Un terremoto de magnitud 6, registrado en la noche del domingo 31 de agosto en el este de Afganistán, ha provocado una de las mayores tragedias recientes en el país. El sismo, cuyo epicentro se localizó cerca de Jalalabad, en las provincias de Kunar y Nangarhar, dejó al menos 812 muertos y cerca de 2.800 heridos, según los últimos balances oficiales.
El temblor ocurrió a una profundidad de entre 8 y 10 kilómetros, lo que incrementó su impacto en la superficie. Varias réplicas, incluidas dos superiores a magnitud 5, se sintieron en las horas posteriores. Las zonas más afectadas son localidades rurales, donde la mayoría de las viviendas están construidas con barro y piedra, materiales que se desplomaron fácilmente bajo el movimiento telúrico.
Los equipos de emergencia han desplegado helicópteros y brigadas de rescate para evacuar heridos hacia hospitales regionales. Autoridades locales informaron que al menos 40 vuelos de evacuación ya se realizaron en Kunar, la provincia más castigada. Sin embargo, los deslizamientos de tierra y el mal estado de las carreteras dificultan el acceso a varias comunidades.
La comunidad internacional inició el envío de ayuda humanitaria. Naciones Unidas y la Media Luna Roja afgana, junto con la Federación Internacional de la Cruz Roja, desplegaron asistencia médica, alimentos y refugios de emergencia. UNICEF y el International Rescue Committee activaron equipos de salud móviles para atender a los damnificados.
En cuanto a la cooperación bilateral, India expresó estar lista para brindar apoyo inmediato, Irán anunció el envío de suministros médicos, China declaró su disposición a colaborar y Pakistán ofreció asistencia adicional tras haber sentido también el sismo en su territorio.
El terremoto ocurre en un contexto de gran vulnerabilidad para Afganistán. Desde el regreso de los talibanes al poder en 2021, la asistencia internacional se redujo de 3.800 millones de dólares en 2022 a apenas 767 millones en 2025, lo que limita la capacidad de respuesta ante emergencias.
El país, ubicado en una de las zonas sísmicas más activas del mundo por la interacción de las placas india y euroasiática, ya había sufrido catástrofes similares en los últimos años. En 2022, un terremoto de magnitud 6,1 dejó más de 1.000 muertos en Paktika, y en 2023, otra serie de temblores en Herat causó alrededor de 1.500 víctimas.
Las autoridades advierten que el número de muertos puede aumentar a medida que se acceda a áreas todavía incomunicadas y continúe el recuento oficial.
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