En noviembre de 2021 Cabildo Abierto presentó en el Senado de la República un proyecto de ley para estimular los nacimientos en el Uruguay. Proponíamos exoneraciones tributarias que aliviaran significativamente la carga económica que significa un hijo en una familia. Cada hijo suponía un determinado porcentaje de descuento en el IRPF, o en otros impuestos equivalentes si el beneficiario no pagaba IRPF. Se apuntaba así principalmente a la clase media y trabajadora, aquella en la que la situación económica condiciona en mayor medida su decisión de tener hijos. El proyecto además incluía beneficios adicionales a los padres, como extensión de la licencia paternal, bonificaciones en años computados para la jubilación, guarderías en lugares de trabajo, etcétera.
Por la naturaleza del proyecto, que contenía disposiciones de carácter tributario, debía contarse con la iniciativa del Poder Ejecutivo, por lo que se votó en el Senado una minuta para remitirlo al Gobierno nacional. A partir de ese momento corrieron más de tres años de gobierno de la Coalición Republicana. Una y otra vez lo conversamos con las autoridades del Ministerio de Economía y Finanzas pidiendo la devolución del proyecto. Siempre estuvo a estudio y nunca volvió al Parlamento. Ni siquiera una respuesta negativa o, lo que era esperable, una devolución con cambios en las propuestas de acuerdo con la visión del Poder Ejecutivo. Nada, como que no hubiera existido.
Parece que el demográfico no fuera un problema urgente y no mereciera ni siquiera una tibia propuesta para cambiar una realidad que no podemos seguir ignorando. El censo de 2023 arrojó que los uruguayos no llegamos a los tres millones y medio, habiendo crecido en poco más de una década, entre censo y censo, a una tasa del 1% anual, pero con el dato de una disminución de población en los últimos dos años del período considerado, lo que tiende a profundizarse. En 2024 nacieron 29.899 niños, ¡la cifra más baja desde 1888!, y murieron 35.956 personas. Sí, cada año que pasa los uruguayos somos menos. Y más viejos. Casi el 20% de la población es mayor de 60 años y ese porcentaje va en ascenso.
¿Hay algún gobernante en este país que se plantee cuál será la realidad del Uruguay en un par de décadas nada más, si no se revierte esta tendencia? ¿Cómo se sostendrá la seguridad social con cada vez menos aportantes y más jubilados? ¿Cómo se suplirá la falta de jóvenes en aquellos trabajos que requieran de determinadas condiciones físicas para su ejecución?
Mientras tanto nos enteramos de que el año 2024 fue un año récord en abortos realizados, se llegó a los 11.232, y se ven jerarcas que presentan la noticia con cierta satisfacción, como si ello significara un logro en materia de salud.
En los 12 años de vigencia desde su legalización se han registrado más de 117 mil abortos. Son 117 mil los uruguayos que no han nacido por decisión de su madre. A eso se le llama derecho sobre su cuerpo. No entraré en la discusión de lo que significa el aborto desde el punto de vista de la ciencia. Ya lo expresó Tabaré Vázquez cuando en su primer gobierno vetó la ley. No es el cuerpo de la madre, es una nueva vida con su ADN propio lo que se está matando. Y no es un dogma religioso, lo dice la biología humana. Por si eso no bastara, estudios serios demuestran el daño sicológico que se genera en la madre que aborta ¿No será acaso mucho mejor para el país, y para las propias madres, hacer todo lo que haya que hacer para evitar que se tenga que llegar al aborto?
Se nos ocurre que las políticas a implementar pasan por, lo mínimo, tratar de desestimular el aborto en el período de reflexión que prevé la ley, entre otras acciones mostrándole a las madres una ecografía del feto que se va a matar con todos sus órganos constituidos y su corazón latiendo. También se debe trabajar para proporcionar condiciones dignas para la madre y el recién nacido, además de los beneficios que planteamos en nuestro proyecto de ley. Se nos puede decir que aplicar estas políticas es muy caro para el Uruguay, pero no hay dudas de que mucho más caro será no hacerlo.
Por declaraciones de las máximas autoridades del MSP parece que no se pueden esperar cambios. Por el contrario, hablan de extender las semanas de embarazo para realizarse el aborto. Es realmente incomprensible.
Pareciera que una vez más estamos dispuestos a seguir por el camino que termina en el precipicio, esta vez a sabiendas…