La intercepción de buques petroleros venezolanos por parte de Estados Unidos no es un incidente aislado. Mientras Washington despliega portaaviones en el Caribe para ejecutar un “bloqueo total” contra Caracas, Rusia e Irán han perfeccionado la venta masiva de crudo sancionado mediante flotas fantasma que apagan sus localizadores y operan con banderas falsas. Este reportaje investiga cómo la proliferación de sanciones ha creado un lucrativo mercado paralelo que mueve millones de barriles diarios, reconfigurando alianzas geopolíticas y desatando una carrera tecnológica y naval entre quienes persiguen el petróleo “ilegal” y quienes lo transportan.
En aguas internacionales frente a las costas de Venezuela, la Guardia Costera de Estados Unidos interceptó este sábado la carga del buque petrolero Centuries, de bandera panameña y propiedad de una empresa china. Esta acción, la segunda en menos de quince días, es la ejecución tangible de una orden del presidente Donald Trump: un “bloqueo total y completo” contra los buques sancionados que comercien con crudo venezolano. Este pulso naval, sin embargo, es solo el episodio más visible de un fenómeno global. La persecución del petróleo venezolano se entrelaza con un mercado paralelo masivo, alimentado por las sanciones a Rusia e Irán, donde operan flotas fantasmas, se apagan señales de navegación y se pagan fortunas en seguros y sobornos para burlar la ley.
La escalada militar y una orden polémica
La incautación del Centuries sigue a la espectacular captura, el 10 de diciembre, del buque Skipper, que transportaba 1,9 millones de barriles con una falsa bandera guyanesa. Estas operaciones son parte de un despliegue militar sin precedentes en el Caribe, que incluye al portaaviones más grande del mundo, el USS Gerald Ford, miles de soldados y numerosos buques y aeronaves.
El 17 de diciembre, Trump anunció en Truth Social el bloqueo, acusando a Venezuela de “robar” activos petroleros estadounidenses y de financiar con sus ventas el “terrorismo, narcotráfico y trata de personas”. Sin embargo, en el Pentágono y entre expertos en derecho internacional, el término preferido es “cuarentena”, una medida selectiva, para evitar las connotaciones bélicas de un “bloqueo”, que se considera un acto de guerra formal.
La legalidad de esta medida es objeto de un intenso debate. Claire Finkelstein, profesora de derecho de seguridad nacional, advierte que estas tácticas agresivas sin autorización del Congreso pueden ser un intento de provocar una respuesta venezolana que justifique una escalada mayor. Mientras, el gobierno venezolano, que ha denunciado las acciones como “piratería” y una “grave violación del derecho internacional”, asegura que mantendrá sus envíos, en ocasiones escoltados por barcos militares.
El corazón de la crisis: una economía prendida con petróleo
La estrategia estadounidense apunta directamente a la principal arteria económica de Venezuela. El petróleo representa el 87% de las exportaciones totales del país, generando ingresos por más de 18,000 millones de dólares en 2024. Cualquier interrupción tiene un impacto inmediato y devastador.
- Dependencia crítica: cerca del 80% de las exportaciones venezolanas se dirigen a China, a refinerías privadas. Entre un 15% y 16% va a Estados Unidos a través de la licencia especial de Chevron, y el resto a Cuba.
- Producción debilitada: la industria ha sido erosionada por años de sanciones y falta de inversión. La producción, que superaba los 2,7 millones de barriles diarios en 2013, cayó a un mínimo de 569,000 en 2020. Aunque se recuperó a 921,000 barriles diarios en 2024, es una sombra de su capacidad histórica.
Analistas como Imdat Oner advierten que bloquear los petroleros “atacará el corazón del régimen”, atrapando el crudo dentro del país y forzando su venta con enormes descuentos. Esto profundizaría la crisis para la población y reduciría el flujo de efectivo que sostiene al círculo cercano al presidente Nicolás Maduro.
La “flota fantasma” y el mercado global del crudo sancionado
Venezuela no opera en el vacío. Se ha unido a Rusia e Irán en la creación de un sofisticado mercado energético paralelo que mueve millones de barriles al día fuera del sistema financiero tradicional. Según un análisis de Transparencia Venezuela, el 40% de los buques que llegan a puertos venezolanos están sancionados y operan con falsas banderas y las señales de navegación apagadas.
Un informe de octubre de 2025 sobre Rusia revela la magnitud de este fenómeno: el 44% del crudo ruso exportado por mar fue transportado por petroleros sancionados pertenecientes a la “flota fantasma”. Otro 18% fue movilizado por buques “en la sombra” no sancionados. Solo el 38% utilizó flotas de países del G7. Este ecosistema ha permitido a Moscú mantener un flujo de ingresos, aunque en declive: sus ganancias por exportaciones fósiles cayeron en octubre de 2025 a 524 millones de euros diarios, su nivel más bajo desde la invasión de Ucrania.
Este mercado se sostiene gracias a grandes descuentos y circuitos opacos de reventa. El crudo ruso Urals se cotizaba en octubre de 2025 con un descuento de casi 5 dólares por barril frente al Brent. Venezuela enfrenta una presión similar, viéndose obligada a ofrecer sus barriles con rebajas aún mayores para atraer a los pocos comerciantes dispuestos a asumir el riesgo.
El factor Irán y la estrategia de máxima presión
La administración Trump parece estar aplicando un manual de presión renovado que trasciende a Venezuela. Expertos consultados por S&P Global anticipan que en un segundo mandato, Trump probablemente expandirá las sanciones petroleras contra Irán, pero podría combinar estas medidas con una mayor disposición a la intervención militar limitada.
La lógica es similar: estrangular los ingresos por hidrocarburos de regímenes considerados adversarios. Irán depende de sus exportaciones de crudo para entre el 60% y 70% de sus ingresos. Se especula con una posible ampliación de las sanciones para apuntar no solo a buques, sino a entidades financieras clave, terminales petroleras y refinerías en el extranjero que procesen crudo iraní, lo que pondría en la mira a grandes empresas chinas. El objetivo declarado es disuadir a Teherán de avanzar en su programa nuclear, aunque el riesgo de una escalada que dispare los precios del petróleo por encima de los 90 dólares el barril actúa como un factor limitante.
Reconfiguración geopolítica y el futuro incierto
Este conflicto local en el Caribe es un capítulo de una redefinición mayor de la geopolítica energética. Estados Unidos, convertido en el principal productor mundial gracias al shale, busca asegurar un suministro estable y barato para sus refinerías y mantener bajo control la inflación interna. Desde esta posición de fortaleza, puede ejercer presión sobre Venezuela con un doble objetivo: asfixiar al gobierno de Maduro y, en un escenario de cambio de régimen, recuperar el acceso al crudo pesado venezolano, ideal para las refinerías del Golfo de México.
Mientras, la respuesta de Venezuela y sus aliados será crucial. China, cliente principal de Caracas, Moscú y Teherán, ha aprendido a navegar en aguas sancionadas. Sin embargo, la amenaza de ser excluida del sistema financiero estadounidense es un disuasivo poderoso. A medida que Estados Unidos persigue buques en alta mar, el mercado negro del crudo se volverá más arriesgado y costoso, pero también más ingenioso.
El despliegue militar frente a las costas venezolanas es más que una demostración de fuerza; es el síntoma de un orden energético en tensión, donde las sanciones han creado monstruos paralelos de gran escala y donde el control de los mares se ha convertido, una vez más, en el campo de batalla por el recurso que aún mueve al mundo. El bloqueo anunciado por Trump no es solo contra Venezuela, es un disparo de advertencia a todo un sistema de comercio que ha crecido a la sombra de los conflictos geopolíticos.
La siguiente tabla muestra los principales compradores del petróleo sancionado ruso, ilustrando la red de clientes que también podrían participar en el mercado venezolano:
| Combustible Fósil | Principal Comprador | Porcentaje de Exportaciones Rusas | Otros Compradores Clave |
| Petróleo Crudo | China | 47% | India (38%), Turquía (6%), UE (6%) |
| Productos Refinados | Turquía | 26% | China (12%), Brasil (11%) |
| Gas Natural Licuado (LNG) | Unión Europea | 49% | China (22%), Japón (18%) |
| Carbón | China | 42% | India (20%), Turquía (11%) |



















































