Cuando pensamos en videojuegos, pocas veces los asociamos con la historia nacional o regional. Sin embargo, para quienes exploran nuevas formas de enseñar y conectar con las generaciones más jóvenes, los videojuegos históricos se están convirtiendo en aliados poderosos: capaces de despertar curiosidad, generar empatía y transformar la manera en que entendemos nuestro pasado.
En un momento donde la educación busca ser más significativa, contextualizada y participativa, proyectos como Crónicas de los Libertadores en Argentina y Cisplatina 1825 en Uruguay demuestran que el juego puede ser una puerta de entrada a la memoria colectiva, la identidad y el pensamiento crítico.
Crónicas de los Libertadores: estrategia y narrativa al servicio de la historia
Desarrollado por el equipo argentino DigiLearnials, Crónicas de los Libertadores es un videojuego de estrategia por turnos que recrea las campañas independentistas sudamericanas del siglo XIX. Inspirado en títulos como Advance Wars y Valiant Hearts, el juego propone más de 30 niveles donde el jugador toma decisiones tácticas, revive momentos clave y conoce a los próceres desde una perspectiva cercana y humana.
El proyecto, incubado en Image Campus, combina rigor histórico con mecánicas lúdicas, y busca que el jugador no solo aprenda hechos, sino que experimente los dilemas, desafíos y valores de quienes lucharon por la independencia. Desde la defensa de Buenos Aires en 1807 hasta las campañas libertadoras, cada misión está diseñada para fomentar el análisis, la empatía y el aprendizaje activo.
Cisplatina 1825: una aventura uruguaya entre historia y realidad aumentada
En Uruguay, el estudio Totem Games está desarrollando Cisplatina 1825, una experiencia interactiva que recrea el proceso de independencia en el contexto de la ocupación brasileña. El juego, recientemente declarado de interés por la Junta Departamental de Montevideo, combina narrativa, exploración urbana y realidad aumentada para acercar la historia a públicos de todas las edades.
El jugador puede recorrer escenarios históricos, interactuar con personajes de la época y tomar decisiones que reflejan los dilemas del momento. El objetivo es difundir el conocimiento histórico de forma lúdica, promover el redescubrimiento de sitios patrimoniales y generar un vínculo emocional con los procesos fundacionales del país.
¿Qué aportan estos juegos al aula?
Ambos proyectos comparten una visión: que el aprendizaje de la historia no debe limitarse a fechas y nombres, sino que puede ser una experiencia inmersiva, reflexiva y transformadora. Al integrar mecánicas de juego con contenidos curriculares, permiten que los estudiantes se conviertan en protagonistas, exploren contextos complejos y desarrollen habilidades como la toma de decisiones, la empatía histórica y el pensamiento estratégico.
Además, estos juegos ofrecen oportunidades para docentes que buscan nuevas formas de enseñar, y para desarrolladores que desean crear contenido con impacto social. En Uruguay, donde el Plan Ceibal ha generado una base sólida de infraestructura tecnológica, iniciativas como Cisplatina 1825 podrían integrarse a programas escolares, visitas guiadas o actividades extracurriculares.
¿Qué oportunidades hay para Uruguay?
El país cuenta con talento en diseño de juegos, narrativa interactiva y pedagogía digital. Estudios como Totem Games han demostrado que es posible crear videojuegos con profundidad histórica y calidad técnica. Además, existe un ecosistema educativo abierto a la innovación, y una ciudadanía cada vez más interesada en experiencias culturales significativas.
Uruguay podría convertirse en un referente regional en el desarrollo de videojuegos históricos, combinando investigación, tecnología y creatividad. Para ello, es clave fomentar alianzas entre instituciones educativas, estudios de desarrollo y organismos culturales, así como generar políticas públicas que reconozcan el valor del juego como herramienta educativa.
¿Qué tanto conocen las familias y los docentes este potencial?
La pregunta sigue abierta. ¿Cuántos educadores saben que pueden enseñar historia a través de una misión táctica o una exploración urbana gamificada? ¿Cuántos padres conocen el impacto que puede tener un videojuego bien diseñado en la comprensión del pasado?
Es necesario un cambio en la percepción ciudadana. Los videojuegos históricos no son una trivialización del pasado, sino una forma poderosa de revivirlo, entenderlo y transmitirlo. Crónicas de los Libertadores y Cisplatina 1825 lo demuestran con cada partida, y Uruguay tiene todo para ser parte activa de esta revolución educativa.
*Gerson Da Silva es vicepresidente de la Cámara de Desarrolladores de Videojuegos (CAVI) y director de Diseño en Ironhide Game Studio, la empresa creadora de sagas como Kingdom Rush e Iron Marines. Cofundador de Totem Games, creó títulos con impacto social como la galardonada Water 2050. Es docente en la Universidad Católica y Bellas Artes y desde 2019 es mentor en el Google Indie Game Accelerator, apoyando estudios de más de 34 países.





















































