En entrevista con La Mañana, el jefe del Batallón Uruguay IV en la República Democrática del Congo, coronel Martín Álvarez, analizó el desarrollo de la misión de Monusco en el contexto de su inminente cierre y reflexionó sobre el impacto y la contribución de nuestras tropas en la región.
¿El cierre de la misión previsto para el 22 de diciembre se cumplirá en la fecha estipulada o habrá una postergación?
El año pasado se había planteado un plan para el cierre de la misión, el cual constaba de varias etapas. En todos los escenarios previstos, Uruguay sería uno de los últimos contingentes en retirarse. Sin embargo, de este plan solo se cumplió la primera fase, que consistió en finalizar la presencia de Monusco en Kivu del Sur. A partir de ese momento, el proceso quedó en suspenso debido a un cambio radical de la situación. El 31 de enero realizamos el relevo con el contingente saliente y, al día siguiente, el escenario dio un giro de 180 grados. Desde entonces, se empezó a debatir, primero a través de intermediarios y luego de forma oficial por parte de Naciones Unidas y el gobierno de la República Democrática del Congo, que no existían las condiciones de seguridad necesarias para continuar con el proceso en las fechas establecidas. En consecuencia, lo que se hizo fue eliminar las fechas del cronograma de cierre.
¿Serán relevados por un nuevo contingente?
El contingente que nos relevará ya está en proceso de formación. La jefatura ha sido designada y actualmente se encuentran en la etapa de preparación, la cual abarca múltiples aspectos, como la formación y temas sanitarios, que requieren bastante tiempo. En circunstancias normales, el Ejército inicia este proceso con mayor antelación, pero debido a la incertidumbre sobre si la misión finalizaría o no, hubo un retraso. Nosotros fuimos desplegados con la expectativa de ser los últimos en retirarnos, pero finalmente eso no sucederá.
¿Cuándo será este relevo?
Aún no hay una fecha definida, pero estimamos que será a partir de que se cumpla un año desde nuestro despliegue, a inicios de febrero, dependiendo de decisiones logísticas de Naciones Unidas.
¿Cómo avanza el proceso de transición de las responsabilidades de las fuerzas del orden al nuevo gobierno de la República Democrática del Congo?
En Kivu del Sur, la retirada ya se concretó. Nuestra unidad de helicópteros cesó operaciones en abril, y tanto el personal como las aeronaves ya están en Uruguay. Las autoridades locales ahora se encargan de las responsabilidades que antes cubría Monusco. Sin embargo, en las otras tres zonas la situación sigue igual o incluso se ha recrudecido, con un aumento de la actividad de los grupos armados opositores al gobierno.
En la zona donde opera el batallón uruguayo, el grupo armado más influyente es el M23, que responde a una lógica étnica de Hutus vs. Tutsis. Este grupo es una evolución de otros surgidos tras el genocidio en Ruanda en 1994. El M23 enfrenta al gobierno congoleño en respuesta a su supuesto apoyo a los responsables del genocidio. En la ciudad de Goma, capital de Kivu del Norte, el gobierno controla una franja de territorio que se extiende 28 kilómetros hacia el oeste, apoyada en el lago y en la frontera, y 12 kilómetros hacia el norte. Fuera de esa área, el control lo ejerce el grupo M23.
El movimiento M23, salvo en casos excepcionales, no se ha enfrentado directamente a las Naciones Unidas, ya que estratégicamente no le conviene confrontar a un organismo internacional de tal prestigio. Sin embargo, el mandato de Monusco incluye la protección de los civiles, lo que coloca al batallón uruguayo, así como a toda la presencia militar de Monusco en la región, bajo el riesgo constante de un enfrentamiento.
Hasta el momento, el M23 no ha tenido enfrentamientos directos con el batallón uruguayo, aunque hemos tenido que movilizarnos en varias ocasiones. Por ejemplo, entre marzo y abril, la ciudad de Sake, ubicada a 26 kilómetros de Goma, fue rodeada por el M23, que controla las colinas que dominan el llano donde se encuentra la ciudad. En ese momento crítico, desplegamos personal en la zona, donde las fuerzas de Naciones Unidas mantienen una presencia constante. Durante la crisis, nuestro contingente pasó casi tres días bajo fuego de morteros, enfrentando una situación muy desafiante. Afortunadamente, no hubo bajas, pero la amenaza sigue presente.
¿Cómo se encuentra la moral de la tropa dadas estas circunstancias?
El personal está bien y motivado, a pesar de estar ya transitando el octavo mes del despliegue. Aunque los desafíos para mantener la motivación aumentan con el tiempo, especialmente considerando el contexto en el que nos encontramos, la respuesta de la gente ha sido excelente. El Batallón Uruguay IV cuenta con un prestigio ganado a lo largo de casi un cuarto de siglo de presencia en la región. Nuestra unidad tiene el rol de reserva de la fuerza, lo que significa que dependemos directamente del jefe militar de la misión. Nuestra misión principal es responder ante cualquier amenaza en nuestra zona de acción, con particular enfoque en la protección de los civiles.
¿Cree que se han cumplido los objetivos de la misión?
La misión comenzó como Monuc y luego evolucionó hacia Monusco, llevando ya 25 años en curso, de los cuales Uruguay ha estado presente durante 24. Es difícil medir su éxito en términos concretos, ya que, por ejemplo, en sus inicios el foco del conflicto estaba en Kinshasa, la capital situada en la costa del Océano Atlántico, mientras que desde 2007 el esfuerzo se ha concentrado en la región de los Grandes Lagos, en la frontera con Ruanda. Esto demuestra que algunos problemas que antes eran críticos han sido mitigados, aunque puede parecer que la misión no ha alcanzado todos sus objetivos. En perspectiva, se han logrado avances a lo largo de estos 25 años. El país ha experimentado su segunda transición democrática desde su independencia en 1961, lo que también refleja el éxito de la misión en términos más amplios. Aunque algunos de los objetivos principales aún no se han alcanzado, es importante considerar el contexto.
¿Cuál es su perspectiva sobre el futuro de la República Democrática del Congo, con la presencia de tantos grupos armados y los diferentes intereses en juego?
Desde su independencia, el Congo ha sido duramente afectado por conflictos, incluidas guerras civiles e invasiones de países vecinos. A pesar de ser uno de los países más ricos en recursos naturales del mundo, ha enfrentado grandes desafíos. Tuve la oportunidad de estar aquí en 2007 y ahora he vuelto, y se puede notar una evolución. No es conveniente especular sobre si el gobierno será capaz de gestionar el futuro del país sin el apoyo de las Naciones Unidas, pero tampoco se puede negar que ha habido avances significativos. Hay que pensar esta situación desde una perspectiva distinta a la de los uruguayos. Nosotros damos por sentadas cosas que en otras partes no existen, por ejemplo, algo tan básico como el acceso de la población al agua potable.
¿Qué ha significado para Monusco la participación de Uruguay?
Monusco es actualmente la misión más activa y en la que Uruguay ha participado por más tiempo. Sin embargo, cabe destacar que Uruguay ha estado presente en misiones de paz incluso antes de que se formara la propia ONU. El país ha sido consistentemente elegido para funciones especiales, como la de reserva de la fuerza, debido al prestigio y la excelencia que han demostrado sus tropas.
El soldado uruguayo se distingue no solo por su profesionalismo y proactividad, sino también por su capacidad de empatía y su habilidad para conectarse con las poblaciones locales. Esta cercanía y capacidad de relacionamiento es un rasgo diferencial que ha sido clave en su labor en las misiones de paz. Uruguay ha sido muy bien valorado, no solo por las Naciones Unidas, sino también por las comunidades en las zonas donde ha operado. Como ejemplo, hay un sargento de las Fuerzas Armadas congolesas, que, siendo niño, creció cerca de una base uruguaya y ahora, 20 años después, trabaja como enlace entre nuestras tropas y las congolesas. Este muchacho no solo habla español, sino que habla uruguayo, es hincha de Peñarol e interactúa con nuestros soldados como si fuera uno más. Este tipo de relaciones humanas es algo único y permite una integración genuina con las comunidades locales.
En cuanto a la cultura uruguaya, su influencia se extiende también a las pequeñas costumbres locales, los uruguayos que han estado en misión logran establecer vínculos tan profundos que la población local adopta elementos de nuestra cultura, por eso común encontrar personas que hablan con nuestro acento, o que siguen nuestros equipos de fútbol e incluso conocen las canciones de los estadios.
Además, se han desarrollado iniciativas como la Escuelita de Fútbol Obdulio Varela, patrocinada por el batallón. Integrantes de este en su tiempo libre y de manera voluntaria, participan como entrenadores y se encargan de preparar la merienda para los niños. Este tipo de actividades no solo contribuyen a mantener a la tropa motivada, sino que también fortalecen el vínculo con la comunidad, creando un ambiente más amigable y colaborativo, lo que facilita el cumplimiento de la misión.
¿Qué impacto ha tenido esta misión en las Fuerzas Armadas de nuestro país?
Las misiones de paz nos brindan a los soldados la oportunidad de aplicar en la práctica todo aquello para lo que nos hemos preparado teóricamente durante muchos años. No solo en términos de liderazgo, sino también para todo el personal, representa una oportunidad de conocer nuestros propios límites y de entender cómo nos desempeñamos en un contexto profesional que es extremadamente desafiante.
La participación de Uruguay en las misiones de paz es una parte integral de la política exterior del Estado. Uruguay tiene una larga tradición en este ámbito. Inclusive antes de que se crearan las Naciones Unidas, participamos con observadores luego de la guerra entre Paraguay y Bolivia en el Chaco Boreal. Ya en el ámbito de la ONU, su primera participación fue en Cachemira tras el conflicto entre India y Pakistán. A partir de los años 80, con su presencia en Camboya, Angola y Mozambique, el país ha mantenido una participación destacada. También estuvimos presentes en Haití y actualmente estamos en Siria, en el Sinaí y en otras misiones con efectivos como oficiales del Estado Mayor y observadores militares.
El Batallón Uruguay IV se encuentra a una corta distancia de donde sucedió el genocidio de Ruanda, en 1994. A 30 años de estos trágicos eventos, el contingente Nacional desplegado en la región recuerda al capitán Sosa Machado, quien perdió la vida durante el conflicto. Su sacrificio forma parte del legado de Uruguay en estas misiones de paz, donde más de treinta efectivos han perdido su vida desempeñando funciones bajo la bandera de la ONU.
El Cnel. Álvarez destacó que este aniversario del genocidio brinda una oportunidad de reflexión sobre la historia y para honrar la memoria de aquellos que dieron su vida en el cumplimiento de su deber. “La escuela de operaciones en la que nos formamos lleva su nombre, lo que subraya su importancia y la de todos los héroes que han servido con valentía. Este es un momento significativo para recordar a nuestros camaradas y el impacto de sus acciones en la búsqueda de la paz y la seguridad.” señaló.
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