, y no como en un bibelot”.
El grupo La Cantera fue fundado en 1954, en Las Piedras, por Glauco Teliz, Fortunato Amorín, Luis Díaz Correa, Nelson Ramos, Pascual Grippoli, Yamandú Aldama, Ariel Rodríguez Arnay y Raúl Cattelani”. En 1962 sus integrantes eran Hugo Améndola, Vito Dieci, Pascual Grippoli, Larry Hernández, Antonio López de León, Silvestre Peciar, Ariel Rodríguez Arnay, Ángel Damián y, como único escultor, Octavio Podestá. 63 años después de La Cantera, Toto retoma contacto con Las Piedras exponiendo algunas de sus esculturas.
La vida y el arte
Podestá nació en Montevideo en 1929 y, desde muy temprano, “su interés por el volumen y la forma le despertó la necesidad de construir objetos”, detalla Peluffo. Uno de sus profesores liceales un día le dijo: “Mirá, Toto, las notas tuyas son un desastre, pero tenés sobresaliente en dibujo. ¿Por qué no vas a Bellas Artes?”. En 1947, a los 18 años, Podestá ingresó a la ENBA, donde estudió dibujo y modelado con Juan Martín y Severino Pose. En 1954, llegó el profesor Eduardo Díaz Yepes y Octavio se puso a trabajar con él. Se perfeccionó en escultura con Henri-Georges Aadam y Lászlo Zsabo en la Académie du Feu de Francia y en Italia. Fue invitado a otros países, como Checoslovaquia, Egipto y Líbano, en donde tomó contacto con la artesanía popular.
1954 fue un año bisagra. Como indica el crítico y docente Daniel Tomasini, “Los nuevos conceptos de la forma que Yepes introdujo”, las vivencias de la Segunda Bienal de Sao Paulo y el contacto con las obras de Alexander Calder y Henry Moore hicieron que Podestá “se cuestionara lo aprendido con Pose y Martín”. Según él, esa escuela consideraba “un pecado hacerle un agujero a una forma basada en la masa”. Toto se recuerda: “Empecé con la chatarra después de la segunda bienal de San Pablo, después de ver a [Alexander] Calder y toda esa gente. Yo andaba también con ganas de cambiar, porque el modelado me tenía un poco cansado… y la piedra era brava. En piedra hice pocas experiencias. Me gusta, pero no, la piedra hay que agarrarla de joven”. Estas influencias lo llevaron a adoptar no solo diferentes materiales para esculturas sino también una nueva estética.
En Europa confirmó “que el mejor material para plasmar libremente sus tendencias formales era el hierro, por su maleabilidad morfológica, su posibilidad de ensamblajes y, en definitiva, su aptitud para lograr estructuras abiertas”. Toto decía que él quería “crear volúmenes mediante la luz como se hace en el teatro”. Para Di Maggio (citado por Peluffo), “Podestá se aferra al hierro con energía y le supo dar una tonalidad propia. En el último lustro, sus búsquedas derivan en un constructivismo despojado, donde incluye esporádicamente el color y mecanismos dinámicos”.
Una obra en evolución
Podestá hace sus esculturas principalmente con materiales de desecho: “Mi taller se convirtió en un depósito de materiales. Yo estoy juntando cosas desde los 14 años”. “Mediante una viva y aguda imaginación concibe múltiples obras a partir de los objetos encontrados”, recuerda Tomasini. Esculturas en madera, hierro y chatarra metálica van “de lo abstracto a lo figurativo y arman nuevas formas a partir de piezas de desecho resignificando el desperdicio industrial. Sus figuras vivientes son resueltas con criterio mecanicista, en busca de movimientos lúdicos. Por eso mismo Podestá es el primer escultor nacional que incorporó el movimiento real a la escultura”. Su preocupación “por el movimiento no es solo del objeto mismo –como lo era ‘Torso femenino’–, sino también del observador de modo tal que la obra pudiera ser apreciada desde múltiples puntos de vista. Él lo expresa así: ‘Nunca hice esculturas a partir de dibujos previos. Mis esculturas siempre las pensé para verlas de todos lados, no pueden estar contra una pared, y eso solo se puede lograr trabajando en el espacio, no con un dibujo’”. Utilizó el color –rojos, azules, sienas y blanco– para cubrir los fragmentos que no adquirían el color natural del óxido ferroso.
Interesado en llegar a los jóvenes, instaló esculturas en centros de estudio como IPA, UTU, ORT, Instituto Crandon, Hospital Maciel, Hospital de Clínicas, y las facultades de Udelar: Psicología, Humanidades, Información y Comunicación y Veterinaria. Su generosidad y bonhomía lo llevó a donar obras por todo el país. En 1988 trasladó 70 esculturas por todo el país para exponerlas, con el apoyo de las casas de la cultura en ciudades del interior. Muchas de ellas quedaron definitivamente allí. Es el escultor con el mayor número de obras diseminadas en el cotidiano de la vida urbana. En el Área Metropolitana de Montevideo se las puede ver en la Asociación Cristiana de Jóvenes, Cementerio Israelita, Rambla, y calles y barrios de Montevideo, Puerto del Buceo, fachada posterior del Palacio Municipal, Parque de Esculturas del Edificio Libertad y Viejo Mercado Modelo. Algunas están expuestas en museos: Nacional de Artes Visuales, de Bellas Artes Juan Manuel Blanes, Departamental de San José y MACA. Para él, el lugar donde ubicar la escultura es fundamental.
En 1964 Podestá fue profesor titular del Taller de Técnicas de la Madera y en 1969 del Taller de Escultura de ENBA. Entre 1969 y 1980 fue también profesor en la Escuela Pedro Figari de UTU. A partir de 1972 –con ENBA cerrada por la dictadura– “Podestá es de los pocos escultores que se sacrifican dedicándose a la docencia particular” (Amalia Polleri citada por Peluffo). Ha expuesto individualmente en innumerables ocasiones y locaciones en Uruguay y el exterior, participado en salones municipales y nacionales, dictado conferencias y recibido premios por su arte y proyección humanística y social. En 1988 recibió el Premio Figari a la trayectoria artística y desde 2003 es Ciudadano Ilustre de Montevideo. En 2014 recibió la Medalla Delmira Agustini por sus contribuciones al arte y la cultura.
La exposición antológica de esculturas de Octavio Toto Podestá se inaugura el 23 de mayo a las 19:30 horas en el Centro Cultural Miguel Ángel Pareja, Av. de las Instrucciones del Año XIII y Vía Férrea, Las Piedras, y se podrá visitar de lunes a viernes de 14 a 18 horas hasta el 27 de junio.
* Ing. Agr., M.Sc., Ph. D., secretario ejecutivo del Centro Cultural Miguel Ángel Pareja