La relación bilateral entre Uruguay e Indonesia ha entrado en una fase de dinamismo inédito, marcada por una convergencia de intereses económicos y una visión estratégica compartida.
El reciente desayuno de trabajo con el embajador de Indonesia para Argentina, Uruguay y Paraguay, Sulaiman Syarif, celebrado el 29 de agosto en el hotel Dazzler de Montevideo organizado por el cónsul honorario, Nicolás Potrie, en el que estuvo presente La Mañana, no fue un mero acto protocolar. Fue, más bien, la cristalización de un diálogo que ha ido madurando en silencio y que hoy se presenta cargado de oportunidades tangibles. Con la contundencia de quien enuncia una evidencia, el embajador Syarif esbozó la ecuación perfecta: “Indonesia es un gigante de 280 millones de personas. Somos la decimosexta economía del mundo y en 20 años seremos la quinta o sexta. Necesitamos proteína. Uruguay produce la mejor carne y leche del mundo. La lógica es simple”. Esta lógica, aparentemente sencilla, es el cimiento sobre el cual se pretende edificar una asociación estratégica de largo alcance.
Una sintonía que se construye paso a paso
La visita del embajador no es un hecho aislado, sino el eslabón más reciente de una cadena de gestos diplomáticos que revelan una sintonía creciente entre Montevideo y Yakarta. El año 2023 fue particularmente significativo, con la visita a Indonesia del canciller Omar Paganini y del ministro de Ganadería, Fernando Mattos. “Fue una visita muy exitosa”, recordó Syarif durante su exposición. De aquellas reuniones surgieron dos memorandos de entendimiento (MoU) clave: uno en cooperación agrícola general y otro específico para la certificación halal.
Este último punto es fundamental. La certificación halal –que avala que un producto cumple con los preceptos islámicos– es la llave de entrada a un mercado de consumo masivo y en crecimiento. “Gracias a Dios –precisó el embajador– ya hemos concedido a una institución uruguaya la capacidad de emitir esta certificación, así que ese obstáculo está superado”. Se refiere al Instituto Uruguayo de Normas Técnicas (UNIT), que ahora puede realizar estas certificaciones, allanando el camino para que productos uruguayos lleguen a los estantes indonesios con un sello de confianza reconocido.
El siguiente paso, quizás el más crucial en el corto plazo, es la habilitación sanitaria para la carne bovina uruguaya. Para ello, se espera la visita de una comisión de técnicos indonesios del Ministerio de Agricultura a Uruguay antes de fin de año. Esta inspección in situ es el último requisito formal para abrir las compuertas de un mercado ávido de proteína animal de calidad. La reputación de Uruguay en materia de trazabilidad, sanidad animal y calidad es su mayor activo en esta negociación, un valor que Indonesia reconoce y busca.
Más que commodities: una asociación estratégica en seguridad alimentaria
El horizonte de la relación bilateral trasciende con creces la mera exportación de materias primas. El embajador Syarif dedicó una parte sustancial de su intervención a detallar el ambicioso programa de seguridad alimentaria lanzado por el presidente Prabowo Subianto. Esta iniciativa gubernamental busca proveer leche y proteína animal a 90 millones de beneficiarios –niños en edad escolar y mujeres embarazadas– como parte de una política pública masiva de lucha contra la desnutrición y de inversión en capital humano.
“Hemos logrado llegar a seis millones de personas en solo seis meses. Pero el desafío es inmenso. Necesitamos más leche, necesitamos más carne”, insistió Syarif, extendiendo una invitación concreta y directa al sector lácteo y cárnico uruguayo para que se convierta en un proveedor estratégico de este programa. Esto no se plantea como una compra puntual, sino como una relación comercial estable y de largo plazo, alineada con los objetivos de desarrollo de Indonesia. Para Uruguay, representaría una oportunidad sin precedentes de insertarse en una cadena de valor de impacto social, diversificando sus destinos de exportación y agregando un componente de estabilidad demandante.
Sorprendiendo con el flanco aeroespacial: cooperación de alto valor agregado
Uno de los momentos más reveladores del encuentro fue cuando el diplomático asiático abrió un flanco de cooperación completamente inédito: la industria aeroespacial. “Indonesia tiene una empresa estatal, Dirgantara Indonesia, que es heredera de la tecnología de CASA España y tiene la capacidad de mantener, reparar y hacer overhaul de estas aeronaves”, explicó con detalle.
Este no es un tema marginal. Tras una visita técnica exitosa con la Fuerza Aérea de Paraguay –que opera cuatro aviones CASA C-212–, el embajador se reunió en Montevideo con autoridades de la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) y de la empresa mantenimiento Fokker Fray Luis (FOGEL). El objetivo es explorar la posibilidad de que Dirgantara Indonesia se convierta en un proveedor de servicios de mantenimiento, reparación y overhaul (MRO) para las aeronaves de similar modelo en la región, y potencialmente para otras.
Este guiño es sumamente significativo. Representa una voluntad de Indonesia de ir más allá del perfil agroexportador de Uruguay y explorar una cooperación de alto valor agregado y tecnológico. Para Uruguay, es una ventana para que su incipiente sector aeroespacial –con empresas como Fogel que ya tienen expertise– acceda a tecnología, capacitación y nuevos mercados en alianza con un actor consolidado en el sudeste asiático. Es una apuesta a diversificar la matriz de cooperación bilateral y elevar la relación a un nivel estratégico.
Los obstáculos en el camino: TLC y visados
Sin embargo, el camino hacia la materialización de todo este potencial no está exento de baches. El embajador fue transparente y claro al señalar los dos principales escollos: la ausencia de un tratado de libre comercio (TLC) entre el Mercosur e Indonesia y las rigideces en la política de visados.
Con realismo crudo, Syarif advirtió: “Mercosur priorizó la negociación con la Unión Europea durante años, y nosotros también. Pero mientras tanto, Chile y Perú, que sí tienen TLC con nosotros, están captando el mercado”. Los datos son elocuentes: el comercio bilateral entre Indonesia y Chile se ha triplicado desde la entrada en vigor de su acuerdo comercial. “Si no actuamos rápido, la torta se la llevarán ellos”, sentenció. La advertencia no puede ser más clara: la inercia tiene un costo oportunidad. La buena noticia, anunció el embajador, es que bajo la presidencia pro témpore de Brasil, el Mercosur ha mostrado una nueva disposición para iniciar las tratativas con Indonesia, un proceso que Uruguay debería impulsar con determinación.
El segundo obstáculo es más operativo pero no menos crucial: la reciprocidad en visados. “Para un empresario indonesio, es muy difícil venir a Uruguay, y para un uruguayo ir a Indonesia también lleva tiempo”, reconoció. Mientras países como Brasil, Chile y Perú han exentado de visa a los ciudadanos indonesios –facilitando enormemente los viajes de negocios, la prospección de mercado y la construcción de confianza cara a cara– Uruguay aún mantiene un régimen más restrictivo. Esta traba burocrática frena la fluidez que requieren los negocios modernos. “Este es un tema que sin duda abordaremos en el Foro de Consultas Bilaterales que tendremos en Yakarta en septiembre”, aseguró Syarif. Una pronta solución a este tema sería una señal concreta de la voluntad uruguaya de facilitar el negocio.
El futuro inmediato: el Foro INA-LAC 2025 y más allá
El evento en Montevideo sirvió también como efectiva antesala del Foro Empresarial INA-LAC 2025, que se celebrará los días 22 y 23 de setiembre en San Pablo, Brasil. Este foro se presenta como la plataforma ideal para que empresas uruguayas de los sectores alimenticio, lácteo, cárnico y tecnológico conozcan de primera mano las demandas, regulaciones y oportunidades del mercado indonesio. Es una chance invaluable de establecer contactos directos con sus pares asiáticos, entender las dinámicas de un mercado complejo pero redituable, y posicionarse antes de que lo haga la competencia.
La visita del embajador Syarif deja una conclusión inequívoca: Indonesia ya no es un actor lejano y exótico en el radar diplomático y comercial uruguayo. Se ha transformado en una potencia económica emergente que llama a la puerta con una agenda clara, demandas concretas y oportunidades tangibles que abarcan desde los alimentos hasta la tecnología.
El desafío para Uruguay es doble. Primero, debe demostrar la agilidad diplomática y administrativa necesaria para destrabar los obstáculos pendientes: acelerar las negociaciones sanitarias, abogar por un TLC dentro del Mercosur y simplificar el régimen de visados. Segundo, debe adoptar una visión estratégica y proactiva. El sector privado uruguayo, reconocido por su calidad e innovación, necesita mirar con decisión hacia el sudeste asiático e Indonesia no como un mercado alternativo, sino como un destino prioritario.
La “lógica simple” de la que hablaba el embajador es, en realidad, una ecuación de oportunidad histórica. Países competidores ya están moviendo sus piezas en el tablero indonesio. Uruguay, con sus productos de excelencia y su tradición de seriedad, tiene todas las cartas para jugar un papel preponderante. La pregunta es si tendrá la velocidad y la visión para no quedar, una vez más, a la saga de sus vecinos, dejando que otros capturen el valor de un mercado que clama por lo mejor que este país tiene para ofrecer.








