El Museo Militar recibió entre dos mil y tres mil personas el pasado Día del Patrimonio. Más allá de su muestra permanente, en esta oportunidad el recinto realizó una muestra por los 40 años de la Guerra de Malvinas donde se podía observar, entre otras cosas, la réplica exacta de uno de los misiles claves del conflicto.
Un año más y el Día del Patrimonio vuelve a ser cita obligada para miles de uruguayos que eligen salir a redescubrir los lugares más icónicos, culturales e históricos de su país. Entre la múltiple variedad de propuestas este año se encontró el Museo Militar 18 de Mayo de 1811, dependiente del Ministerio de Defensa Nacional, que el pasado fin de semana recibió entre dos mil y tres mil visitantes, incluida la viceministra de Educación y Cultura, la historiadora Ana Ribeiro.
La Mañana también dijo presente en este sitio histórico donde fue recibida por el coronel Emilio Obelar, jefe del Departamento de Estudios Históricos, Juan Nin y Eduardo Subía, integrantes de la Asociación de Amigos de los Museos Militares del Ejército, y el general Primero Rosas, integrante del Museo y estudiante de Profesorado de Historia, quienes brindaron una guía pormenorizada de las distintas salas y elementos que integran el museo.
Si bien solo tiene veinte años de antigüedad, el museo guarda en su interior la historia de varios siglos atrás. Y para señalarlo se debe empezar por el lugar donde se emplaza, enclavado entre las calles Paraguay y Soriano. Es que el edificio donde se encuentra fue fundado en 1853 con la misión de ser un hospital italiano, aunque finalmente esto nunca llegó a concretarse. El sitio sí sirvió como hospital de sangre de Brasil en la Guerra de la Triple Alianza, fue la primera sede de la Masonería uruguaya y el primer liceo de mujeres. Más cercano a nuestros días, residió allí el Comando General del Ejército Mayor y, finalmente, lo hizo el Instituto Militar de Estudios Superiores que se mudó dando paso al Museo que conocemos hoy.
Cuando uno ingresa a él enseguida se sorprende por la cantidad de símbolos que los ojos alcanzan a ver. En su interior se encuentran muestras de toda la historia militar de Uruguay, desde los primeros tiempos de Artigas –e incluso anterior, con elementos indígenas– pasando por la Primera y Segunda Guerra Mundial –de la cual de la primera se conserva la reconstrucción de una trinchera– distintos tipos de armamentos, medallas, vestimentas y espadas. Pero hay también allí un lugar que guarda relación estrecha con el presente. Se refiere a la sala destinada a las Misiones de Paz que ofrece una muestra de todas las misiones en las que participó Uruguay –comenzando con la del Chaco Boreal hasta las actuales del Congo y Altos del Golán– donde se observan elementos utilizados en cada una de estas instancias, así como obsequios tradicionales de estas culturas.
Lo que mata es la humedad
Conservar los elementos que posee, dentro de los que se encuentran pomposos trajes del ejército del siglo XIX, decoraciones plumosas de sombreros e incluso armas antiquísimas es uno de los desafíos más importantes. “Es un trabajo constante del día a día. No se podría mantener sin ello. Hoy en día el verdadero enemigo de estas cosas es la humedad y esto genera tener un cuidado especial todo el tiempo”, indicó Obelar.
En tanto, Subía destacó la labor de Ameu “que está en proceso constante y que brinda cursos para que el personal participe, a fin de estar más aggiornado y poder darle al público una mejor atención”.
Además, cada una de las muestras cuenta con un código QR que, escaneado, lleva a un archivo de voz que explica en profundidad lo que el visitante está viendo.
Un recuerdo a la Guerra de las Malvinas
Este día del Patrimonio el Museo Militar ofreció al público una muestra preparada especialmente en conmemoración del conflicto del Atlántico Sur en las Islas Malvinas. Cabe recordar que Uruguay mantuvo neutralidad durante el conflicto, aunque sirvió como puerto para la devolución de prisioneros y llegada de heridos, siendo, además, el punto de salida de aviones argentinos e ingleses debido a la cercanía logística de nuestro país. A pesar de que, apenas comenzada la guerra, cerca de 700 uruguayos se registraron en la Embajada Argentina con el fin de alistarse como combatientes voluntarios, estos no fueron llamados aunque sí fueron reconocidos por parte del gobierno argentino del momento.
En él se muestra material utilizado tanto por el bando argentino como por el británico, repartidos en neutralidad. Lo expuesto se consiguió en gran parte a través de diversos coleccionistas privados que confían en la seguridad que brinda el museo.
La exposición es variada y va desde uniformes hasta armamentos, insignias e incluso objetos de excombatientes. Se encuentra, también, la copia exacta de un misil Exocet, una de las armas claves que tuvo Argentina durante el conflicto, con el que se hundieron buques ingleses.
Los visitantes pudieron observar, asimismo, piezas del ejército uruguayo similares a las utilizadas en Malvinas por parte de los dos bandos, dado que estos compartieron varios materiales de origen belga. Por ejemplo, están los Fusiles Fal –utilizados también por el ejército uruguayo– o Fusiles Fap.
Más allá del armamento, la muestra también destaca los elementos personales de los combatientes, tales como botas y guantes originales, un mechero con el que dificultosamente se trataba de calentar la comida. Las antiparras, por ejemplo, era una de las prendas más necesarias en el conflicto, debido a la crueldad de las condiciones climáticas que hacían que los soldados en las trincheras siempre estuvieran mojados, destacó Nin.
La historia de las batallas
La muestra armada que rescata la memoria del Conflicto del Atlántico Sur está ubicada en el centro del hall principal. Los elementos se guardan dentro de modernas vitrinas. Pero en las paredes antiguas del Museo un cuadro que ilustra una escena de combate conocida por todos los uruguayos llama la atención. Se trata de la pintura de Juan Luis Blanes, La Batalla de Las Piedras. Este contraste, justamente, resume la experiencia que puede vivir quien visita el sitio.
El museo, abierto a diario al público en general, inicia su recorrido a través de un proceso lineal en el tiempo con una maqueta a escala del campo de operaciones donde Artigas pidió “Clemencia para los vencidos, curad a los heridos, respetad a los prisioneros”. Además, traza una línea hasta los conflictos que hubo luego de la independencia de Uruguay, como la Revolución de las Lanzas. “El museo muestra también la etapa de cuando se acuñaban en tacuaras hojas de esquilar, hasta el siglo XIX cuando empiezan las revoluciones independentistas en toda Latinoamérica y sucede la fabricación de nuevas armas. El ejército, como parte de esa evolución, también fue adquiriendo estas armas que hoy se pueden observar aquí”, indicó Rosas. Nin, por su parte, destacó, al lado de una réplica de un traje de negro liberto: “El ejército nacional, sin embargo, nunca fue un rubro donde se pusieran demasiados medios, siempre peleó con lo que pudo”.
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