El informe del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), realizado en conjunto con la Cámara Uruguaya de Turismo (Camtur), proyecta una temporada de verano 2025/26 con récord de llegadas, pero advierte sobre la presión de costos y un gasto turístico que no recupera los niveles previos a la pandemia.
El sector turístico uruguayo se alista para recibir lo que podría ser la segunda mejor temporada de verano de su historia en número de visitantes, según las proyecciones del último informe del Ceres publicado el 18 de diciembre. No obstante, detrás de este dato alentador se esconde una realidad compleja: los operadores enfrentan una fuerte presión por los costos, la rentabilidad se resiente y, aunque lleguen más turistas, su gasto en términos reales sigue estando muy por debajo de los niveles de 2017. La voz de los empresarios, recogida en una encuesta nacional, refleja un optimismo cauteloso y reclama medidas públicas para alivianar la carga impositiva y mejorar la conectividad aérea.
El estudio, titulado “El turismo como motor de desarrollo económico y social del Uruguay”, se basó en 68 respuestas de operadores de 12 departamentos, abarcando agencias de viajes, alojamientos, gastronomía, turismo rural, transporte y otros subsectores. Los datos se complementan con un modelo econométrico que proyecta llegadas y gasto, ofreciendo una radiografía integral de la industria.
Una realidad mejorando, pero con pies de plomo
La percepción de los operadores sobre el último año es predominantemente positiva. El 45% afirma que el flujo turístico en su establecimiento fue “mejor” o “mucho mejor” que en un año promedio, y un 85% lo evalúa como “igual o mejor”. Al analizar la situación por zonas, el optimismo se incrementa: el 53% considera que el flujo en su área fue “mejor” que el año anterior, y un 81% lo ve “igual o mejor”.
Sin embargo, este panorama esperanzador convive con importantes desafíos estructurales. Cuando se consulta por los factores que afectan negativamente su situación, los costos operativos –especialmente los laborales– emergen como la principal preocupación para el 82% de los encuestados. Les siguen los costos de servicios públicos (energía, combustible, agua) con un 60%, la presión impositiva (57%) y el tipo de cambio (52%). Solo un 28% señala a las regulaciones como un factor negativo.
“Los resultados muestran una paradoja”, analiza un economista de Ceres. “El sector percibe una mejora en la demanda, pero esta se ve fuertemente compensada por el aumento de los costos, lo que tensiona la rentabilidad. Es un crecimiento en volumen, pero no necesariamente en valor real para el empresario”.
En el lado positivo, los atributos que más valoran los operadores como impulsores del turismo son la estabilidad económica y social del país (64%), la calidez de los uruguayos (55%), la seguridad (49%) y la calidad de la oferta (40%). Estos intangibles constituyen, según el informe, la ventaja competitiva fundamental de Uruguay en la región.
Perspectivas: optimismo a largo plazo, cautela en el empleo
La mirada hacia el futuro es claramente optimista. Un 67% de los operadores se declara “optimista” o “muy optimista” sobre el desarrollo del turismo en Uruguay en los próximos 3 a 5 años (cifra que sube al 72% cuando se refieren a su zona específica). Solo un 6% se muestra pesimista.
Para los próximos 12 meses, el 49% espera un aumento en su facturación, mientras que un 43% prevé que se mantendrá. No obstante, esta expectativa de mayor actividad no se traduce con la misma fuerza en previsión de más puestos de trabajo. Solo el 28% de los encuestados anticipa un aumento en el nivel de empleo de su establecimiento; la gran mayoría (64%) cree que lo mantendrá. De hecho, entre quienes esperan aumentar la facturación, solo el 57% prevé incrementar su plantilla; el 43% restante manejará el mayor flujo con el mismo personal.
“Esto indica una búsqueda de eficiencia y productividad, pero también podría reflejar la rigidez de los costos laborales y la incertidumbre sobre la sostenibilidad de la recuperación”, señala el informe.
En cuanto a los motores de crecimiento, los operadores apuntan claramente a la zona costera (57%), seguida a cierta distancia por el turismo de congresos (34%), el gastronómico (31%) y el premium (30%). Sobre el origen de los visitantes con mayor potencial, hay un consenso abrumador: Argentina (85%) y Brasil (73%) son vistos como los mercados clave. El tipo de turista con más proyección es el que viaja en familia (75%), seguido por el segmento premium (51%) y los jubilados (36%).
Proyecciones: récord de llegadas, pero gasto a la baja
Las proyecciones cuantitativas de CERES confirman y matizan el optimismo del sector. Para la temporada de verano que se avecina (diciembre 2025 a febrero de 2026), se espera el ingreso de más de 1,4 millones de turistas extranjeros no residentes. Esto representaría un aumento del 55% respecto a la temporada 2024/25 y la convertiría en la segunda mejor de la historia en número de personas, apenas por encima de la temporada 2016/17.
El análisis para todo el año 2026 es igualmente positivo: se proyecta el ingreso de 3.405.000 turistas extranjeros, un 2% más que en 2025 y el segundo mejor año histórico, impulsado principalmente por una mayor llegada de argentinos y brasileños.
Sin embargo, el dato que preocupa está en el gasto real. Según CERES, el gasto de estos turistas en la próxima temporada de verano sería solo un 4% superior al del verano pasado y similar al de 2019/20, pero se mantendría un 27% por debajo del nivel récord de 2016/17. Esta brecha se repite a nivel anual: se estima que el gasto total en 2026 recuperará los niveles de 2019, pero estará un 25% por debajo de 2017.
“Esto muestra que, si bien vendrían los mismos turistas que en 2016/17, gastarían significativamente menos en términos reales”, explica el informe. “Las tarifas ceden mientras los costos suben. Muchos establecimientos cerraron por baja rentabilidad y la inversión está en niveles bajos”.
El reclamo al sector público: incentivos, conectividad y promoción
Frente a este escenario, los operadores son claros sobre las acciones prioritarias que debería impulsar el sector público. En primer lugar, piden cambios impositivos para mejorar la rentabilidad (42%), seguido de incentivos fiscales a las inversiones turísticas (36%), mayor conectividad aérea (34%) y una promoción internacional más agresiva (33%).
Un dato preocupante que revela el estudio es el desconocimiento o la subutilización de las herramientas de apoyo estatal existentes. Uno de cada cuatro operadores (25%) no conoce ninguna herramienta de apoyo empresarial o inversión, y uno de cada tres (34%) nunca ha utilizado alguna. Entre quienes sí las han usado, dos de cada tres se beneficiaron de los centros PYME de la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas (ANDE), la mitad utilizó programas del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) y un tercio se amparó en el régimen de Compras Ambientales Públicas (Comap).
El informe también analiza el presupuesto del Ministerio de Turismo (Mintur), que luego de años de caída, proyecta un crecimiento del 12% en términos reales para 2029 en comparación con lo ejecutado en 2024. Se destinan fondos adicionales para turismo social y para el fortalecimiento de la base productiva regional. Sin embargo, Ceres subraya que, si bien el presupuesto dejó de caer, “es necesario aumentar lo destinado a promoción y trabajar en la mejora de la rentabilidad y el funcionamiento” del sector.
Reflexiones finales: un motor clave para el desarrollo
El informe concluye con un mensaje de confianza en el potencial del turismo, pero acompañado de una advertencia. “Existe un optimismo generalizado en términos de facturación, para el corto y largo plazo”, resume. La temporada 2025/26 y el año 2026 se perfilan como excepcionales en cantidad de visitantes, consolidando la recuperación post-pandemia.
No obstante, el gran desafío sigue siendo traducir ese volumen en valor económico sostenible para las empresas y para el país. La presión de costos, la brecha en el gasto real y las demandas del sector por un entorno más propicio para la inversión señalan la agenda pendiente.
“El turismo es uno de los pocos sectores capaces de acelerar el crecimiento de la economía y del empleo; merece confiar y apostar”, sentencia Ceres. El camino hacia un turismo que sea verdaderamente un motor de desarrollo económico y social parece claro: requiere de una estrategia coordinada que combine la mejora de la competitividad de las empresas, una promoción internacional inteligente y políticas públicas que fomenten la inversión y la llegada de turistas de alto poder adquisitivo. La próxima temporada será una prueba de fuego para comprobar si Uruguay está listo para ese desafío.



















































