Montevideo, al igual que muchas ciudades del mundo con tradición cultural y población multifacética, ofrece varios museos tendientes a rescatar y resaltar la historia o la tradición, las ciencias o las artes. Por lo general son de carácter público y dependen del Ministerio de Educación y Cultura o del Departamento de Cultura de la Intendencia.
Pero además figuran otros museos de carácter privado y diferente tipo, muchas veces poco conocidos por el gran público. Porque se deben a la iniciativa de particulares que comenzaron como coleccionistas y terminaron por sentir la necesidad de mostrar el esfuerzo de tantos años de dedicación, búsqueda y adquisiciones, a veces a precio muy elevado. Poco tiempo atrás hemos escrito sobre el proyecto de una señora de abrir un museo con su colección de muñecas y compartir sus afanes y buena parte de su tiempo dedicado a conseguirlas, comprarlas o fabricarlas. Y ahora siente la necesidad de exhibirlas para que el público pueda retrotraerse a sus buenos tiempos de infancia y comparar tiempos pasados con los actuales tan cibernéticos.
Hoy nos vamos a referir a un tipo de museo muy particular, nada menos que dedicado a los juguetes, ubicado en la Ciudad Vieja sobre la calle 25 de Mayo número 230. Este se debe a la iniciativa generosa y bien dispuesta del señor Eduardo Balduccio y de su hija Estefanía, que lo secunda con esfuerzo y con entusiasmo.
Dentro de un amplio espacio y con sentido didáctico el Museo del Juguete conserva y muestra los distintos juguetes reunidos por un coleccionista a lo largo de más de 40 años.
El puntapié inicial lo fueron los autitos Matchbox (¿se acuerdan de ellos?) y de allí se fue ampliando el abanico en diferentes categorías de muñecas, máquinas de vapor, tipos de ómnibus, de máquinas de coser, de policías, de espaciales y así sucesivamente.
En 2022, lo que una vez fue un sueño, Balduccio pudo concretarlo al abrir las puertas en un edificio con más de 100 años, donde antiguamente funcionaba la firma Neff Hermanos, una fábrica de ropa que exhibía en sus vitrinas la que allí se confeccionaba. El local conserva su estructura original, que no fue modificada porque en sí misma conserva tanta historia y tantas historias como la de los juguetes que hoy conviven en sus estantes.
Más de 25.000 juguetes forman parte de la colección del museo y tan solo el 10% de los juguetes se encuentran exhibidos, por lo que las vitrinas se renuevan con frecuencia para compartir la riqueza de estos y despertar y mantener viva la curiosidad del público. Este es uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan.
El museo se sustenta con la venta de entradas, lo que les permite un dinamismo especial y mantenerlo en constante transformación.
Remontarnos al pasado a través de los juguetes es una historia de no acabar, una forma de despertar recuerdos y evocar emociones, de contemplar la historia, tocarla, reconstruirla y de transmitirla de generación en generación. Según Estefanía, a quien interrogamos, se trata de una forma de ver y comprender la niñez de nuestros padres y nuestros abuelos y de tomar consciencia del ayer y del hoy.
Dentro de los objetos hay una gran división entre los juguetes uruguayos y los internacionales. Porque uno de los motivos de la muestra es hacer referencia y poner en valor la importante industria de juguetes que hubo en el país, hechos con deferentes materiales y diversos mecanismos.
Una experiencia ineludible para los visitantes es realizar una visita guiada, que también se programa y realiza en forma especial para instituciones educativas con una propuesta específica que involucra el contacto directo con los juguetes. Y el escenario de las visitas particulares no resulta menos atractivo.
Prueba de la variedad de los objetos en exposición la dan ejemplares del diario La Mañana de más de 90 años atrás. Y por si fuera poco existen futbolitos, un flipper y un sector de juegos reciclados para descubrir.
Las donaciones son bienvenidas siempre y cuando haya una historia para contar, porque dejan planteada la pregunta: ¿acaso existen los juguetes sin historia?
Terminamos la visita con la sensación de que teníamos que compartir el interés en visitarlo. A través de la web encontrarán los datos y horarios y seguramente Estefanía los acompañará con su especial simpatía y dinamismo. Estamos seguros de que casi todos se reencontrarán con algún juguete que les despierte recuerdos y nostalgias y los lleve a pensar en la sociedad en que vivimos.
Abierto de martes a viernes de 10 a 17 y sábados de 10 a 16 horas.
Algunas reflexiones de Estefanía
Al principio mi padre coleccionaba lo que se conoce como juguetes de varón, por más que hoy en día ya todos son de todos. Y cuando nací empezó a incluir categorías como cocinitas, muñecas, máquinas de coser. Su idea, como la de todo coleccionista, siempre fue poder exhibir sus juguetes y su colección.
Hace 20 años que tuvo el sueño de armar un museo y lo pudo concretar en el 2022.
Los juguetes nos cuentan historias y también a través de ellos podemos viajar en el tiempo. La idea del museo es que las personas puedan reconocer algún juguete de su infancia. Hemos recibido muchos testimonios por el estilo repletos de emoción. Y también la idea es que los más chicos puedan ver los juguetes con los que jugaban sus padres y sus abuelos.
Nosotros hacemos visitas guiadas para escolares, liceales y para grupos de inicial. Y la idea es que ellos toquen juguetes con los que se jugaba antes para que vean los diferentes materiales y mecanismos que se usaban, para que vean cómo son los juguetes a cuerda, para que toquen un juguete de chapa, de madera, los soldaditos de plomo, los muñecos de celuloide, material que ya prácticamente no se usa.
Revivir recuerdos y mostrar cómo se jugaba antes es parte fundamental del museo. Antes no existía tener un montón de juguetes como suelen tener los niños hoy, un juguete se iba pasando de generación a generación. Se acostumbraba a dárselo un ratito al niño y después se jugaba afuera. Eso puede leerse a través del buen estado de conservación que tienen.





















































