Este martes el director ejecutivo de Ceres, Ignacio Munyo, realizó una ilustrativa presentación sobre el contexto internacional y la realidad uruguaya que vale la pena compartir y analizar, aunque sea parcialmente. El economista tituló la conferencia “Claves para entender el caos global”, pero advirtió que el caos no necesariamente implica un escenario negativo para el Uruguay, que las turbulencias no pueden servir como excusa para la inacción y que incluso pueden encontrarse oportunidades para nuestro país.
La primera parte estuvo dedicada a considerar la incertidumbre respecto a la política comercial de Estados Unidos, invitando a poner la atención no tanto en la famosa tabla de aranceles de Trump, sino en los objetivos que están detrás, impulsados por el secretario del Tesoro, Scott Bessent. Entre ellos mencionó la modernización de la industria manufacturera local, respaldar al sector energético global (carbón, petróleo y gas), invertir en sectores estratégicos (tecnología e infraestructura), diversificar las cadenas de suministro (fuera de China), contener la iniciativa de la Franja y la Ruta y atraer inversiones extranjeras (con foco en IA y tecnología).
En ese marco, el examen de las relaciones de Estados Unidos y Uruguay fue abordado desde la oportunidad de mejorar el relacionamiento estratégico, considerando el importante peso del mercado norteamericano como destino de exportación de bienes y servicios. Contemplando esas exportaciones conjuntamente, en 2024 Estados Unidos superó a China: 16,6% frente a 15,5%. A pesar de que se destacó a Estados Unidos como principal destino, subrayamos que no debe perderse de vista –siguiendo los mismos indicadores– que Argentina y Brasil sumados representan el 29,2%, es decir, que el Mercosur es por bastante distancia el más importante.
Un momento clave de la presentación fue la propuesta de pensar acciones desde Uruguay que serían bien recibidas por el actual gobierno de Estados Unidos y su proyecto MAGA (Make America Great Again). Fundamentalmente porque estas orientaciones surgieron, según se explicó, del contacto directo con personas muy cercanas al entorno de la Casa Blanca. Se las dividió en “viables” e “inviables”, de acuerdo con el criterio de Ceres. Entre las primeras se identificó equiparar la tasa consular de EE. UU. Con el Mercosur, no impulsar inversiones chinas en áreas estratégicas (tecnología, puertos y defensa), generar un marco regulatorio soberano sobre inteligencia artificial, incrementar la colaboración con la DEA, integrar la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto y recibir a inmigrantes deportados sin registros criminales. Entre las “inviables” se indicó la adhesión de Uruguay al Consenso de Ginebra (que promueve una agenda profamilia y antiwoke) y el retiro del Acuerdo de París.
La situación de la economía china fue explorada solamente en algunos aspectos generales, enfatizando en su desaceleración reflejada en un menor aumento del PBI y en lo que respecta a la relación bilateral la fuerte caída de nuestras ventas de carne bovina y subproductos, lácteos, madera y carne ovina, aunque crecimiento de ventas de celulosa, que en suma nos retornó en los últimos dos años cerca del promedio de exportaciones del período 2015-2019. Por otra parte, respecto a Alemania se alertó sobre la fuerte caída de la actividad económica y las prioridades del nuevo gobierno de Friedrich Merz que apunta, entre otras cosas, a un nuevo plan de defensa, que supone la independencia de EE. UU.
También hubo un pantallazo sobre la siempre inestable situación económica y política en Brasil y Argentina, que por supuesto dificulta las previsiones sobre los rumbos estratégicos de estos países. Sin embargo, la posibilidad real de que se concrete el acuerdo comercial Mercosur-Unión Europea podría establecer nuevos parámetros que ayuden a tener mayores certezas en el futuro. Munyo se mostró optimista sobre los avances de las etapas posteriores a la firma del acuerdo de asociación de diciembre de 2024 y también sobre los efectos favorables que tendría para Uruguay, más que por las ventajas comerciales por la atracción de inversiones europeas a nuestro país.
La segunda parte de la presentación estuvo dedicada a las claves para entender la coyuntura nacional tanto en lo político como en lo económico, también en lo social vinculado a la pobreza infantil, en un año muy particular por la asunción de un nuevo gobierno, la redefinición del mapa político legislativo, departamental y municipal y los desafíos inminentes del presupuesto quinquenal y la ronda del Consejo de Salarios y negociación colectiva. Finalmente, se mostraron avances de un proyecto en funcionamiento llamado “Uruguay más simple” por parte de Ceres que apunta a brindar soluciones para una adecuación regulatoria.
Algunas constataciones
En primer lugar, hay que valorar que existan en nuestro país centros de estudios con demostrada capacidad de diagnóstico y propuesta, que vienen trabajando sostenidamente desde hace varias décadas. Son insumos fundamentales para la elaboración y ejecución de políticas públicas, sobre todo cuando incorporan una perspectiva histórica y una visión de futuro.
Estos centros de estudios o think tanks son efectivamente un puente entre los partidos políticos, la academia y las empresas de distintos sectores. Más allá que uno pueda compartir más o menos la filosofía económica propia de cada una de estas instituciones, es indudable que realizan una contribución significativa para hacer una reflexión común, encontrar puntos de acuerdo y sobre todo salir por un momento del tren de las decisiones cotidianas y urgentes.
La presentación de Munyo nos da algunas claves importantes para pensar la inserción internacional del Uruguay y el desarrollo nacional. Constatamos que es inseparable el comercio de la geopolítica. No es posible pensar seriamente una inserción estrictamente comercial del Uruguay sin tener en cuenta la influencia de las principales potencias en la carrera de la seguridad y la industria. Este es un desafío mayúsculo para un país de nuestras dimensiones, pero lo primero es reconocerlo y actuar con responsabilidad.
No estamos ni en el mundo decimonónico del libre comercio con Gran Bretaña ni el del multilateralismo de la segunda posguerra. ¿Cómo se va a plantar nuestro país soberanamente en este nuevo escenario? Entendemos es prioritario agregar a los análisis económicos y políticos el componente de nuestra posición estratégica, fundamentalmente en lo que se refiere a la puerta de entrada a la Cuenca del Plata y nuestra proyección hacia el Atlántico Sur, así como el relevamiento exhaustivo de nuestros recursos hídricos, minerales, agrícolas, pesqueros y de biodiversidad.
Hoy Uruguay maneja un cierto equilibrio comercial en las relaciones con Estados Unidos y China, el primero más basado en la exportación de servicios y el segundo de bienes. Otro tema es la inversión extranjera directa y los convenios de cooperación en distintos ámbitos que hay con estos países, que generan redes muy estrechas. Desde el punto de vista de las áreas estratégicas, hemos podido ver las disputas empresariales con trasfondo geopolítico vinculadas al desarrollo de la tecnología 5G y también a la compra de patrulleros oceánicos. Otra constatación es que los estados (los grandes estados) siguen siendo actores protagonistas, más allá del auge de las grandes compañías y de los billonarios del sector tecnológico.
Por otra parte, importa saber que EE. UU. tiene objetivos claros de respaldo del sector de las energías fósiles, cuando nuestro país ha tomado un camino tan alineado con el estímulo de las energías renovables y existe un ambicioso proyecto para la construcción de una planta de hidrógeno verde. Asimismo, es elocuente suponer que la sociedad uruguaya no discutirá el rumbo de las políticas de la llamada nueva agenda de derechos o políticas woke, teniendo en cuenta la severa crisis demográfica y cultural que nos amenaza.
Sin idealizar el acuerdo de asociación entre el Mercosur y la Unión Europea, al menos parece una ruta bastante clara para que los países sudamericanos empiecen a andar juntos, se obliguen internamente a una modernización y adecuación normativa, evitando alterar ese equilibrio con Estados Unidos y China, facilitando además la concreción de otros acuerdos como con los países árabes o el sudeste asiático. Un Mercosur que también tiene que asumir su batalla contra el crimen organizado, como parece empezar a hacerlo, porque el primer objetivo de este bloque fue y será garantizar la paz entre países hermanos.
TE PUEDE INTERESAR: