Finalmente, la Jutep dio a conocer su informe sobre la situación del presidente de ASSE, Dr. Álvaro Danza, en el que expresa que no existe incompatibilidad entre el ejercicio de la presidencia de ASSE y sus cargos docentes y funciones profesionales en instituciones de asistencia médica colectiva. Además, exhorta a Danza a abstenerse en decisiones que puedan comprometer su imparcialidad. Esta resolución final no coincide con un informe técnico interno de la asesoría letrada que, por el contrario, sí sugiere que puede haber incompatibilidad con el ejercicio de otros cargos.
El Dr. Danza anunció que va a dejar todas las actividades médicas en el ámbito privado, manteniendo la única actividad que nadie cuestiona, la de docente de la Universidad. Parece de esta manera desactivar la bomba que había llevado a la Coalición Republicana a votar la interpelación a la ministra Lustemberg, prevista para el 27 de noviembre.
Pero el tema no es tan sencillo. En primer lugar, es poco entendible que el Dr. Danza mantuviera sus actividades en el ámbito privado a riesgo de que su situación le generara una tormenta política al partido y al presidente que depositaron la confianza en él para tan importante cargo. Además, si él estaba en lo correcto, ¿por qué ahora renuncia a sus cargos en la actividad privada?
Si realmente es un tema de dinero y el sueldo de ASSE no le alcanza para parar la olla, no debió haber aceptado el cargo. Si lo que pesó es que hay antecedentes de funcionarios públicos que violaron esas disposiciones constitucionales y no pasó nada, debería saber que ello no lo exime de sus responsabilidades. Es cierto que hasta el propio Tabaré Vázquez, siendo presidente, una vez a la semana se ponía la túnica blanca y atendía su policlínica en la Asociación Española.
Se equivocó el Dr. Danza y se equivocó su partido con permitirle seguir adelante en esa situación. El informe de la Jutep les tira un salvavidas, pero ¿es eso lo realmente importante? El impacto que tiene esta situación en una opinión pública cada vez más descreída del sistema político tal vez sea lo más relevante. Nunca como en estos tiempos mantiene tanta vigencia aquella célebre frase atribuida a Julio César, en referencia a su mujer, de que además de ser honrado, hay que parecerlo. Es cierto que no ayuda el estilo de la oposición coaligada que crispa los ánimos y radicaliza posiciones de forma tal que para el gobierno la simple corrección de un error se ve como una ominosa derrota y un paso atrás en el terreno político.
El resultado de la interpelación, de haberse mantenido el Dr. Danza en sus actividades privadas, podría tener como consecuencia su renuncia en ASSE. ¿Y con eso qué arreglamos? Probablemente asumiría la presidencia del ente de la salud su vicepresidente, Daniel Olesker. Realmente ¿alguien piensa que se mejoraría la gestión? Se supone que lo que todos buscamos es eso: una mejor gestión que permita una atención digna al más de millón de usuarios de ASSE.
Es increíble como a los uruguayos nos encanta mirar el árbol y perder de vista al monte. Los problemas que hoy existen en los servicios de salud del Estado no pasan por el multiempleo de su presidente.
Hoy el problema central en la salud, además de las carencias estructurales y de recursos humanos en muchos centros de atención, es el tremendo retraso en atender a los usuarios, y eso ocurre tanto en el ámbito público como en el privado. Claramente, cuando a quien puede padecer un problema de salud se le da hora para una consulta con un especialista o para un estudio clínico con tres o más meses de demora, no se le está dando una adecuada respuesta a sus necesidades. Esa demora puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso de un tratamiento y, en definitiva, entre la vida o la muerte.
En el período anterior desde el MSP se hicieron gestiones a nivel de la Universidad para que las cátedras otorgaran más lugares para aumentar el número de especialistas y permitir así dar una mejor respuesta. Salvo en algún caso puntual, no hubo respuestas que cambiaran la realidad. Prevaleció el interés corporativo por sobre las necesidades de la población. El razonamiento es claro: cuanto menos seamos, más valemos. ¿No será eso mucho más importante que la situación irregular de un jerarca?
La oposición debería centrar sus baterías en este tema antes de, una vez más, ir por las cosas laterales, que generan escándalo, sí, y posiblemente rédito político, pero que en definitiva no le cambian la vida a la gente.
El árbol tal vez se pueda derribar, pero el monte sigue ahí…
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