Montevideo intramuros, Ciudad Vieja mezcla de acentos, de idiomas, turistas, portuarios, pícaros sin remedio, movimientos culturales con lentes de pasta, artistas, cafés. Mujeres vestidas de las más diversas formas, de cálidamente fino… a lo estrafalariamente colorido. Dentro de las murallas de la ciudad, presente aún en nuestro inconsciente colectivo conviven en una armonía disidente, los más extraños personajes, como sacados de la extensa galería de la mente afiebrada y pródiga de Victor Hugo.
En las calles 25 de Mayo y Guaraní se yergue, con sus dos pisos de austera y elegante arquitectura, el Hospital Maciel. Fundado en 1787 por la Hermandad de San José y de la Caridad, del cual Francisco Antonio Maciel fue miembro fundador y puso a disposición la mayoría los fondos necesarios para la construcción del hospital de la caridad de la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo.
Y aquí deberemos hacer una salvedad sobre el verdadero significado de la palabra caridad, Es la virtud de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Que movió a estos hombres de la Hermandad de San José a fundar un hospital, en el cual hace pocos meses estuve internado en CTI, luego en sala, y se me permitió seguir viviendo. Que mueve a todos los médicos, las nurses, especialmente, que las vi trabajar en condiciones difíciles de presión y cansancio. Hoy solamente puedo darles un gracias enorme a los médicos y enfermeros del CTI y las enfermeras y nurses de la sala Santa Filomena.
En cuanto a Maciel, falleció defendiendo Montevideo contara la segunda invasión británica de 1807, en el combate del Cordón. Su cuerpo no pudo ser identificado, fue enterrado en una fosa común con todos aquellos montevideanos que dieron su vida en ese olvidado combate. Vaya mi saludo a este hombre que practicó la virtud de la caridad y todos aquellos que han permitido que esta obra continuara hasta nuestros días.
Ojalá nunca el olvido y la deshonra o la indiferencia nos toque el alma y nos preguntemos dónde está mi hermano, qué puedo hacer por él.
El más mínimo gesto hacia nuestros conciudadanos hará la diferencia entre una sociedad equilibrada, integrada, o el caos.