El salvavidas financiero de 20.000 millones de dólares que Estados Unidos lanzó a Argentina en este octubre de 2025 es mucho más que una operación de emergencia: es el reflejo de una alianza política de alto riesgo, un experimento económico radical y un movimiento geopolítico con profundas implicaciones para la región.
El milagro económico en sombras
Los indicadores macroeconómicos de Argentina en 2025 pintan un cuadro de notable recuperación. Según el informe de BBVA Research de junio de 2025, se espera que el PIB argentino crezca un 5,5% este año, impulsado por el orden fiscal, una estrategia de remonetización y un nuevo régimen cambiario más flexible. El mismo informe proyecta una inflación anual del 30%, significativamente inferior al 211,4% que heredó el gobierno de Milei.
Detrás de estas cifras hay una transformación profunda. El Ministerio de Economía reportó un crecimiento interanual del 5,8% en el primer trimestre de 2025, acompañado de una expansión trimestral del 0,8%. Este desempeño es resultado de las drásticas medidas de ajuste implementadas por Milei: una reducción del 30% en el gasto público que generó el primer superávit fiscal real en la historia reciente de Argentina, sin recurrir al default.
La crisis de confianza que desató el pánico
A pesar de estos avances, la economía argentina seguía siendo vulnerable. La derrota electoral del partido de Milei, La Libertad Avanza, en setiembre de 2025 sacudió la confianza de los inversores en su capacidad para implementar reformas estructurales a largo plazo, generando temores de un colapso financiero inminente.
Fue en este contexto de incertidumbre que la administración Trump decidió intervenir con un rescate financiero sin precedentes. El 20 de octubre de 2025, Washington y Buenos Aires firmaron oficialmente un acuerdo que incluía dos componentes principales: una línea de swap de divisas por 20.000 millones de dólares y la compra directa por parte del Tesoro estadounidense de una cantidad no revelada de pesos argentinos.
Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, justificó la medida argumentando que “el país enfrenta un momento de aguda iliquidez” y que el Tesoro estaba preparado para “tomar las medidas excepcionales que sean necesarias para brindar estabilidad a los mercados”. Según el Banco Central de la República Argentina, el acuerdo permitiría “ampliar el conjunto de instrumentos de política monetaria y cambiaria disponible, incluyendo el fortalecimiento de la liquidez de sus reservas internacionales”.
Una alianza con claros intereses políticos
La operación de rescate, sin embargo, dista de ser una mera herramienta de estabilización financiera. Trump había condicionado explícitamente su ayuda a la victoria del partido de Milei en las elecciones legislativas del 26 de octubre, declarando la semana anterior: “Si Milei no gana, no seremos igual de generosos con Argentina”. Y en declaraciones a la prensa, el republicano ofreció una justificación casi existencial para su apoyo: “El país está luchando por su vida” y “nada está beneficiando a Argentina”.
Los críticos señalan que Trump está utilizando miles de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses para respaldar a un aliado político personal, en un momento particularmente incómodo: el gobierno federal de Estados Unidos lleva casi dos semanas cerrado, dejando a más de un millón de trabajadores federales sin salario.
Heidi Crebo-Rediker, ex economista jefe del Departamento de Estado, y Douglas Rediker, exrepresentante de EE. UU. en la junta ejecutiva del FMI, resumieron así la situación en una columna en el Financial Times: “La decisión del Tesoro de ofrecer un swap en Argentina es, en realidad, una señal de que Washington está dispuesto a usar sus herramientas financieras con fines políticos, rompiendo con las normas anteriores”.
La senadora demócrata Elizabeth Warren fue más lejos: “Es inexplicable que el presidente Trump esté apuntalando a un gobierno extranjero mientras cierra el nuestro”. Junto a otros siete demócratas, Warren presentó un proyecto de ley en el Congreso para impedir el rescate.
Beneficiarios y perjudicados
La polémica también se centra en quiénes se benefician directamente del rescate. Además del gobierno de Milei, los críticos señalan que los principales ganadores son los grandes fondos de inversión que poseen deuda y activos argentinos. En particular, se ha mencionado a Rob Citrone, un administrador de fondos de cobertura multimillonario con importantes inversiones en Argentina y cuya relación personal y profesional con Bessent se remonta a décadas.
En el lado estadounidense, los agricultores se encuentran entre los más perjudicados. Las políticas comerciales de Trump ya habían provocado que China, uno de los principales compradores de soja estadounidense, detuviera sus compras en mayo como represalia por la guerra comercial. Para empeorar las cosas, tras la eliminación temporal de impuestos a la exportación de granos en Argentina, China aprovechó y compró decenas de miles de toneladas de soja argentina.
El senador republicano por Iowa, Chuck Grassley, expresó la frustración del sector agrícola en redes sociales: “¿Por qué EE. UU. ayudaría a rescatar a Argentina mientras ellos se quedan con el mayor mercado de los productores de soja estadounidenses? ¡Deberíamos usar nuestra influencia en cada negociación para ayudar a la economía agrícola!”.
El contexto global y las vulnerabilidades persistentes
El rescate ocurre en un complejo escenario económico global. La OCDE proyecta en setiembre de 2025 que la economía mundial crecerá un 3,2% este año, por encima del 2,9% estimado en junio, pero advierte que “el efecto completo de las tarifas de importación de los Estados Unidos aún no se ha sentido”. Mientras tanto, Estados Unidos mismo muestra señales de desaceleración, con su PIB esperado de crecer solo 1,8% en 2025, comparado con el 2,8% de 2024.
Para Argentina, los desafíos estructurales persisten a pesar del rescate. BBVA Research señala en su informe de junio que “el escenario sigue condicionado por el calendario electoral y la necesidad de consolidar la estabilidad de medio plazo en un entorno global complejo”. El mercado laboral mostró señales de pausa en el primer trimestre de 2025, lo que exige un “monitoreo cercano”, según los analistas.
¿Estabilización o dependencia?
El rescate financiero de Estados Unidos a Argentina representa un punto de inflexión en la relación bilateral y en la política económica regional. Por un lado, proporciona el oxígeno necesario para que el gobierno de Milei continúe implementando sus reformas y evita un colapso financiero inmediato. Por otro, establece un peligroso precedente de condicionalidad política explícita en la ayuda financiera internacional y genera profundas tensiones domésticas en ambos países.
La pregunta que queda flotando en el aire es si este rescate marcará el comienzo de una verdadera estabilización económica para Argentina o simplemente reemplazará una forma de dependencia por otra. La respuesta probablemente comenzará a develarse después de las elecciones legislativas del 26 de octubre, cuando se defina el margen real de acción de Milei y la disposición de Trump para mantener su apoyo incondicional.
Mientras tanto, Argentina respira aliviada, pero sigue atada a los designios de su poderoso aliado del norte y a la volatilidad de una economía global, cada vez más fragmentada por guerras comerciales y alianzas políticas inestables.