Mientras el gobierno sigue con la idea de construir una represa en Casupá, los vecinos del lugar se movilizan. Uno de sus referentes, Álvaro Rivadavia, dialogó con La Mañana y recordó que en la sequía de 2023 esa zona tampoco tenía agua. A su vez, explicó los perjuicios que ocasionarán las obras proyectadas.
¿Cómo están viviendo los vecinos de la zona de Casupá el planteo de realizar una represa en el lugar?
Formo parte de un movimiento de vecinos de que estamos contra esta proyectada represa. En mi caso, con mi nieto seríamos ya la sexta generación en la zona. A nosotros nos afecta campos de la familia, y va a quedar una parte inundada por el lago y otra será severamente afectada. Esta zona donde se plantea la represa está a unos 35 km de la ciudad de Casupá y unos 45 km de la ciudad de Minas. El lugar se encuentra dividido por el arroyo Casupá y donde se proyecta la represa es el límite entre el departamento de Lavalleja y el de Florida. Plantean hacer el muro de la represa cortando el curso del arroyo Casupá a unos 2 km aguas arriba del Paso de los Troncos, que es donde se ubica el puente de la carretera que va de Casupá a Minas. Aguas arriba, en el arroyo Casupá desembocan en seis arroyos. Son Milán, Cabrera y Chamame que vienen del lado de Florida y Alfileres, Chileno y Casupá Chico desde el lado de Lavalleja. Eso lleva a que la zona este es una especie de confluencia de cursos de agua, lo que genera una extensión del futuro lago muy importante. Van a quedar afectadas entre 3000 y 3600 hectáreas. El número está para determinar, porque todavía entre las cosas que estamos reclamando nosotros y que precisamos es que delimiten bien la cota a la cual va a llegar el agua.
¿Cuántas personas y familias serían los afectados por esta obra?
Tenemos un estimado, ya que no está definido el tamaño del lago. OSE asume 105 padrones afectados. Es una zona que tiene como característica principal la actividad ganadera de carne, si bien hay algo agrícola y de ganadería de leche. El lugar está integrado mayoritariamente por pequeños productores.
Existen algunos establecimientos de más porte, pero la gran mayoría son pequeños productores que han estado casi todos, desde larga data, en la zona y que completan sus ingresos con trabajo en los establecimientos linderos. Esa trama social permite que vivan de pequeñas áreas. Con base en esos datos consideramos que directamente van a ser afectadas entre 85 y 90 familias, entre a los que le van a inundar el campo y los que le van a afectar su fuente laboral.
¿Ya se han contactado con ustedes por el tema de las expropiaciones?
Sabemos que al vecino que tiene el predio donde se va a hacer el obrador y el muro le llegó una notificación en 2019, y todavía está en trámite porque lo que le ofrecieron, por lo que comentó, no le era conveniente.
Por lo que señala, entonces la idea ya estaba en 2019, o sea durante el anterior gobierno del Frente Amplio.
La idea de esta obra viene desde el siglo pasado. El primer proyecto concreto es del año 1970. Después ha tenido diferentes instancias en los sucesivos gobiernos y administraciones que ha habido. Inclusive en la época de la interrupción democrática, hubo varios intentos de hacerla. Pero el tema central es que cuando usted mira el lugar donde se va a hacer el muro de la represa, le parece una idea fantástica, pero cuando empieza a ver dónde estaría el lago, se da cuenta de que es imposible. Esto es debido a que ese lago no junta el agua que se dice y va a generar un problema ambiental y social muy importante.
¿Qué contactos han mantenido a nivel político y cómo observan que responde la política frente a sus reclamos de que la obra no se haga?
Toda nuestra vida los vecinos hemos convivido con este proyecto, pero nunca se llevaba a cabo. Ahora vimos que había quedado como un tema cuasi político, que era cambiar un proyecto (Neptuno) por otro (Casupá) y realizar este último. Fue cuando enviamos cartas con nuestra posición al presidente de Orsi, al ministro de Ambiente, Edgardo Ortuño, al de Ganadería, Alfredo Fratti, y también a la ministra de Transporte, Lucía Etcheverry. También a las comisiones de Ambiente de Diputados y Senadores. Ahí explicábamos nuestra discrepancia y salvedades históricas con referencia a este proyecto. No es que ahora surgimos. Ya en el último gobierno de Tabaré Vázquez planteábamos los problemas que generaría una represa en Casupá. Terminó ese período de gobierno y no se concretó la obra. Quizás como un indicador de lo que pasaba y dándonos la razón surgió la gran sequía de 2023, que afectó Paso Severino. Pero acá, en la cuenca de Casupá, se secó todo. Por lo tanto, si el proyecto se hubiera hecho, era un gran fracaso, ya que tampoco podría aportar agua la zona metropolitana. Y eso hoy por hoy nadie lo está ponderando, nadie habla de eso. Ahí quedó demostrado lo que decíamos los vecinos. Por generaciones sabemos lo que pasa acá en época de sequía y lo ocurrido en 2023 demostró que teníamos razón.
Entonces, estamos tratando de llegarle a las autoridades que están teniendo incidencia en la decisión, que observen ese hecho, que hagan mediciones de vuelta y tengan en cuenta lo que pasó en 2023. Pero parece que en realidad están tapando el sol con el dedo, o sea, no lo quieren ver porque sienten que reconocer es perder y, en realidad, perder es lo otro, crear esa represa que va a causar un daño irreversible, innecesario y una inversión descomunal, para tener un resultado negativo.
¿Cómo afectan los períodos de sequía esa zona?
Si se mira un informe de OSE, en los últimos 20 años, de los lugares que menos ha llovido es en el este y en especial Casupá. Cuando se miran los mapas difundidos por OSE sobre cantidad de precipitaciones, el color de la zona es amarillo-naranja. En las últimas dos décadas el lugar es deficitario en cuanto a la cantidad de lluvias. No hay una creciente importante en el arroyo Casupá desde 2015. Con esta obra no se va a lograr el cometido que es la solución de agua para la zona metropolitana, ya que es toda la misma cuenca. Usted tiene que poner los huevos en diferentes canastas. Y acá no se está poniendo en diferentes canastas, simplemente reparten los riesgos en la misma canasta.
Pero, además, estamos hablando de una cuenca en Casupá relativamente pequeña. La Cuenca del Santa Lucía son alrededor de 250 mil hectáreas. La Cuenca de Santa Lucía chico, donde está la represa de Paso Severino, son unas 127 mil hectáreas. La cuenca de la Arroyo Casupá son 62 mil hectáreas, pero el lago previsto es mucho más grande que el de Paso Severino. También van a existir áreas del lago con menos 40 cm o 50 cm de agua. Y eso no es un estanque, es un pantano, generando un cambio de la flora del lugar, y transformando una zona que es productiva con campos de muy buena calidad en las costas ribereñas, en un estero.
Sobre los productores que quedarían, ¿se señala que no podrán usar agua de la represa?
Ese es un punto importante, pero también hay otros hechos graves. La represa nos tapa los campos que tienen suelos 10,8, 10,3 y suelos tres que son de muy buena calidad, que son los suelos ribereños y después los 5,2B, que son aquellos que están cuando se retira un poco de la costa. Todos los establecimientos tienen la aguada en el arroyo Casupá y, por lo tanto, todos tienen ese pedazo de campo bueno con otro cuasi forestal.
Al taparnos el campo bueno, en la otra parte la actividad ganadera no es rentable. Por lo tanto, vamos a tener que vender. Somos productores ganaderos, no somos forestales. No estamos preparados en nuestra economía para cortar cada 10 años y hacernos de la plata, porque no podemos pagar las cuentas cada 10 años. Lo primero que va a ocurrir es que va a haber un cambio de actividad y por ende un cambio de población. La gente se va a tener que ir por una consecuencia, no por una causa.
Lo segundo, el arroyo Casupá es muy frondoso, pero tiene muy poco cauce. Es un arroyo que no divide, al revés, une. Está lleno de pasos por todos lados. El establecimiento familiar nuestro tiene campo de los dos lados. Entonces, ahora vamos a tener un lago de por medio, que va a tapar campos y los caminos que son paralelos al arroyo. Y esos caminos desaparecen como los puentes que tienen. Esto lo hemos hablado con los intendentes de Lavalleja y Florida, ya que esos caminos los tiene que mantener la intendencia, no el Ministerio de Ambiente. Y todo eso no está ponderado.
Después, la represa es para agua potable, por lo tanto, la van a alambrar. Si la alambran, nosotros vamos a quedar con los campos inundados, pero a su vez sin agua. No van a dejar que los animales abreven en esa zona. Y ahí se da una incongruencia o más bien una injusticia. El arroyo Casupá desemboca en el río Santa Lucía, cerca de Fray Marcos. La polémica estancia María Dolores se encuentra 10 km aguas abajo de Fray Marco. Por lo tanto, el agua que nosotros no podemos usar para nada, en esa estancia la van a usar para regar. Nos preguntamos por qué nosotros no podemos usar esa agua y por qué aguas abajo sí.
¿Pero la represa no disminuye el caudal aguas abajo de la represa?
En un principio se va a tener que hacer un corte muy importante al caudal, para poder recoger agua para la represa, lo cual va a generar inconvenientes. Pero también se debe tener en cuenta que hay una falla sísmica en la zona. Hace un tiempo hubo en Cerro Colorado un temblor y otro en Villa del Rosario. Si hicieran la represa, aguas abajo hay ciudades que van a quedar con un riesgo muy grande de inundación.
La compañía Typsa, que hizo el último estudio sobre la represa, indica que, en caso de haber una falla, y es poco improbable mas no imposible, pueblo Bolívar donde viven 300 personas, tendrían media hora para desalojar.
Fray Marcos, que ya es una ciudad bastante más importante, tendría 3 horas y en San Ramón que viven unos 10.000 habitantes, tendría entre 6 y 8 horas para desalojar. Si bien es improbable, estas cosas ocurren, como pasó en 2024 en San Pablo con la ruptura parcial de la represa 14 de Julio que mató a más de 30 personas. Hay que ponderar todos estos elementos para tomar decisiones y acá, el ministro Ortuño dice que la represa se va a hacer porque fue una promesa política de campaña electoral. Y después se harán los estudios ambientales y de impacto para un plan de mitigación. Pero no se va a resolver si se hace o no de acuerdo con el resultado de esos estudios, que son un saludo a la bandera, porque la decisión está tomada y no se va a dar marcha atrás.




















































