El café ya no es solo una bebida. Es cultura, rito y encuentro. En Montevideo, esa transformación tiene nombre propio: Expo Café Uruguay. La feria, que nació en 2022 casi como un experimento, celebrará los días 6 y 7 de setiembre su cuarta edición en el LATU, consolidada como una cita de referencia en el Cono Sur para productores, baristas, tostadores y –sobre todo– para una comunidad que busca, en cada taza, algo más que cafeína.
Del ritual doméstico a la feria internacional
La historia de la Expo Café comenzó en un tiempo de pausa: la salida de la pandemia. En esos meses de hogares más habitados, muchos uruguayos descubrieron que preparar café podía ser un gesto lento, casi ceremonial. Se popularizaron métodos como la prensa francesa, la V60 o la moka. El café dejó de ser un acto automático y volvió a ocupar un lugar central en la vida cotidiana.
Fue allí cuando irrumpió la figura de Santiago Fernández, hoy impulsor del encuentro. Llegó al mundo del café desde otro universo: la tecnología. Primero con una app que recomendaba bares de cerveza artesanal; después, con Buen Café App, un mapa digital de cafeterías. El golpe de la pandemia lo empujó a pensar más allá de la pantalla y a organizar un espacio físico donde esa incipiente comunidad pudiera encontrarse.
Su vínculo personal con el café también es íntimo: “Hace más de una década que muelo mi café cada mañana. Es un ritual. Para la mañana prefiero granos de Perú o Ecuador; para la tarde, africanos como Ruanda o Etiopía, preparados lentamente”, confiesa.
2025: “La Gran Cafetería”
La edición de este año llega con un lema revelador: “La Gran Cafetería”. La apuesta es transformar al LATU en un salón desbordado de aromas, charlas, competencias y degustaciones. Cada visitante prueba, en promedio, entre nueve y doce cafés distintos. En un mismo recorrido se pueden descubrir granos africanos, centroamericanos o brasileños, junto a los clásicos colombianos.
Pero la Expo propone algo más que variedad: busca romper el viejo paradigma del “café con azúcar”. “Queremos que la gente descubra el sabor real del café, sin maquillajes”, sostiene Fernández.
Un mapa cafetero en expansión
La feria crece al mismo ritmo que el consumo. En 2024 reunió a 4200 personas; para este año los organizadores esperan superar las 5000, con un plantel de expositores ampliado y la presencia de embajadas de países productores como Guatemala, Panamá, El Salvador y Perú. La llegada de fincas extranjeras confirma el carácter internacional que la Expo Café ha adquirido en apenas cuatro años.
El fenómeno se refleja también en la ciudad: más de 200 cafeterías de especialidad ya funcionan en Uruguay, de las cuales unas 150 trabajan con tostadurías locales. Hoy existen entre 12 y 20 de estas pequeñas industrias, que multiplican la oferta y consolidan un ecosistema en plena ebullición.
Un movimiento en busca de comunidad
El panorama es auspicioso, aunque no exento de riesgos. Fernández lo resume con claridad: “Hace falta más apertura y menos fragmentación. No alcanza con estar en redes: hay que salir a la calle, participar en eventos, construir comunidad”.
En definitiva, ese es el espíritu de la Expo Café: reunir a quienes producen, preparan y disfrutan el café, y demostrar que detrás de cada taza se esconde un universo. Un universo hecho de pasión, de historias compartidas y de aromas que viajan de los Andes a Etiopía, de Centroamérica al Río de la Plata.
Y si algo confirma esta feria es que cuando la pasión se comparte siempre habrá café para rato.