Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal de Carlos Gardel y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él. Los hechos relatados ocurrieron hace 90 años y cada nota corresponde a lo ocurrido una semana antes del momento relatado.
El 23 de abril se había embarcado en el vapor Lara hacia Venezuela, arribando el 25 a La Guaira, desde donde se desplaza en tren hacia Caracas, donde lo recibe una gran multitud, presagiando, al igual que en Puerto Rico, que la respuesta popular iba a ser impresionante.
Venezuela era el siguiente país del recorrido, donde permaneció hasta el 23 de mayo, realizando más de veinte actuaciones, tanto en Caracas como en Valencia, Maracaibo y Cabimas. “La llegada a Caracas –contó Gardel– fue algo también increíble. Miles de personas estaban en la estación y se produjo un tumulto formidable”.
Al día siguiente de su llegada, comenzó su serie de presentaciones en Caracas, debutando en el teatro Principal. Pero no todo era color de rosas, Gardel y el equipo ya comenzaban a sentir síntomas de agotamiento; la gira implicaba una movilización permanente de baúles, el equipo de sonido, escenografía, atención a la prensa, etc., que al avanzar la gira se harán más profundos, creando, en algunas ocasiones, inconvenientes personales entre los miembros de la comitiva. Esta situación jamás fue mostrada al público, que disfrutaba de todo en toda ocasión. Hoy podemos saber de ellos por la correspondencia personal de algunos miembros del equipo.
Asimismo, si bien el asedio constante de los admiradores era alentador y un bálsamo para Gardel, por otro era un arduo trabajo que le demandaba estar siempre bien y complaciente con todos.
El mismo Gardel, meses atrás, antes de emprender la gira, le escribió una carta a Armando Defino donde le expresaba este cansancio y su deseo de retirarse pronto: “Tratá de ubicarme bien el dinero, haciendo todas las economías que puedas, para que el ‘retiro’ sea más pronto, yo no pienso en otra cosa que en esto”.