La fragmentación interna en los partidos se ve profundizada en esta elección departamental y municipal. Para el director de la consultora Factum, Eduardo Bottinelli, esto significa un desafío en la interna partidaria, a su vez que cuanta más fragmentación hay menos votos se necesitan para acceder, por ejemplo, a un cargo de edil.
¿Cómo observa que se llega a las elecciones del domingo?
Se están viviendo situaciones muy disímiles en los distintos departamentos. Algunos experimentan una competencia importante entre partidos, lo que hace más interesantes las elecciones desde el punto de vista del interés ciudadano, la cobertura de los medios locales y la expectativa por lo que suceda el propio domingo. En otros departamentos, si bien está definido qué partido ganará, porque básicamente son departamentos donde el Partido Nacional triunfa sistemáticamente, existe incertidumbre sobre la competencia interna dentro del ese partido, que muchas veces es muy pareja. Cerro Largo, Treinta y Tres o en Tacuarembó presentan algún tipo de competencia interna fuerte que genera cierto interés y donde las dinámicas de campaña son un poco distintas a cuando hay competencia entre partidos. Luego, hay otros escenarios donde está bastante resuelto quién puede ganar y también hay favoritos claros en términos de candidaturas. Entonces, los grados de interés y las estrategias desplegadas dependen un poco del escenario de partida o el que se vislumbra, tanto por la dirigencia política como por la ciudadanía.
En el caso concreto de Montevideo, ¿prácticamente se puede decir que la elección a favor del Frente Amplio y de Mario Bergara es algo ya resuelto?
Sí, el panorama parece bastante claro. Diría que, en algún momento, se generó una idea (quizás más mediática) de que podía ser una elección competitiva. Sin embargo, tanto el comportamiento electoral de los últimos 30 años como las encuestas que se han ido conociendo muestran un escenario claramente favorable al Frente Amplio y, dentro de este, claramente favorable a Bergara. Quizás el dato que hay que esperar un poco es cuánto termina siendo la votación del Frente Amplio: cuánto por arriba o por abajo se sitúa del 50%, y cuánto por arriba o por abajo está la Coalición Republicana del 40%. Ese es el número que uno podría estar mirando. Pero siempre estamos hablando de esos entornos.
Con respecto al 40%, que fue lo que obtuvieron los partidos combinados contra el Frente Amplio en la pasada elección, ¿considera que es una cifra que se puede llegar a superar?
Podría darse un resultado bastante por encima del 40%, aunque no es lo más esperable. Lo más previsible es que se sitúe un par de puntos arriba del 40%, lo cual se consideraría además un buen resultado. Si nosotros miramos las instancias electorales desde el año 1999, cuando comienza este régimen electoral de elecciones departamentales separadas de nacionales, la suma de los partidos que conforman la Coalición tuvo su techo en el 40% en elecciones departamentales. Por lo tanto, ya superarlo genera la idea de una mejora, de romper una barrera. En elecciones nacionales, en Montevideo la Coalición superó el 40% dos veces: en el año 1999, cuando ganó el Partido Colorado a nivel nacional (allí la suma de los partidos Nacional y Colorado estuvo en el 42% y 43% en primera y segunda vuelta), y la otra vez fue en la elección nacional de octubre del 2019, donde la suma de la Coalición alcanzó el 45%, con una participación importante de Cabildo Abierto en la votación de Montevideo, que después no se sostuvo en la segunda vuelta. En esa instancia, la suma de la Coalición, representada por Lacalle Pou como candidato presidencial, perdió cuatro puntos entre la primera y la segunda vuelta. Entonces, ese 40% se muestra como un umbral de votación muy estable para la Coalición también.
¿A qué atribuye que no exista un desgaste, que sería natural dentro de una gestión de gobierno con el correr de los años, y que el Frente Amplio mantenga ese fuerte apoyo aquí en la capital del país, independientemente de si gana o no en la elección nacional?
Hay varios factores. Un primer factor tiene que ver con un sentimiento de pertenencia: en Montevideo, entre el 38% y el 40% de la población se considera frenteamplista, mientras que a nivel nacional ese porcentaje es del 33%. Eso es una diferencia importante; hay un piso de pertenencia que le da al Frente Amplio una solidez electoral significativa. El segundo punto es la cercanía, que es una forma distinta de aproximarse a un partido. Una cosa es sentirse parte y otra es sentirse cercano. El sentimiento de cercanía hacia el Frente Amplio ya lo ubica en el entorno del 45% de personas que se sienten bastante o muy cercanas al Frente. Luego, hay otro conjunto del electorado que ha votado al Frente Amplio en alguna instancia, y que entre esa opción y la Coalición sigue prefiriendo al Frente Amplio, a pesar del desgaste o la evaluación negativa que pueda hacer de su gestión. Hoy estamos en un momento donde el Frente Amplio está teniendo una evaluación negativa de gestión en el gobierno departamental, por primera vez desde que es gobierno. Y esa evaluación negativa no se traduce en comportamiento electoral. Hay más votantes del FA que desaprueban la gestión de la Intendencia, pero que no dejan, por lo menos en esta instancia, de votar al Frente Amplio. Lo que hay que ver es si estos próximos cinco años de gobierno departamental no generan algún tipo de cambio en esta percepción de cierta disconformidad o desilusión con la gestión del Frente Amplio. Quizás esto, que es tan estructurado y tan sólido, no se sostenga en 2030. Va a depender de muchos factores: de la gestión de la Intendencia, de qué suceda en el gobierno nacional, de qué suceda en las elecciones de 2029.
¿A qué atribuye que se presenten tantas listas para estas elecciones, que llegan a más de 1800 a nivel nacional?
Estamos en un proceso de “inflación de listas”. Es decir, cuando uno mira tanto la elección nacional como la departamental, hay una línea ascendente en la cantidad de listas que se presentan. Eso habla de cierta fragmentación interna de los partidos, que no están logrando generar las grandes agrupaciones que se formaban antes; son más acuerdos electorales que agrupaciones consolidadas. Se trata más de generar la presencia de los votos de un grupo sobre otro. Y está siendo un desafío relevante para todos los partidos, pero para el Frente Amplio en particular: cómo hace para ordenar un poco esta situación, no solamente por temas económicos (es más caro tener más listas), sino también desde el punto de vista político, o sea cómo se ordena internamente una diversidad tan grande de expresiones electorales, que al final terminan siendo un montón de expresiones pequeñas. Además, esto genera también un problema de legitimidad. No es que sea ilegítimo, pero una lista que obtiene un cargo no siempre tiene un respaldo específico en términos de la cantidad de votos obtenidos. Porque, en definitiva, el cargo lo termina llevando la lista que tiene más votos dentro del lema ganador. Cuanta más fragmentación hay menos votos se necesitan para acceder al cargo. Y eso también es un tema que hay que mirar más en detalle: a cuánta gente está representando directamente ese cargo al que se accedió, por más que el cargo se le asigne a un partido político.
Como interpreta que en algunos departamentos diez veces más pequeños que Montevideo haya más listas que en la capital.
Yo creo que es la búsqueda de un resultado con menos apoyo electoral, es decir, con menos esfuerzo. Se busca ganarle al otro y con eso obtener el cargo, básicamente en la Junta Departamental, o marcar votos para un posible triunfo del partido al que se pertenece, como forma también de incidir sobre el gabinete que se conforme. Hay una fragmentación electoral que es marcar los propios votos para que sean cada vez más identificables. Si uno hace una alianza de grupos pequeños que conforman un grupo mediano, los votos que van a ese grupo mediano no se identifican con qué parte de esos grupos chicos provienen. Si cada grupo chico va por separado, puede compararse con el otro y hacer valer su voto de una forma distinta. Desde el punto de vista político, se observa ahora algún grado de dificultad para hacer los acuerdos que se realizaban antes.