El arroz tiene la particularidad de convertir en productivas áreas en las que antes se creyó imposible desarrollar una actividad agrícola rentable. Rincón de Ramírez es una de esas zonas, pero “gracias al arroz ha tenido una transformación enorme”, dijo el Ing. Agr. Álvaro Roel del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).
Son suelos poco permeables que se secan e inundan con facilidad, “eso es bueno para el arroz”, pero los hace “poco propicios para poder hacer cualquier otra cosa”, e intentar desarrollar otros cultivos implica que “además de regar haya que drenar”.
Por otra parte, en Uruguay los técnicos llevan años intentando integrar otras actividades en las zonas arroceras, pero esa característica del suelo era un problema constante hasta que surge la tecnología de la geonivelación con pendiente variable que “nos abre una serie de oportunidades y que consiste en hacer una suavización del terreno” con la debida precisión gracias al uso de programas computarizados que indican cuánto se debería cortar y rellenar de manera de garantizar que toda el agua salga.
“Es una innovación porque antes la opción era realizar una pendiente uniforme”, que implica “cortar mucho terreno, mover mucha tierra, lo que es muy costoso y no es beneficioso desde el punto de vista agronómico”, comentó al ser consultado por La Mañana sobre el tema.
La tecnología llegó a Uruguay a fines de 2018 a través de José Parfitt de Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria) que nos planteó esta tecnología y fue de interés de INIA que la puso en práctica por primera vez en INIA Treinta y Tres. Es una herramienta nueva, “el año pasado contamos la historia y cómo se la habíamos hecho, ahora ya tenemos resultados que son muy auspiciantes”, dijo Roel, por eso el título del evento virtual organizado: “Geonivelación con pendiente variable, de la teoría a los resultados”. (leer artículo de referencia aquí)
Suavizar el terreno permite un riego de mayor escala
De esta forma estamos poniendo “un nuevo piso productivo”, porque “al arroz le gusta el agua, el problema se genera con cualquier otra actividad que se quiere integrar porque si el agua queda encharcada le pasa la cuenta a la productividad, sea soja, maíz o pastura”.
Ahora tenemos la forma de corregir esas imperfecciones. “Suavizar el terreno permite un riego de mayor escala, más automatizable, con mayor incorporación de otros cultivos. Es un sistema que permite regar y permite la salida del agua mejorando productividad”, por ejemplo, en soja, “y eso abre inversión y financiamiento”, destacó.
Roel señaló que la geonivelación puede tener aplicaciones no solo en las chacras arroceras, aunque su llegada a Uruguay tuvo ese inicio: “Cuando se comenzó a trabajar en esta tecnología, la veíamos orientada a las zonas planas arroceras, pero ahora hay gente que invierte en un pivot de riego, y como todo campo tiene alguna depresión y alguna lomada y estas tecnologías pueden mejorar esos aspectos y el resultado del riego, vemos que no es solo apta para las zonas planas”. No obstante, advirtió que es necesario “realizar los estudios previos pertinentes para determinar el impacto que eso tendría”.
Además, comentó que no solo en INIA Treinta y Tres se está trabajando con geonivelación, y mencionó a modo de ejemplo el caso de Agropecuaria el Tero y Labrustar en Rincón de Ramírez: “Es gente que ya se está sumando y comenzando a trabajar esta tecnología, y el establecimiento La Miní va a comenzar en la próxima zafra”, indicó.
En cuanto al movimiento de tierra dijo que el volumen es muy bajo, y ese es otro concepto a considerar, son entre 80 y 100 metros cúbicos, y la altura de corte tiene como máximo 7 u 8 cm, “pero cada proyecto es un caso distinto”, explicó Roel de INIA.
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