Para 2026, la economía uruguaya navega entre la solidez de su estabilidad macroeconómica y la urgencia de superar una desaceleración que ronda el 2% de crecimiento. Este artículo analiza cómo el país enfrenta el principal desafío del próximo año: corregir un déficit fiscal persistente y reactivar la inversión.
La economía uruguaya, tras un inicio de 2025 relativamente robusto, muestra signos claros de desaceleración conforme se acerca el cierre del año. Los datos más recientes revelan una economía en transición, con un crecimiento interanual del PIB del 1,2% en el tercer trimestre de 2025, pero una caída del 0,2% respecto al trimestre anterior al descontar efectos estacionales. Este enfriamiento anticipa un escenario para 2026 caracterizado por un crecimiento moderado, que según diversas proyecciones se ubicará entre 1,9% y 2,2%, en un contexto donde los motores tradicionales de la economía uruguaya enfrentan presiones y nuevas oportunidades comienzan a vislumbrarse en el horizonte regional, informó el banco privado J. P. Morgan.
Panorama macroeconómico actual: la base para 2026
La pérdida de dinamismo observada en 2025 no es uniforme y refleja una combinación de factores coyunturales y tendencias estructurales. Desde una perspectiva sectorial, el desempeño ha sido mixto:
- Sectores en contracción. La industria manufacturera y la construcción registraron desempeños negativos, con caídas interanuales del 2% y 3% respectivamente en el tercer trimestre, lastradas por la menor inversión en obras públicas y el impacto de paradas técnicas en la refinería de Ancap.
- Sectores resilientes. En contraste, el comercio, los servicios y las exportaciones de energía mostraron fortaleza. El comercio creció más de un 5%, impulsado por la mayor comercialización de soja, mientras que las exportaciones de energía a Argentina impulsaron al sector energético.
Desde el lado de la demanda, se consolida un patrón de consumo firme pero inversión débil. El consumo de los hogares mantuvo un crecimiento interanual del 2%, sosteniendo la actividad. Sin embargo, la inversión total cayó un 8,9% interanual, una señal de alerta para la capacidad de crecimiento futuro, aunque la inversión en maquinaria mostró una leve recuperación en el tercer trimestre.
Proyecciones para 2026
Los pronósticos para el próximo año convergen en anticipar una expansión económica modesta, aunque con ligeras variaciones entre instituciones.
La mayoría de las proyecciones, incluidas las del gobierno, anticipan que el crecimiento de 2026 será igual o ligeramente inferior al de 2025. Los analistas consultados por el Banco Central del Uruguay (BCU) esperan un crecimiento del 2%, por debajo de la meta oficial del 2,2%. S&P Global Ratings es aún más cautelosa, proyectando una expansión del 1,9%, sosteniendo que el impulso de la inversión seguirá siendo débil.
En materia de precios, se espera que la inflación repunte moderadamente. Tras ubicarse por debajo de la meta oficial (4,5%) en 2025, se proyecta que alcance el 4,7% en 2026, acercándose al límite superior del rango meta del Banco Central (3%-6%). En el sector externo, se anticipa una depreciación gradual del peso uruguayo, con analistas proyectando un tipo de cambio en torno a los 41.6 pesos por dólar para fines de 2026.
La cuestión fiscal
Uno de los focos de atención para 2026 será la sostenibilidad de las finanzas públicas. S&P proyecta que el déficit fiscal del gobierno general se amplíe al 4% del PIB en 2026, desde el 3,2% en 2024. Este deterioro refleja la rigidez del gasto, donde nómina, pensiones e intereses consumen más del 80% de los recursos.
El gobierno del presidente Yamandú Orsi, que asumió en marzo de 2025, ha mantenido la continuidad en la dirección de la política económica y ha reforzado la importancia de las reglas fiscales en el presupuesto 2026. La estrategia de corrección fiscal se basa en una expansión gradual de los ingresos, con una reforma tributaria que debería elevar los ingresos del gobierno al 30% del PIB para 2028. El éxito en esta consolidación fiscal será crucial para contener el incremento de la deuda neta, que se espera aumente del 54% del PIB en 2024 al 58% en 2028.
Factores de riesgo y oportunidades en el contexto regional
La trayectoria económica uruguaya para 2026 no estará exenta de riesgos. Internamente, la persistente caída en la inversión es una vulnerabilidad clave, ya que limita el potencial de crecimiento futuro. Externamente, el desempeño de los principales socios comerciales (China, Brasil, Argentina, la Eurozona y Estados Unidos) y la evolución de los precios de los commodities agrícolas y energéticos seguirán siendo determinantes.
Sin embargo, Uruguay parte de una posición de fortaleza relativa en la región. Mantiene la calificación crediticia de BBB+ con perspectiva estable según S&P, respaldada por su sólida democracia, instituciones políticas estables y el PIB per cápita más alto de América Latina (proyectado en US$ 26.000 para 2026). Además, cuenta con un perfil externo robusto, esperándose un superávit en la cuenta corriente para 2025 gracias a las fuertes exportaciones agropecuarias y la recuperación del turismo.
Estas fortalezas posicionan a Uruguay para capitalizar las tendencias regionales identificadas por análisis como el de J.P. Morgan, que destacan la mayor moderación política, la demanda global de commodities y la reconfiguración de cadenas de suministro como ventanas de oportunidad para América Latina. La capacidad del país para atraer inversión extranjera vinculada a la transición verde y la seguridad alimentaria será un factor que observar.
En definitiva, para 2026, la economía uruguaya se enfrenta a un escenario de crecimiento moderado y desafíos fiscales persistentes. La consolidación fiscal será la tarea pendiente más urgente para el gobierno, en un contexto donde el control de la deuda pública requerirá de avances concretos en la reforma tributaria y la contención del gasto. Y en el mediano plazo, el potencial de Uruguay residirá en su capacidad para aprovechar su estabilidad institucional y su perfil exportador para insertarse estratégicamente en las nuevas oportunidades globales, al tiempo que logra destrabar la inversión privada y doméstica. El año 2026 se presenta, por tanto, como un período de gestión prudente de los desequilibrios internos más que de aceleración económica, donde la solidez de los fundamentos macroeconómicos debería seguir siendo un pilar de confianza.
Comparación de proyecciones clave para la economía uruguaya (2026)
| Indicador | Proyección S&P Global Ratings | Expectativas de analistas (BCU) | Presupuesto oficial |
| Crecimiento del PIB | 1.9% | 2.0% | 2.2% |
| Inflación (fin de período) | Meta: 3%-6% | 4.7% | Meta: 4.5% |
| Déficit fiscal (% PIB) | 4.0% | – | – |
| Deuda neta (% PIB) | Trayectoria creciente | – | – |


















































