La crisis que envolvió a Conexión Ganadera en Uruguay no es un mero incidente empresarial aislado. Sabemos que constituye, para muchos especialistas, la crisis más significativa reciente en la historia del sector ganadero, tanto por el volumen de la pérdida monetaria como por el gran número de inversores afectados. Este colapso se inscribe en un fenómeno más amplio denominado la “crisis de los fondos ganaderos”.
La caída de Conexión Ganadera, en enero de 2025, fue la culminación de un proceso que comenzó a mediados de 2024 con la quiebra de fondos menores como Grupo Larrarte y República Ganadera, y que se profundizó con la posterior quiebra de Portafolio Capital.
Clasificada en sus aspectos esenciales como una crisis antrópica, es decir, causada por el accionar humano y las decisiones organizacionales, el caso de Conexión Ganadera actualmente es objeto de investigación en el ámbito judicial, donde ya se han producido tres imputaciones por eventuales procederes delictivos y se esperan muchas más. Este análisis preliminar (las actuaciones judiciales siguen y se espera que se extienda por muchos meses) busca comprender los complejos factores, internos, externos y los aspectos regulatorios que convergieron para llevar a la quiebra a una empresa muy activa que gozó de un enorme prestigio en plaza, durante más de dos décadas.
Génesis del modelo de negocios y la seducción de una renta fija
Veamos un poco los orígenes. Conexión Ganadera inició sus operaciones alrededor del año 2000, respondiendo y aprovechando a una necesidad específica del mercado (crisis bancaria): la dificultad de los productores agropecuarios para obtener créditos bancarios para gestionar operaciones. La empresa se posicionó como un intermediario financiero innovador, ofreciendo una ventana de oportunidad para atraer capitales privados mayormente de pequeños ahorristas urbanos, bajo la promesa de buenas rentabilidades (comparada con las que ofrecían los bancos) a los potenciales inversores.
El modelo de negocio de la empresa se basó en contratos que ofrecían la renta fija, una estructura que prometía ingresos y que aparentemente daba seguridad en el capital a los inversores. Esta promesa de retornos fijos garantizados altos, que llegaron a superar el 10% en sus inicios, resultó extremadamente atractiva, especialmente en un sector de productivo percibido tradicionalmente como “seguro” en Uruguay. La empresa prosperó, operando por más de veinticinco años con aparente éxito y consolidando un significativo renombre,apoyada por una inteligente campaña publicitaria.
Sin embargo, los estudios posteriores revelan la profunda fragilidad inherente a esta estructura de desarrollo empresarial que ahora está bien claro que requería para ser efectiva de cierta adaptabilidad y gran flexibilidad, que hoy, con más información ahora disponible sobre su funcionamiento, sabemos que fueron condiciones que la empresa estaba lejos de tener. El modelo de renta fija, aunque funcional por un tiempo gracias a un contexto de “viento a favor”, conllevaba riesgos existenciales significativamente mayores que los de un modelo de renta variable.
La valoración realizada muestra que son muchas las dudas que planteaba la propuesta que, para operar exitosamente bajo estas condiciones, evidentemente requería capacidades empresariales muy avanzadas que, según los analistas que consultamos en nuestra investigación, no estaban presentes en la organización, especialmente después del año 2019, cuando comenzó la rápida integración de nuevos inversores para poder pagar las obligaciones. Pero esta opción de financiamiento sabemos que tiene límites y no puede operar para siempre, de manera sostenible.
¿Qué se puede decir de la forma de funcionamiento de la empresa? La investigación ha puesto de manifiesto una práctica empresarial que buscaba evadir el escrutinio oficial. Los contratos que Conexión Ganadera ofrecía a los inversores no eran genuinos contratos de capitalización ganadera. En cambio, eran esencialmente préstamos onerosos cuidadosamente “disfrazados” de negocios ganaderos. Se trató de una estrategia diseñada para eludir los controles del Banco Central de Uruguay (BCU). Este modus operandi delineó desde el inicio un sistema que, aunque lucrativo, operaba en la sombra regulatoria y asumía riesgos operacionales muy superiores a los que podía gestionar.
La ruptura del modelo. La mutación del negocio y finalmente “la tormenta perfecta”
El prolongado éxito de Conexión Ganadera dependía intrínsecamente de que su “espacio organizacional estratégico” permaneciera favorable. Este espacio comenzó a verse alterado y a reducirse significativamente a partir del año 2020. La crisis terminal fue la consecuencia de una conjunción de lo peor que podría acontecer, tanto desde la interna como desde el entorno del negocio propuesto originalmente por Conexión Ganadera, que de todas maneras fue mutando con el tiempo de una manera no transparente.
En el plano externo, una serie de factores desestabilizadores conformaron lo que se ha denominado “la tormenta perfecta”. Una sequía prolongada fue una de las causas más críticas. Se trató de una sequía persistente y prolongada que afectó al país entre los años 2020 y 2023, impactando negativamente las pasturas y el ganado, con consecuencias particularmente negativas en 2023, se generaron pérdidas económicas muy importantes y esta emergencia climática dejó tras de sí un endeudamiento significativo en la empresa.
Se produce además un aumento de costos de producción del sector. En particular reseñamos que las condiciones de mercado se tornaron desfavorables con el aumento del precio del ganado, el incremento del costo de arrendamiento de la tierra y el crecimiento de todos los gastos de producción debido al atraso cambiario. A esto podemos agregar la creciente competencia por tierras por parte de la agricultura y la forestación.
Además, hay que consignar algunos riesgos sistémicos relevantes. Se sumaron riesgos geopolíticos, sanitarios y las fluctuaciones en la demanda internacional, que profundizaron significativamente las condiciones fuera del control de los administradores de las empresas como Conexión Ganadera. Irónicamente, en la actualidad estamos atravesando uno de los mejores períodos económicos de la ganadería en las últimas décadas, pero ello no fue suficiente para revertir la crisis desatada.
En el plano interno de Conexión Ganadera, el deterioro se aceleró por la incapacidad de la dirección para encontrar respuestas eficaces ante los desafíos. El mantenimiento de promesas de pagos insostenibles forzó a la empresa a un cambio de estrategia que se pervirtió, una crisis ética. Los administradores buscaron ganar tiempo ingresando en lo que se considera un esquema Ponzi clásico: los capitales frescos ingresados por nuevos inversores se usaban para pagar los intereses adeudados a los clientes más antiguos.
Hay que reconocer como algo desfavorable que la empresa se diversificó en sectores muy alejados de su core de negocio agropecuario, bajo la hipótesis de una “mutación” hacia una intermediación financiera especulativa. Esta “magia” especulativa, en lugar de rescatarla, condujo a Conexión Ganadera a una situación de iliquidez, seguida de una profunda insolvencia. Se asumieron riesgos en forma descontrolada, se demuestra un apetito de riesgos totalmente irracional y descontrolado. Los directores no tuvieron “el coraje y honestidad” de desandar lo andado con propaganda engañosa.
La crisis de confianza y el silencio regulador
Un factor clave que permitió el crecimiento descontrolado de estos fondos fue el vacío regulatorio y la supervisión poco estricta por parte de las autoridades, especialmente del BCU, en el sector de inversión ganadera. Este contexto de desregulación aumentó el riesgo para la sociedad de que ocurrieran eventos catastróficos. Desregular no implica no monitorear ni dejar de controlar especialmente cuando hay 4500 inversores, una masa social de 20.000 personas y una falta de experiencia y medios significativa.
Los analistas han señalado omisiones de contralor y fallas en la gestión de organismos públicos que permitieron a estas empresas seguir operando y engañando a inversores. Si bien se realizaron observaciones a las empresas, estas no sirvieron en lo más mínimo para evitar la crisis. La falta de intervención y la consecuente inoperancia de las autoridades ante señales de riesgo claras han sido señaladas como factores que permitieron que la crisis se materializara y creciera. De hecho, las autoridades del BCU que asumieron en 2025 reconocieron errores y la necesidad de cambios en las normativas.
La crisis del sector de intermediación de operaciones financieras con ganado se aceleró y su proceso de deterioro se hizo terminal, para algunos agentes presentes en la plaza, fundamentalmente por la pérdida de confianza de los inversores. La caída de Grupo Larrarte y República Ganadera generó una inquietud creciente sobre la sostenibilidad del modelo de negocio de Conexión Ganadera. Esto se tradujo en una “corrida virulenta de inversores” que buscaban recuperar sus capitales, exponiendo la fragilidad de la gestión y desbordando a los administradores.
En ese momento, la empresa se encontró sin el acceso a crédito externo, el cual estaba limitado por sus incumplimientos, limitando totalmente su capacidad operativa. A los problemas financieros, cabe consignar que se agregaron fallas operacionales, particularmente una falta de trazabilidad clara en las operaciones y normas de registro estandarizadas, dificultando la comprensión y el control de los riesgos. Los problemas de pago de beneficios insostenibles y la falta de trazabilidad no operaron de manera independiente, sino que se potenciaron mutuamente.
El colapso de Conexión Ganadera y sus principales consecuencias
La situación de Conexión Ganadera se tornó vertiginosamente insostenible, culminando en la declaración de quiebra en enero del año 2025. La magnitud del desastre se hizo pública al revelarse un abrumador déficit patrimonial de la empresa. Conexión Ganadera, que había captado (estimación inicial) cerca de US$ 400 millones, frente a activos de solo US$ 150 millones, mostro en forma preliminar que se estaba arrojando una diferencia de US$ 250 millones, aunque los datos definitivos están aún en proceso.
Estaba claro que Conexión Ganadera ya no podría recuperarse. La prioridad pasó entonces a ser la liquidación de la empresa y la venta de los activos restantes, aunque pese a las acciones de salvaguarda judiciales se esperaba inicialmente que los miles de inversores recuperen solo una pequeña porción de lo perdido. La magnitud de la pérdida la sabremos exactamente en unos meses. Ahora se están recuperando inversiones ocultas de la empresa en el país y en el exterior.
Las consecuencias de esta crisis van más allá de las pérdidas directas de los inversores afectados, que no recuperaran el capital invertido, ni cobraran las rentas. El caso Conexión Ganadera ha expuesto además grandes fallas en el control estatal y ha generado un claro escenario “pierde/pierde” que afecta a la sociedad en su conjunto. Se ha dañado en parte la imagen país y las estrategias generales para atraer inversores en estas operaciones, extendiendo indirectamente el impacto a la economía local y la confianza en el sistema financiero.
En el ámbito judicial, se investigan actualmente algunas de las debilidades de administración y aspectos con “apariencia delictiva” en las operaciones de Conexión Ganadera. Se han producido tipificaciones de cargos como estafa, vaciamiento de empresa, apropiación indebida y, críticamente, eventual lavado de activos. El dolor y la frustración de los pequeños inversores que colocaron los ahorros de su vida en la empresa han generado un repudio social evidente hacia la dirigencia.
Un repaso breve de las principales lecciones aprendidas
Una operación de intermediación financiera, sin adecuadas regulaciones puede ser muy riesgosa. La crisis de Conexión Ganadera es un llamado de atención sobre la importancia de la regulación, la transparencia y la diligencia debida en las inversiones, en particular en escenarios donde los inversores son pequeños e inexperientes. Hay que ser más proactivos ante una asimetría de información y recursos que podía ser usada por los captadores de capital en su provecho, ocultando buna parte de los riesgos inherentes de la operación a los pequeños inversores.
Una de las lecciones fundamentales es la necesidad de una visión sistémica para abordar las crisis sectoriales de este tipo. Hay que tener presente que los desafíos del funcionamiento sustentable de sector ganadero trascienden los riesgos financieros, incluyendo riesgos geopolíticos, climáticos y sanitarios. Si algo puede decirse es que la gestión de estos negocios debe contemplar la posibilidad de que se repita la “tormenta perfecta”, con adecuadas coberturas normativas.
¿Qué se puede decir ahora que sabemos lo que ha acontecido en varios casos de estas empresas de intermediación financiera en el mercado ganadero? El sentido común, más allá de los resultados de las investigaciones judiciales que se están procesando, indica que es imprescindible fijar límites a las formas de administración tan descuidada de estos negocios ganaderos. Es imperioso que los futuros administradores establezcan resguardos ante condiciones desfavorables extremas y consideren profesionalmente cláusulas de salvaguarda ante las fluctuaciones del mercado.
Las actuaciones judiciales van a continuar por muchos meses. Se tratará seguramente de un proceso muy dificultoso y con emociones muy encendidas, sobre todo en lo que respecta al futuro patrimonial de los inversores que serán claramente perjudicados y serán uno de los grandes perdedores. Finalmente, tomarán conciencia de una manera muy traumática, por cierto, de en qué situación de exposición al riesgo inherente del negocio se encontraban cuando prestaron su dinero a empresas como Conexión Ganadera. Informaremos al respecto en futuros artículos.
Finalmente, el caso subraya muy especialmente que el vacío regulatorio y la inoperancia de las agencias de contralor estatal permitieron el crecimiento de un negocio intrínsecamente riesgoso. Para evitar que estos procesos traumáticos se repitan, es vital que los partidos políticos y el gobierno nacional procesen lo acontecido y desarrollen mecanismos de reacción correctiva y preventiva. Solo a través de una revisión profunda de las normas de registro, la trazabilidad financiera y los controles se podrá reconstruir la confianza y evitar futuras “desconexiones ganaderas”.
* Carlos Petrella y Carlos Tessore son ingenieros de la Universidad de la República, Uruguay, y doctorados en España y Estados Unidos, respectivamente. Codirigen un equipo de investigación en Gestión de Crisis Antrópicas.




















































