El politólogo Daniel Chasquetti considera que el no tener mayorías parlamentarias para el Frente Amplio o la Coalición “no es algo espantoso” y marca un cambio en la manera de hacer política. En diálogo con La Mañana señaló que “la comodidad de tener una mayoría es fantástica, pero te vuelve perezoso”.
¿Cuál es su evaluación de las elecciones del domingo?
Fueron muy parejas y se volvieron a equilibrar los bloques. Es como volver al escenario pre-2019, con un mayor equilibrio. El Frente Amplio votó muy bien. Tomo como parámetro para emitir un juicio la votación anterior. El FA creció cinco puntos, el Partido Nacional perdió uno y medio, el Partido Colorado pegó un salto de casi cuatro puntos, el Partido Independiente sigue igual y el gran perdedor fue Cabildo Abierto. A esto agregaría la aparición de Gustavo Salle, que es la novedad.
El resultado confirma varias cosas. Primero, que el Frente Amplio es una fuerza superpotente y que tiene una chance enorme de ganar en segunda vuelta. En segundo lugar, el Partido Nacional tiene una maquinaria fuertísima. Por más que se intentó instalar un relato de que había paridad entre los partidos tradicionales, en realidad el Partido Nacional está muy bien aceitado en el territorio y por eso es difícil ganarle en la interna de la Coalición. Tiene 15 intendentes y decenas de alcaldes. También muchos exintendentes fueron por la diputación y hay mucha tracción de votos. Si bien perdió un punto y medio y es una de las peores elecciones de la historia del Partido Nacional, igual es buena y le da para mantenerse como el partido más grande de la Coalición.
¿Qué puede comentar sobre la votación del Partido Colorado?
Hizo una elección excelente. Se aproxima al récord en este siglo, que era de Pedro Bordaberry en 2009. Además, ahora tiene dos alas y varios grupos. En 2009 el actor claramente predominante era Vamos Uruguay y hoy hay otros más. Por lo tanto, el Partido Colorado votó bien.
¿Cuál es su opinión sobre la irrupción de Salle en el ambiente político, además con tanta fuerza?
Hay que interpretar qué nos está diciendo la ciudadanía. Lo veo como una votación de gente que está muy enojada con la política. Probablemente haya existido siempre, pero se distribuía en distintos partidos. Ahora aparece un candidato que los logra unir. Es un poco preocupante el programa que tiene Identidad Soberana y la forma como trata a los adversarios. Es como una luz amarilla que está prendida.
Viendo la composición de la Cámara de Diputados, y por fuera de los bloques, la mayoría queda en manos de Salle. ¿Cómo es su lectura de esta situación, si llegara a ganar el Frente Amplio?
Creo que Salle no le va a dar los votos a nadie. La llave de la gobernabilidad está en la negociación entre los dos bloques. El Frente Amplio tiene ahí una ventaja. La Coalición es un conjunto de partidos. Por más que está creciendo la cultura política de sus votantes, siguen siendo partidos. Hay cierta autonomía y no hay organismos que definan el comportamiento de los partidos. Entonces no es lo mismo la Coalición en el gobierno que en la oposición. El Frente Amplio podría negociar con integrantes de la Coalición. Ya lo hizo en este periodo, por ejemplo, con Cabildo Abierto o Ciudadanos del Partido Colorado. Yo descarto que el Frente Amplio vaya a buscar los votos de Salle y lo mismo en el caso de la Coalición. El programa de Identidad Soberana es bastante complicado y si se elige ese camino se debe negociar con alguien que te considera que eres un corrupto y el Parlamento es una cueva de ladrones.
En el caso de Diputados, uno de los temas principales es la aprobación del Presupuesto. ¿Qué puede pasar, ya que ningún bloque tiene la mayoría?
La negociación es la salida. Si gana Orsi y se aprueba un proyecto en el Senado y pasa a Diputados, donde no tiene mayoría el Frente, se necesita aprobarlo, ya que si no se trata vence el plazo y desaparece. Eso lleva a que sea necesario negociar. Hay una tradición en el sistema político uruguayo de la negociación. Pienso en Wilson, en el primer gobierno de Sanguinetti luego de la dictadura, donde primaba votar como decía el líder blanco “todo lo que sea bueno para el país”. El Frente podría negociar con Cabildo Abierto, que tiene dos diputados, o con algún sector en particular del Partido Nacional o el Partido Colorado. Se debe recordar que en 1962 ganó el Partido Nacional y tenía 47 bancas. Y se negociaba con la 99 de Michelini o el PDC de Terra y ahí conseguían los votos para aprobar las leyes presupuestales.
En 1946, el Partido Colorado gana con 47 bancas y Tomás Berreta es presidente. Durante su gobierno tiene varios enfrentamientos con el Partido Nacional, que trancan muchas leyes. Fallece y Luis Batlle asume la Presidencia e invita a Herrera a concretar la Concertación Patriótica. Ahí crearon varias empresas públicas, nuevas cajas de jubilación y el herrerismo se incorpora al directorio de esas empresas creadas. En el sistema político uruguayo hay como una tradición de negociar por políticas públicas y también por cargos, ya que así es la política. O sea, no es algo que no se haya hecho antes y, por tanto, no es tan dramático.
¿Cómo observa la composición del Senado?
Ahí es donde está más vulnerable Delgado. No tener la mayoría del Senado es muy delicado. Esa cámara tiene muchas potestades distintas de la Cámara de Representantes. Por ejemplo, está la designación de los directorios de los entes autónomos, que se vota por tres quintos. Si no hay tres quintos a los 60 días con mayoría simple se aprueba. O sea, la capacidad de hostigamiento que tendría el Frente Amplio sobre un gobierno de Delgado es muy alta, por lo cual lo obligaría a pensar en algo distinto, tipo Luis Batlle con la Concertación. Eso llevaría a una política mucho más de Estado y nos abre un mundo que estaba cerrado hasta hoy.
El Frente Amplio cuando estuvo en el gobierno siempre tuvo mayoría. ¿Cómo afecta a la interna de esa coalición de izquierda esta nueva realidad de tener que acordar con otros partidos?
La comodidad de tener una mayoría es fantástica, pero te vuelve perezoso. Si vos tenés los votos no negociás y decís “Si no lo aprobás igual lo voy a pasar”. Ahora es distinto. En Diputados no tienes los 50 votos y a menos que consigas algún socio será difícil. Pero solo te faltan dos votos y se debe pensar que los diputados representan departamentos, estos tienen intereses y el Poder Ejecutivo tiene la caja de las transferencias a los gobiernos departamentales. Si no se consiguen esos votos, lo que queda es negociar y rebajar el programa. Como dijo Lacalle Pou con la reforma de la seguridad social, tras los cambios exigidos por Cabildo y el Partido Colorado: “Le echaron agua, pero sigue siendo leche”. El no tener las mayorías en el Parlamento supone un cambio cultural, y los diputados y senadores deben asumir trabajar de manera mucho más humilde, cuidarse en las cosas que se dicen, cómo se tratan, no herir y no generar condiciones para que los proyectos se bloqueen.
Un hecho importante es que se va a poder censurar ministros. En la Asamblea General el FA tendría de ganar la elección 65 votos y la Coalición 63 y si gana Delgado, el FA tiene 64 e igual número la Coalición. Los otros dos votos que faltan son de Salle, quien en definitiva saldaría la disputa. ¿Qué escenario se abre entonces?
Si gana Orsi, en la cámara de Diputados tiene un riesgo por no tener la mayoría. Podría darse el caso de que le aprueben una moción de censura y luego en la Asamblea General, que trata esa censura, le pueden construir una mayoría y ponerlo contra las cuerdas. También en el caso de Delgado. Se van a ir asumiendo este tipo de riesgos, por lo cual se abre una reconsideración del uso de esas reglas. Los políticos son bastante listos y se van a dar rápidamente cuenta de cuáles son los peligros.
¿Cuál es su reflexión sobre esta situación, en que gane quien gane no tendrá mayorías en el Parlamento?
No es malo para el país. Lo que pasa que estamos mal acostumbrados. En 40 años democracia tenemos tres cuartas partes con mayorías y en el mundo son muy comunes los gobiernos divididos, como en Estados Unidos y Argentina. Por eso se forman las coaliciones. Tampoco nos está ocurriendo algo espantoso. Está dentro de las posibilidades y como la política es el arte de lo posible, eso supone negociar.
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