Con la amenaza de un 2026 más seco de lo normal por la influencia de La Niña, el gobierno acelera medidas para garantizar el abastecimiento de agua potable en el área metropolitana. El reciente acuerdo para rediseñar el proyecto Neptuno, que ahora prioriza la ampliación de la planta de Aguas Corrientes, se presenta como una respuesta urgente a esta posibilidad, aunque genera fuertes críticas por su legalidad, costos y prioridades. Estas soluciones, lejos de ser nuevas, reviven ideas planteadas hace más de medio siglo.
Los datos manejados por el Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) coinciden en que La Niña podría persistir o influir durante el primer semestre de 2026, generando déficits de precipitaciones en el Cono Sur, incluyendo Uruguay. Esto afectaría especialmente la primavera-verano, con riesgos de estrés hídrico en agricultura, ganadería y reservas de agua.
Según la NOAA, al analizar los impactos típicos de La Niña en el sureste de Sudamérica, se señala que favorece condiciones más secas que lo normal en el sur de Brasil, Uruguay y centro-norte de Argentina. Un ejemplo histórico es el episodio de 1988-1989, cuando se registró una sequía severa en noreste de Argentina, sur de Brasil y principalmente en el norte de Uruguay. En general, La Niña genera déficits de precipitación en la cuenca del Río de la Plata.
Pero las afectaciones no solo estarían afectando el suministro de agua a la población. El Anuario 2025 de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa), presentado por el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Alfredo Fratti, anticipa una fuerte caída del 5,9% en el valor agregado del sector agropecuario para 2026, tras un leve crecimiento del 1% en 2025. Esta proyección se debe a menor actividad agrícola y pecuaria, presionada por la llegada de La Niña que impactaría cultivos de verano como soja, maíz y sorgo, y reduciría pasturas para la ganadería, combinada con efectos rezagados de la sequía 2022/23.
Fratti, en declaraciones a la prensa, fue más explícito sobre la vulnerabilidad del sector. “Los datos que tenemos, por ahora, es que sería un poco más seco de lo normal, pero que no llegaría a ser una crisis como la que hemos tenido. Pero bueno, con el tiempo nunca sabemos”, sostuvo. Además, admitió que carece de presupuesto para enfrentar una emergencia agropecuaria ya que en el Presupuesto “lo que había sobre emergencia agropecuaria no quedó ningún dinero, por lo tanto, si nos aparece la seca habrá que hablar con el ministro de Economía, Gabriel Oddone, porque del período anterior quedaron deudas que se van a terminar de pagar recién en el 2027, por lo tanto, ahí no tenemos nada”. Hacia mediados o fines de 2026 podría transitarse a condiciones neutrales o El Niño, aliviando la situación, aunque la variabilidad climática aumenta la incertidumbre.
Ampliación en Aguas Corrientes
Ante este escenario de una próxima sequía, el gobierno anunció el 17 de diciembre el cierre de la renegociación del proyecto Neptuno (originalmente en Arazatí), enfocándose ahora en la cuenca del río Santa Lucía como fuente alternativa urgente. No se quiere que vuelva suceder lo acontecido en 2023 con el abastecimiento a Montevideo y el área metropolitana.
El nuevo acuerdo contempla la construcción (que llevaría tres años) de una nueva planta potabilizadora con capacidad para 200 mil metros cúbicos diarios en las proximidades de Aguas Corrientes, lo que elevará la capacidad total del sistema a 900 mil metros cúbicos diarios y asegurará el abastecimiento metropolitano hasta al menos 2045. La gestión quedará exclusivamente en manos de OSE y se dijo que los costos se redujeron en aproximadamente un tercio respecto al proyecto original, con una inversión inicial alrededor de 212 millones de dólares. Incluye obras complementarias como una nueva línea de bombeo.
El gobierno señala que se trata de la mayor inversión histórica en infraestructura de OSE. También se dijo que sigue en pie la represa en el arroyo Casupá, con un embalse de 118 millones de mil metros cúbicos (el doble o más que Paso Severino), financiada con préstamo CAF de unos 130 millones de dólares y obras previstas para 2027.
Pese a presentarse como solución rápida la ampliación de Aguas Corrientes, el acuerdo ha recibido fuertes cuestionamientos. El Movimiento por un Uruguay Sustentable (Movus) emitió un comunicado criticando el acuerdo. En el mismo se señala que “se asignan directamente las obras al consorcio Infraestructura Arazatí SA sin nueva licitación, pese a que el Ejecutivo reconoció la inconstitucionalidad del acuerdo original”.
Desde Movus existen dudas sobre la necesidad real de ampliar en 200 mil metros cúbicos diarios, ya que el sistema actual produce más del doble del agua requerida, pero desde este movimiento se indica que “persisten graves pérdidas, con dos tercios del agua potabilizada sin facturar y sin claridad sobre su destino (fugas, conexiones irregulares, etcétera)”. Otras críticas de Movus pasan por que esta ampliación “implicará una inversión superior a los doscientos millones de dólares, que sería asumida por Infraestructura Arazatí SA. Sin embargo, lo que se omitió mencionar es que el monto total a pagar por estas obras superará los seiscientos millones de dólares debido a un esquema de financiación privada altamente costoso e injustificable”.
Ideas con más de 55 años
Lejos de ser iniciativas recientes o exclusivas de gobiernos recientes, tanto la represa de Casupá, la reserva en Solís Chico como la captación alternativa desde el Río de la Plata provienen de estudios realizados entre 1969-1970, durante el gobierno del Partido Colorado bajo la presidencia de Jorge Pacheco Areco (1967-1972).
En su documento titulado “Hipermesia”, el ingeniero Arturo Castagnino, quien fuera gerente general de OSE durante varios períodos, detalla exhaustivamente este origen. Según Castagnino, las propuestas surgieron del estudio “Desarrollo de los Recursos Hídricos de la Cuenca del Río Santa Lucía” elaborado entre 1969 y 1970, financiado por el Fondo Especial de la OEA y con asistencia técnica de la OPS/OMS. Participaron múltiples instituciones uruguayas (OSE, Dirección Nacional de Hidrografía, Meteorología, Ministerios de Obras Públicas, Ganadería, etcétera).
Este trabajo fue pionero ya que se trató del primero en aplicar modelos matemáticos y programación lineal para optimizar económicamente inversiones en agua potable, riego y energía. Se propuso hace 55 años una serie de obras integrales que comprendían el embalse de Paso Severino (construido en 1986), represa en Casupá, embalse en arroyo Solís Chico, captación de agua bruta del Río de la Plata cerca de Arazatí (zona Pavón-Cufré, San José) con una planta potabilizadora de 430 mil metros cúbicos por día (más del doble de la capacidad actual del rediseñado Neptuno) y un pólder de reserva, además de otras represas como Picada de Almeida, Las Brujas y Rincón de Carballo (río San José), junto con la quinta y sexta línea de bombeo, construidas en 1993-1997 y 2009-2011, respectivamente.
Castagnino enfatiza que estas ideas no surgieron en administraciones posteriores (ni en los 90, ni en los gobiernos frenteamplistas de 2005 a 2020, ni en el actual), sino hace más de cinco décadas, “impulsadas por un gobierno que las apoyó y por técnicos uruguayos e internacionales de alto nivel”. A su vez el ex gerente general de OSE advierte sobre el tener una sola fuente de agua (Paso Severino) para abastecer al 60% de la población del país.
El cambio de rumbo en los proyectos
En la misma línea de contextualizar históricamente las decisiones, el ex director nacional de Hidrografía Marcos Paolini explicó a La Mañana que el proyecto de la represa de Casupá ya estaba estudiado y comprometido desde administraciones previas, por lo que su equipo no lo impulsó.
En cambio, se priorizó el proyecto Neptuno original (Arazatí), para el cual la Dirección Nacional de Hidrografía otorgó los permisos correspondientes: para la toma de agua en el Río de la Plata y obras de ingeniería hasta la línea de ribera, y otro permiso para cruzar el lecho del río Santa Lucía con el acueducto. Paolini aclaró que la competencia de Hidrografía se limita a aguas navegables (como el Santa Lucía, declarado por ley) y no necesariamente al arroyo Casupá, cuyo estatus no estaba claro para él.



















































