Luisa tiene hoy 63 años, en el año 2016 ella, su hermana y su madre le entregan a quien era su pareja de entonces 826.000 dólares. Las tres mujeres vendieron sus propiedades para invertir en la compra y engorde de ganado. La pareja tiene un socio que es director de un escritorio rural que ha hecho varios remates con el Escritorio Basso y que casualmente está casado con una hermana de Ana Iewdikow. El socio es Roberto Bonavoglia Saravia.
Para quienes no lo conocen, Roberto es quien hizo de chofer cuando Pablo Carrasco fue a declarar a Fiscalía por la devolución de un campo arrendado por Conexión Ganadera; también es quien prestaba su domicilio en Pocitos para que el matrimonio Carrasco-Iewdikow fuera a dormir los días de manifestaciones en la casa de ellos.
Roberto Bonavoglia y Sergio Bidegain, pareja de Luisa en ese momento, hacen un contrato por el cual se comprometen a comprar ganado y entregar una renta a Luisa. El ganado “estaba en un campo de Salto” y la renta era fija de un 10,8% anual. Luisa cobraba la renta cada tres meses.
En setiembre del año pasado deja de recibir los intereses. Dos meses antes del fallecimiento de Gustavo Basso. A partir de octubre, Luisa les pide a ambos socios que le entreguen el capital invertido, ya sea en efectivo o en ganado. A lo que Roberto Bonavoglia responde que no existe ese ganado, que con el dinero de Luisa se había comprado deuda soberana argentina, sin su consentimiento. Esto quedó grabado en un audio.
La deuda soberana son los bonos que emiten los gobiernos para pedir dinero. La Argentina tiene el récord mundial de no pago de esos bonos, lleva nueve defaults en su historia, siendo el último en 2020.
Luisa y su familia comunican a Bidegain y Bonavoglia que harían una denuncia penal por apropiación indebida, a lo cual ellos ofrecen firmar un documento reconociendo la deuda y haciendo un plan de pagos.
Se firma un documento –que tengo en mi poder– por el cual se asume la deuda por parte de los señores Roberto Bonavoglia y Sergio Bidegain. Esta se pagaría en ocho cuotas. A la fecha de hoy deberían haber pagado cinco. No se pagó ninguna.
Luisa acude periódicamente tanto a la casa de Bonavoglia como a la de Bidegain a exigir que le entreguen lo pactado, su dinero, recordándoles que tanto ella como su hermana y madre no tienen más viviendas y que de hecho Luisa vive de prestado en lo de su hija.
Bonavoglia le dice: “Yo no tengo nada, estoy embargado. Haceme juicio, no vas a ver nada. Los bonos no los puedo tocar ahora, hay que esperar al vencimiento. Yo no voy a ir preso si me denunciás y vos no vas a recuperar nada”.
Por el contrario, Sergio Bidegain le dice a Luisa que se hará cargo de la deuda. En un principio sería en marzo del 2025 con la venta de unos apartamentos construidos en un terreno de su propiedad. Esto no sucede. Todas las semanas desde abril de 2025 Luisa va a la casa de Bidegain a preguntar por los “apartamentos”, en todas las ocasiones lo graba. Las excusas son increíbles, de una manipulación pocas veces vista. Esto provoca angustia y ansiedad en Luisa, quien vive con su hija y cuida a sus nietos. Ha perdido peso, pelo y tiene ataques de pánico. Se aferra a las mentiras de Bidegain de que el viernes siguiente va a cobrar y eso no sucede.
El señor Bonavoglia, “cansado” de recibir a Luisa en el palier de su edificio, le dice que el dinero de Luisa estaba en la construcción de una obra en Pando, ya no en bonos argentinos, y que la obra “iba muy lenta”.
Luisa me encontró por Instagram y luego por teléfono la semana pasada. Le pedí que no fuera más a la casa de Bidegain a buscar una nueva excusa. Llamé al Dr. Ignacio Durán, abogado de Luisa, y le pedí un libre de embargo de los dos socios, sus parejas e hijos. Nos vamos a reunir con toda la información a la vista, averiguar si realmente se hizo una compra de bonos argentinos o si hay una obra en Pando, ninguna de las dos cosas con el consentimiento de Luisa.
Quién dice, quizás Roberto Bonavoglia corra la misma suerte que su cuñado Pablo Carrasco.