Este domingo 26 de octubre, la Feria de Tristán Narvaja nos recordó una verdad fundamental, acudir a la feria ya es concurrir a una de las fiestas más populares de la ciudad. Este domingo, esa fiesta eterna se vistió de gala para celebrar 155 años.
Después del miércoles 22, cuando dejamos la vara muy alta con el lanzamiento del hermanazgo con San Telmo, parecía imposible igualar semejante celebración. Pero la feria nos enseñó que hay formas diferentes de ser épicos. Porque en Uruguay existe una forma de afrontar adversidades convirtiéndolas en victorias, eso ¡que llamamos popularmente “a lo Peñarol”! A partir de este 26 de octubre, haciendo una justa analogía, me voy a permitir decir, que nació el término “a lo Tristán”.
Las circunstancias no eran ideales. Los pronósticos anunciaban lluvias para el domingo, con chubascos y rachas de viento.
Por otro lado, el recorte reciente en las horas extras impedía que funcionarios municipales trabajaran el domingo. Solo pudieron cedernos 50 sillas y un parlante amplificado. Había quedado de lado el escenario, la bajada de luz por parte de la UTAP, el sonido, lo que simplemente hacía imposible la actuación de los invitados. Sabíamos que las autoridades no iban a concurrir, lo habían hecho el miércoles y en domingo les resultaba difícil.
Decidimos que la fiesta debía continuar. Armamos y delimitamos la calle Uruguay desde la finalización de los puestos de los artesanos hasta casi la calle Eduardo Acevedo. Pusimos stands plegables de nuestra propiedad, banderas alusivas al patrimonio, banderas de Uruguay, banderas de Descubrí Montevideo, remeras de “Primeras Ferias Hermanas del Mundo Tristán Narvaja y San Telmo”. Vestimos la calle Uruguay con mucho amor y corazón, ordenamos las sillas, compramos un alargue profesional con su correspondiente llave térmica de 100 metros, prestamos nuestras propias cajas acústicas, los micrófonos y hasta un foco RGB led, audio rítmico.
Teníamos comprometida la actuación de La Sara del Cordón, actual campeona del Carnaval 2025. Su director, Alfonso Pintos, es del barrio Cordón, vivió en Gaboto esquina Paysandú, y trabajó en nuestra feria. Pero había una condición cultural, el candombe es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y nuestra Tristán Narvaja Patrimonio Cultural Departamental, modesto pero muy importante para nosotros.
También convocamos a Pequeño Río, de Gastón Silva, que fusiona tambores con vientos, realizando versiones que son una delicia al oído. Además, Gaitas del Sur, el grupo venezolano, super alegre que nos recuerda que la feria es refugio de hermanos latinoamericanos.
Pese a las limitantes, el festejo salió sensacional. Alfonso, Pablo y Micaela Pintos brindaron un espectáculo formidable. Hicieron una minillamada que arrancó en el sitio previsto, dio un giro, por calle Uruguay donde se detuvo para realizar su afamado toque Madre, ante cientos de concurrentes de la feria para volver a ritmo de lonja con sus bailarinas al escenario improvisado, pero digno, cuando entonces sucedió algo que quedará grabado para siempre.
Alfonso tomó una decisión inédita, por el tamaño (cuarenta personas entre bailarinas y la cuerda de tambores) de ir bailando y tocando entre la gente hasta llegar al puesto de Ariel Mendoza, nuestro amigo común fallecido recientemente, a quien este aniversario está dedicado. Allí, frente a su puesto, realizaron el típico corte de tambores ante la emoción de su esposa. Se paralizó la feria por unos minutos para escuchar el toque emotivo y sentir cómo la música se convertía en abrazo, en homenaje, en memoria viva.
Fue el momento más hermoso y épico de toda la celebración. No era solo música; era la feria rindiendo homenaje a uno de los suyos, era Alfonso despidiendo a Ariel con tambores en el mismo lugar donde se conocieron.
Los feriantes dejaron de vender, los compradores dejaron de comprar, los turistas incrédulos ante semejante espectáculo no paraban de fotografiar y filmar. Todos se quedaron quietos, escuchando, sintiendo cómo la música transformaba el dolor en celebración. Volviendo al escenario con Pequeño Río de Gastón Silva junto a Yanela como vedette hermosísima, vestida con la bandera de Uruguay, nos deleitaron con sus candombes entre lonjas e instrumentos de viento, con su grito de guerra registrado “Uruguay noma”, despidiéndose mientras interpretaban que los cumplas feliz, para luego seguir y perderse entre nuestra gente tocando y bailando. Tristán Narvaja en una sola mañana había reunido a los nombres emblemáticos del candombe uruguayo, “los Pintos y los Silva”. Gaitas del Sur cerró la jornada, motivados únicamente por el honor de participar, interpretaron un vasto repertorio. Demostraron que la verdadera grandeza no está en los recursos materiales, sino en el corazón. Culminaron su espectacular actuación con el público bailando al ritmo de “Amparito”. Sucedió como tenía que suceder, “a lo Tristán”. Porque todos sabemos que cuando uno va a recorrer la feria, aunque no se celebre nada, ya está acudiendo a una fiesta. Agradecemos a todos los que participaron y a todos los que no pudieron que nos brindan espectáculos en cada esquina, son esos artistas de primer nivel que trabajan a la gorra que, por ser un evento institucional, no pudimos contar con su aporte.
Porque lo que vivimos fue la demostración empírica de que Tristán Narvaja no necesita ocasiones especiales para ser especial. Cada domingo es una celebración, cada visita es una fiesta, cada recorrida es un encuentro con la alegría popular.
No tuvimos el escenario que merecía La Sara del Cordón, pero tuvimos algo mejor, la feria entera convertida en escenario. El miércoles 22 fue la celebración oficial. El domingo 26 fue la del alma. Los 155 años se celebraron siendo lo que siempre hemos sido, la fiesta más popular de la ciudad, donde cada domingo es carnaval. Celebrados simplemente “a lo Tristán”.




















































