¿De dónde proviene tu familia, los Lust y los Hitta?
Hitta es vasco-francés, nunca hice un rastreo muy profundo, pero se supone que por finales del siglo XIX vinieron acá y se establecieron al norte del Río Negro una parte y otra rama quedó al sur. Era gente medio cerrada, no muy sociable y tenían mucho dinero. Cuando yo era niño se podía decir que mi madre era rica, yo iba a la escuela en auto con chofer. Sin perjuicio de lo cual, en aquellos años los ricos y los pobres, por decir de alguna forma, éramos iguales, íbamos al mismo club y escuela. Eso creo que desapareció. Mi abuelo era accionista de muchas fábricas en Paysandú como Paycueros y Paylana, y tenía un molino que luego cerró. El año 1980 fue el de quiebra de la familia con la “tablita”.
De los Lust tengo la historia más presente. Es un apellido de origen alemán, pero de los que se denominan los alemanes del Volga, es decir, del río que divide Europa de Asia. En el año 1890 aproximadamente una emperatriz alemana se casa con el zar ruso y en contrato nupcial Rusia le da territorio a Prusia, que manda miles de inmigrantes a ocupar ese territorio y ahí es donde van mis antepasados. Viven relativamente bien porque eran protegidos de la emperatriz, pero los rusos les tenían antipatía y cuando viene la revolución bolchevique esos huyen. Mi abuelo Lust y mi abuela Wais vienen a Brasil sin conocerse, luego a Entre Ríos y finalmente en 1907 en la época batllista se promueve la llegada de colonos. Ahí se instalan en Paysandú, donde nació mi padre.
¿Cómo fue tu infancia?
Nací en Paysandú y pasé toda mi niñez en pueblo Porvenir donde mis padres tenían una chacra y una carnicería. Fui al colegio salesiano y tengo un buen recuerdo de mi educación y mi niñez. Veníamos a la Laguna Negra en camión, demorando dos días en llegar, donde los padres salesianos tienen una colonia de vacaciones hasta hoy y hablábamos con nuestros padres por radioaficionados.
¿Cómo fue la llegada a Montevideo para realizar los estudios universitarios?
Vine en el año 1979 a una pensión en la calle Batoví. Yo diría que una de las mejores épocas de mi vida. Ahí yo conocí de verdad a la gente de todos los partidos, de todas las ideologías y de todos los departamentos que todavía son amigos míos. No conocí a nadie malo, toda gente buena. Después nos empezamos a casar y el grupo se fue disolviendo.
En la facultad de Derecho me vinculé inmediatamente a la juventud wilsonista y ahí conocí a mucha gente que después fueron legisladores y lo son hasta ahora. Mi padre era herrerista y mi mamá de la UBD. Pero también tuve una relación con la hija de uno de los cabecillas del MLN y raíz de eso hice amistad con gente de ese ámbito. En esos años de universidad conocí a la que fue mi esposa, pero lo lindo que fue en la calle. Mi padrino me había aconsejado cuando vine a la capital “si te gusta una chiquilina, hacéselo saber”. Ella estaba con la que iba a ser mi suegra. Alicia me dijo que hacía ballet en una academia y un día la encontré e hice que fue casual. Luego fuimos novios y nos casamos, una divina persona.
¿Qué rol juega en tu vida la filosofía y la religiosidad?
Fundamental. Lo religioso te da la formación en valores. Yo incluso sostengo que hay que dar Religión en las escuelas. No digo la fe, sino el concepto. Y la prueba está que toda la gente que yo admiro eran teólogos como Newton, Miguel Ángel, Bacon, Hume y Rousseau, por ejemplo. La teología explica al ser humano, porque podemos tener más de 40.000 años en la Tierra pero antes de las religiones no conocemos nada de ellos, todo empieza a partir de las religiones.
Con la religión nace la espiritualidad con ella la nación. Además el progreso de la humanidad viene a partir de las religiones. Hay que enseñar todas las religiones porque enseñan a respetar al prójimo, al mayor o incluso en lo económico la solidaridad. En la reforma vareliana se decía que la religión era opcional. En un mundo muy material como este se perdió eso.
¿Y qué se puede hacer desde la política?
Yo sentía que la militancia política y todo aquello era muy romántico y a pesar de que siempre estuve vinculado me encontraba defraudado con la política concreta. Por eso nunca fui candidato en ningún partido.
Parafraseando a Bacon, digo que para mí toda la verdad está en la Constitución, a la que le doy un valor supremo, filosófico, porque es un tratado de filosofía. Uruguay tuvo muchas constituciones, la primera ni se cumplió porque para mí Uruguay nace con la muerte de Aparicio Saravia. Apareció el Uruguay del batllismo y se van dando distintas constituciones hasta 1967 donde el sistema llegó a un nivel de perfeccionamiento tal en su redacción para la idiosincrasia nuestra es difícil modificarla demasiado. Diría que desde el gobierno de Lacalle Herrera, aunque lo voté y me parece que fue un gran presidente, se empezó a dejar de aplicar y desde ahí se hace lo que se necesita sin importar lo que la Constitución dice.
¿Qué cambió con Cabildo Abierto?
La aparición de Cabildo Abierto empecé a verla con expectativa por el general Manini que es una figura clave. En nuestra historia nacional los generales han tenido importancia y sin remontarme tan atrás me refiero a Baldomir, Gestido, Aguerrondo, Seregni. Este interregno se dio porque a partir del gobierno defacto quedaron como mal vistos, hasta ahora. Manini es un hombre carismático y culto, lo compruebo día a día. Creo que es un partido que tiene mucha dirigencia local en el interior y tiene posibilidades de crecer.
Con el tema de las pasteras, Cabildo Abierto también me abrió las puertas y Manini Ríos permanentemente me ha dicho que me acompaña de forma personal y como partido, que ha tomado la bandera y el único que presentó una nota a la empresa. Está de acuerdo con la inversión, pero no con la manera que se hizo y mucho menos con el tren.
¿Qué sucede con los temas de la soberanía en el mundo que viene?
La soberanía se ha perdido. El Estado como nosotros lo conocemos tiene 50 años, no había Derechos Humanos. Yo fui a Europa de luna de miel y si voy ahora hay decenas de países más. Y aparecieron las multinacionales que ahora dominan. Hay 10 millones de personas que manejan la economía, la educación y la información del planeta, por lo tanto los gobiernos. ¿Quién dice cuál es el grado inversor? Diez burócratas en Manhattan que trabajan para los bancos. Hay toda una camarilla. Pero el grado inversor va a desparecer porque todo el mundo está en quiebra.
Pero eso va a cambiar y habrá una respuesta de la ciudadanía. Primero por la naturaleza. El cambio viene para mí por lo que son los movimientos alternativos que van naciendo en todo el planeta con los jóvenes. Todos los jóvenes son ambientalistas, ricos, pobres, cultos o analfabetos. El cambio llevará tiempo, pero está en marcha.