El informe de Uruguay XXI de agosto confirma un crecimiento sólido de las ventas externas, lideradas por la soja y la carne. Sin embargo, el análisis revela la vulnerabilidad de un modelo que depende de unos pocos commodities y de la demanda china, mientras las exportaciones con mayor valor agregado a mercados clave como Brasil se contraen.
El último informe mensual de comercio exterior de Uruguay XXI, correspondiente a agosto de 2025, trae noticias alentadoras para la economía nacional en el corto plazo, pero también refuerza viejas alertas estructurales. Las exportaciones de bienes –incluyendo zonas francas– alcanzaron los US$ 1327 millones en el mes, marcando un crecimiento interanual del 3,5%. En el acumulado de los primeros ocho meses del año, el total exportado asciende a US$ 9000 millones, con una robusta suba del 5,4% respecto al mismo período de 2024.
Un análisis superficial de estos números podría invitar al optimismo. Sin embargo, una mirada más profunda desentraña una realidad compleja y familiar: el motor exportador uruguayo sigue dependiendo críticamente de los precios internacionales de unas pocas materias primas y de la salud de la economía china.
El mes de la soja: precio y volumen
El protagonista indiscutido de agosto fue el complejo sojero. Las exportaciones de soja se dispararon un 116% interanual, totalizando US$ 288 millones. Este boom no fue solo de precios –que experimentaron una firme recuperación en Chicago–, sino principalmente de volumen, que se incrementó un espectacular 133%, superando las 719.000 toneladas. China acaparó el 88% de estas ventas, consolidando su papel como el comprador determinante para este commodity.
Junto a la soja, la carne bovina repuntó con fuerza (+31%, US$ 243 millones), con China y la Unión Europea como destinos principales, y los productos lácteos también mostraron un desempeño positivo (+18%, US$ 90 millones), con Argelia emergiendo como un mercado clave.
La contracara: celulosa y manufacturas
Estos brillantes resultados opacaron el desempeño de otros sectores. La celulosa, otro pilar exportador, cayó un 29% interanual (US$ 225 millones), afectada por menores compras de la Unión Europea y mantenimientos programados en las plantas. Más preocupante aún fue la caída de 27% en las exportaciones de concentrados de bebidas (US$ 48 millones), un producto con mayor valor agregado e industrialización.
Esta contracción señala una vulnerabilidad: cuando un commodity estrella (soja) sube, otro (celulosa) puede bajar, manteniendo la balanza en un equilibrio precario, sujeto a factores externos.
Brasil: la relación comercial estratégica (y desafortunada en agosto)
El informe dedica su “Tema del mes” a analizar el comercio con Brasil, nuestro segundo socio comercial. Los datos de 2024 pintan un panorama de complementariedad: Uruguay exporta a Brasil una canasta diversa que incluye vehículos, lácteos, malta y plásticos (52% de productos industrializados o semindustrializados), e importa bienes industriales, manufacturas y algunos alimentos.
Sin embargo, los datos de agosto de 2025 son alarmantes para este frente. Las exportaciones hacia Brasil cayeron un 28% interanual, ubicándose en US$ 158 millones. Esta fuerte contracción se explica por una menor demanda de varios productos clave: vehículos (-60%), plásticos (-10%), productos lácteos (-21%) y malta (-57%). La única nota positiva fue la irrupción de las exportaciones de celulosa, que no existían hacia Brasil en agosto de 2024.
Esta caída revela la sensibilidad de nuestra economía a la situación económica de nuestros principales socios. Un Brasil con menor crecimiento o con poder adquisitivo afectado impacta directamente en las ventas de nuestras industrias más diversificadas.
Algunas conclusiones
Las cifras de Uruguay XXI confirman un crecimiento sólido de las exportaciones en 2025, impulsado por un excelente desempeño del sector agropecuario. Este es un pilar fundamental para la generación de divisas y la estabilidad macroeconómica del país.
No obstante, el informe también es un recordatorio de los desafíos estructurales no resueltos. La economía uruguaya sigue apostando a un modelo donde el crecimiento depende en exceso de los commodities y de la demanda china. La contracción simultánea de las ventas a Brasil y de productos con mayor valor agregado, como los concentrados de bebidas, muestra los límites de esta estrategia.
El camino hacia un desarrollo económico más resiliente y de mayor valor agregado requiere no solo celebrar las bonanzas de la soja, sino también diseñar políticas inteligentes que fortalezcan la inserción internacional de nuestra industria y mitiguen la dependencia de los vaivenes de unos pocos productos y un único gigante comprador. La diversificación, tanto de productos como de mercados, sigue siendo la tarea pendiente.