El director de la consultora Factum, Eduardo Bottinelli, señaló que “las expectativas sobre el gobierno están más enfocadas en temas como salarios, empleo y pobreza, y menos en la seguridad”. La última encuesta de esta consultora revela que, si bien a la seguridad es la principal preocupación de los uruguayos, crece lentamente la mirada sobre lo que pasa con la economía.
En primer lugar, ¿cuál es el panorama general que puede comentar con respecto a esta encuesta sobre la preocupación de los uruguayos, que muestra un 51% en seguridad y 29% en temas económicos?
Claramente, hay dos grandes grupos de temas que concentran casi ocho de cada diez preocupaciones de la población: la seguridad, que representa casi la mitad, y los temas económicos, que abarcan tres de cada diez. En el último año, no ha habido grandes modificaciones en estas tendencias. Más allá de algunas variaciones en ítems particulares, como el trabajo o la inflación, que pueden mostrar pequeños movimientos entre una medición y otra, los temas macro, como la seguridad y la economía, se mantienen estables. La educación, que es el tercer tema en importancia, con 8%, tampoco ha mostrado grandes variaciones en el último año. La única diferencia significativa es un leve aumento en la preocupación por los temas económicos, que alcanza el nivel más alto si tomamos 2024 y 2025. En el tercer bimestre de 2024 había llegado al 20%. Aunque sigue por debajo de los valores de 2023 (cuando se llegó al 34%), hay un movimiento ascendente en esta preocupación, que podría responder a las señales del sistema político, que han indicado que la situación económica del país no es tan favorable como se esperaba al cierre del gobierno anterior.
Es interesante ver la evolución de los temas. Por ejemplo, la seguridad dio un gran salto entre 2023 y 2024, y luego se estabilizó en torno al 51-53%. ¿A qué se debe este salto tan importante?
Es un punto interesante. Cuando analizamos el principal problema del país, hay que considerar que, si aumenta una preocupación, necesariamente disminuye otra. Si miramos 20 o 22 años atrás, en la crisis de 2002 y su salida, la principal preocupación era claramente económica: empleo, salarios, pobreza. A medida que el desempleo cayó y la situación económica mejoró, pero la seguridad empeoró, se produjo un quiebre alrededor de 2007-2008, cuando la seguridad pública pasó a ser la principal preocupación, relegando a los temas económicos. Esta tendencia se mantuvo durante unos diez u once años. La primera interrupción ocurrió con la pandemia, que generó un cambio en las preocupaciones: primero hacia lo sanitario y luego hacia las consecuencias económicas. Esto reconfiguró las prioridades, y la seguridad pública pasó a un segundo o tercer lugar, según el momento. Durante 2021 y 2022, los temas económicos volvieron a ser la principal preocupación, llegando al 58% en junio de 2022, con la educación en segundo o tercer lugar, impulsada por la discusión sobre la transformación educativa. La seguridad, en cambio, mostró un incremento sistemático desde su punto más bajo (12% en mayo de 2021), cuando las preocupaciones estaban concentradas en la economía y la salud, hasta recuperar su lugar preponderante en 2023.
Efectivamente, 2023 parece un año bisagra en el que caen las preocupaciones económicas y educativas, y la seguridad pública pega un pico. ¿Qué factores explican esta reconfiguración?
En 2023 se produce una transición que reconfigura las preocupaciones en términos más históricos, alineándose con las tendencias de las últimas dos décadas. Las preocupaciones económicas caen significativamente, y la preocupación por la educación también disminuye, ya que la transformación educativa se implementa y deja de estar en el centro del debate político y mediático. Por otro lado, la seguridad pública sostiene su crecimiento y alcanza un pico, coincidiendo con el año electoral. Esto refleja una conjunción de factores que reordenan las prioridades de la población.
¿Se puede inferir que la población da por sentado que la seguridad pública está mal, mostrando cierta estabilidad desde 2024 (entre 53% y 55%), y comienza a enfocarse más en los temas económicos?
Hoy hay dos aspectos clave. Por un lado, la preocupación por la seguridad se mantiene estable: en el último año y medio, más de la mitad de la población identifica la seguridad, el narcotráfico o la violencia como el principal problema del país, sin que se les den opciones en la encuesta. El 46% menciona específicamente la seguridad, lo que indica que está instalada como una preocupación central para al menos la mitad de la población. Por otro lado, hay una diferencia en la percepción sobre si este problema puede resolverse. Durante el gobierno anterior, liderado por el Partido Nacional y la coalición multicolor, la seguridad fue una bandera principal, generando grandes expectativas en la ciudadanía. Sin embargo, los resultados no cumplieron con esas expectativas, lo que provocó desilusión en parte del electorado. Actualmente, las expectativas sobre el gobierno están más enfocadas en temas como salarios, empleo y pobreza, y menos en la seguridad. Esto sugiere que la población empieza a asumir que la seguridad no se resolverá fácilmente con una solución mágica, aunque sigue siendo una preocupación importante.
Sobre la educación, que genera una preocupación baja, en torno al 8%, pero es un tema muy importante para el país, ¿por qué la población no la percibe como una preocupación más alta?
La educación ha tenido dos momentos de mayor relevancia en la discusión pública. El primero fue en 2010-2011, durante los primeros años del gobierno de Mujica, quien enfatizó la educación en su discurso, lo que la posicionó como un problema relevante, aunque siempre por detrás de la seguridad y la economía. El segundo fue durante el debate sobre la transformación educativa. En general, la educación no es una preocupación constante como problema principal para la población, pero sí emerge cuando se pone en la agenda política y mediática. Además, hay una diferencia socioeconómica: la preocupación por la educación es más alta en las clases medias-altas y altas que en las clases medias-bajas y bajas, lo que refleja las vivencias personales y las expectativas. Para quienes enfrentan problemas de pobreza o inseguridad, la educación queda relegada frente a preocupaciones más inmediatas. También es más mencionada por personas menores de 45 años que por mayores de esa edad.
La encuesta también muestra diferencias en la preocupación por la seguridad según el voto: 39% en el Frente Amplio y 54% en la Coalición. ¿Esto tiene un componente ideológico?
Sí, hay un componente ideológico y de agenda. Los votantes de la Coalición están más enfocados en la seguridad, mientras que los del Frente Amplio priorizan el trabajo, la educación y la pobreza, temas más asociados a lo social. Esta diferencia es característica de ambos segmentos. En 2024, las agendas de ambos grupos se alinearon temporalmente, pero ahora vuelven a divergir. Aun así, la seguridad sigue siendo la principal preocupación para ambos, aunque con un énfasis mucho mayor entre los votantes de la Coalición, con una diferencia de 15 puntos respecto a los del Frente Amplio. Esto está ligado a las prioridades y expectativas de cada grupo.
Con una situación mundial cada vez más complicada, ¿cómo podrían evolucionar estos índices?
Es difícil proyectar, pero el factor clave será la economía uruguaya, especialmente el mercado laboral y el crecimiento económico. Si entramos en un período de dificultades económicas, como problemas de empleo o bajo crecimiento, esto podría impactar en la percepción de la población y desplazar las preocupaciones hacia lo económico, como ocurrió en 2021 y 2022. Para que la seguridad pierda peso, o bien debe mejorar la percepción sobre este tema, lo cual es complejo y lleva tiempo, o bien deben surgir preocupaciones económicas más acuciantes que la releguen. Durante la pandemia, por ejemplo, la seguridad no dejó de importar, pero los problemas económicos fueron más apremiantes, y factores como la gestión del entonces ministro del Interior, Jorge Larrañaga, influyeron en una percepción distinta.
Mirando la gráfica desde mayo de 2021 a junio de 2025, ¿qué incidencia tienen estos movimientos en los resultados electorales?
Los movimientos en las preocupaciones de la población influyen parcialmente, pero no son el único factor, hay muchos atenuantes. Las preocupaciones, combinadas con la percepción sobre la gestión del gobierno en esas áreas, son clave. Durante 2022 y principios de 2023, detectamos un quiebre en la percepción sobre la actuación del gobierno en seguridad, con un tercio de los votantes de la Coalición evaluándola negativamente, justo cuando la seguridad se convirtió en la principal preocupación. Además, había evaluaciones negativas en temas como pobreza e ingresos, aunque positivas en inflación y educación. La desconexión entre las principales preocupaciones de la población y las expectativas previas sobre el desempeño del gobierno explica, en parte, el comportamiento electoral.
