Guillermo Tolosa, presidente del BCU, detalló la transformación de la política monetaria del país. El nuevo enfoque, que prioriza la persuasión y la credibilidad sobre la pura técnica, busca desmantelar la inflación como una “convención social”.
En un discurso pronunciado en la Academia Nacional de Economía, el presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Guillermo Tolosa, presentó una visión detallada sobre la modernización del régimen de política monetaria del país. Bajo el título “Reduciendo la inflación: afirmando el rol del hemisferio derecho”, el jerarca explicó cómo Uruguay está avanzando hacia una inflación baja y estable mediante la combinación de herramientas técnicas y una estrategia comunicacional que fortalece la confianza de los agentes económicos.
Destacó que los regímenes de metas de inflación, adoptados por “más de 50 países de ingreso medio y alto”, han transformado la política monetaria global. Este enfoque marcó un “quiebre” con el pasado, cuando el control del tipo de cambio predominaba y las crisis financieras afectaban a mercados emergentes, incluyendo Uruguay, entre los años 80 y principios de los 2000. La nueva “tecnología” de metas de inflación ha permitido “ganancias duraderas en estabilidad de precios”, reduciendo la incidencia de crisis y sentando las bases para una economía más resiliente.
El presidente del BCU estructuró su exposición comparando la política monetaria con los dos hemisferios del cerebro. El “hemisferio izquierdo” representa la racionalidad y la lógica, donde la tasa de interés actúa como un “instrumento directo, frío, pero efectivo”. Este mecanismo, respaldado por una “maquinaria técnica sofisticada” de “modelos macroeconómicos que simulan y estructuran un sistema extremadamente complejo”, procesa “decenas de variables interconectadas” para proyectar decisiones que controlan la inflación. La tasa funciona como un “freno” que “detiene el avance del crédito, enfría el consumo y desacelera la inversión”, exigiendo “rigor técnico” y decisiones “muchas veces dolorosas, pero necesarias”.
Por otro lado, el “hemisferio derecho” abarca la creatividad y las emociones necesarias para generar “confianza y credibilidad”. Tolosa subrayó que la “solvencia técnica” y la “independencia del poder político” son esenciales para que el Banco Central mantenga un “foco muy claro y definido” en su objetivo de estabilidad de precios. La construcción de un “historial de resultados contundentes” fortalece la credibilidad, pero la visibilidad es igualmente crucial. “Para que a una persona o institución le crean, tienen, primero que nada, ¡que verla!”, afirmó, destacando que los bancos centrales deben ser “visibles, activos y comprensibles” para coordinar las expectativas de consumidores, empresas, inversores y el sistema financiero.
A su vez resaltó que la comunicación se ha consolidado como un “instrumento de política monetaria” en las últimas dos décadas. Citando a Michael Woodford, autor de Interest and Prices (2003), explicó que los bancos centrales no solo ejecutan tasas, sino que actúan como “coordinador de expectativas”. La evidencia académica, respaldada por premios Nobel como Kahneman, Shiller y Thaler, demuestra que “lo que dice y cuanto dice el Banco Central incide directamente sobre las expectativas”. En 2022, los países desarrollados lograron combatir un proceso inflacionario con “menos de la mitad del aumento de tasa y de desempleo” que en los años 70 gracias a una comunicación efectiva que incluyó “discursos, presentaciones y contenidos accesibles”. El BCU, señaló Tolosa, ha contribuido a esta literatura, consolidando la comunicación como un pilar clave de la política monetaria.
En la meta de inflación
En Uruguay, los resultados son tangibles. La inflación ha disminuido en los últimos meses, situándose “prácticamente en la meta de inflación”. Las proyecciones indican que se mantendrá cercana a esta meta, con riesgos limitados debido a un “déficit de cuenta corriente cercano a uno por ciento” y “reservas históricamente altas” destacó en su discurso. La brecha entre las expectativas de inflación de los analistas y la meta del BCU se ha reducido a “la tercera parte en solo tres meses”, alcanzando “mínimos históricos a un ritmo históricamente rápido”. Las tasas exigidas por los compradores de bonos del Estado han caído a “mínimos históricos”, y la discusión pública refleja un cambio hacia la “estabilidad de precios como política de Estado”, con el tipo de cambio dejando de ser una “variable de control”.
Estos avances se deben a una estrategia que combina decisiones técnicas con una comunicación intensificada según el presidente del Banco Central. En este sentido resaltó que el BCU ha transformado su enfoque comunicacional, explicando abiertamente las decisiones del Comité de Política Monetaria (Copom), aumentando la frecuencia de discursos y creando espacios de diálogo con el público. Los contenidos ahora tienen un “foco en la narrativa”, con “decisiones claras, razones transparentes, legibilidad y estrategia” en comunicados, minutas y reportes. Se han diversificado los formatos, con “estilos y lenguajes adaptados” a diferentes audiencias, incluyendo nuevos productos comunicacionales menos técnicos. Tolosa invitó al público a suscribirse al boletín del BCU y compartirlo para ampliar su alcance, destacando la importancia de involucrar a la sociedad en esta transformación.
Un equilibrio eficiente
En otra parte de su exposición reconoció que la inflación en Uruguay no responde a un “fenómeno monetario clásico” ni a un “sobrecalentamiento de la economía”, sino a un “equilibrio de coordinación ineficiente” impulsado por la desconfianza. Para superarlo, el BCU ha implementado cambios estructurales, como la selección de un Directorio con “perfil técnico”, la garantía de “independencia” en las decisiones y una “estrecha coordinación” con el Ministerio de Economía y Finanzas para alinear pautas salariales y el presupuesto quinquenal con la meta de inflación. Además, Tolosa dijo que se ha fortalecido el compromiso con la estabilidad como “política de Estado”, con el apoyo explícito del presidente y el ministro de Economía, en “notorio contraste con el pasado” o con experiencias en otros países.
Por otro lado, abordó desafíos pendientes, como la inflación de bienes no transables, que refleja dinámicas internas y expectativas. A diferencia de los bienes transables, influenciados por el contexto internacional y el tipo de cambio, los no transables han generado “desequilibrios importantes” en el pasado, afectando la rentabilidad del sector exportador y las cuentas externas. Para consolidar los logros, el BCU propone medidas como la “desindexación y pesificación de los precios” para reducir la persistencia inflacionaria, el “desarrollo de mercados financieros en moneda local” para mejorar la transmisión de la política monetaria y la “gestión ágil de pasivos monetarios” para absorber presiones cambiarias sin generar desequilibrios adicionales. Estas acciones buscan una “desinflación simétrica, sostenible y creíble” que evite distorsiones macroeconómicas.
La polémica por las tasas
El presidente refutó la crítica de que la tasa de interés del BCU “tracciona poco” en Uruguay, argumentando que los ciclos de suba de tasas han sido seguidos por caídas de la inflación. En economías con baja bancarización en moneda nacional, como Uruguay, el canal de comunicación es “aún más central” que la tasa. La experiencia en otros mercados emergentes, como Armenia, muestra que la credibilidad puede “compensar debilidades operativas” y “amplificar el efecto” de la tasa. Este enfoque permite mover la economía hacia un “equilibrio de coordinación” más eficiente sin los costos asociados a frenar una economía recalentada.
También destacó la necesidad de fortalecer el andamiaje institucional del régimen monetario. Medidas como la desindexación de precios, el desarrollo de mercados financieros en pesos y la gestión ágil de pasivos monetarios son “ajustes de engranajes” que mejoran la precisión y resiliencia del sistema. Estas acciones, aunque menos visibles, son fundamentales para consolidar una desinflación que no genere desequilibrios externos ni sacrifique el crecimiento económico.
En su cierre, Tolosa afirmó que lograr una inflación baja y estable requiere moldear las “creencias” de los agentes económicos. “Si los agentes creen en el objetivo, sus decisiones lo reflejarán: negociarán con moderación, fijarán precios con cautela, invertirán con estabilidad”, sostuvo. La política monetaria, describió, es una “sinfonía de expectativas bien afinadas” que combina “arte, ciencia y una construcción de confianza”. Uruguay, afirmó, está transitando “rápidamente la última milla hacia un régimen de metas de inflación maduro” que promete “potenciar el crecimiento y mejorar la distribución” económica, posicionando al país en una “nueva realidad” que no vivía desde hace más de 80 años.