Francisco Faig ha presentado su libro La Coalición Republicana como un esfuerzo intelectual y político por comprender –y promover– la unión de los partidos tradicionales en Uruguay ante al Frente Amplio. Su trabajo, prologado por figuras como Luis Alberto Lacalle Herrera y Julio María Sanguinetti, busca dar marco teórico y narrativo a una alianza que, según él, es necesaria para el futuro del país. Sin embargo, al leerlo, uno no puede evitar preguntarse: ¿dónde queda Cabildo Abierto?
Faig recorre con detalle la historia de blancos y colorados, sus convergencias y divergencias, e incluso se adentra en batallas culturales y hegemónicas. Pero minimiza hasta lo irreconocible el rol fundamental que Cabildo Abierto ha tenido en la conformación, triunfo y sostenimiento de lo que hoy se llama Coalición Republicana. Pues la forma en que lo hace merece una reflexión crítica, Faig incluye a Cabildo Abierto casi como una pieza adicional, un actor que “debería estar” en la coalición, pero cuyo lugar parece condicionado a que “blancos y colorados” le den un “paraguas coalicionista”.
No se trata de un detalle menor. Fue Cabildo Abierto, con su líder Guido Manini Ríos, quien aportó una base electoral decisiva en 2019, permitiendo el triunfo de Luis Lacalle Pou. Fue también su presencia en el gobierno la que aseguró gobernabilidad hasta 2025, con un apoyo parlamentario y social sin el cual la coalición difícilmente habría logrado estabilidad.
Faig parece escribir desde un relato que mira al pasado –el de Saravia, Batlle, el liberalismo republicano– pero que ignora el presente: una oposición o coalición que ya no es solo blanca y colorada, sino plural, con un partido Cabildo Abierto que representa a un sector de la sociedad uruguaya que no se siente representado por los partidos tradicionales, pero que tampoco es frenteamplista.
¿Por qué esta omisión? ¿Temor a reconocer que la Coalición Republicana podría más ancha y ajena de lo que algunos intelectuales orgánicos quisieran? ¿O es que aún se insiste en una visión de la política que mira más a las élites que a las bases?
Faig habla de “saltar el muro” cultural de la izquierda, pero no parece notar que ese muro también lo han construido –y lo mantienen– ciertos relatos que excluyen a actores centrales del escenario político real. Menciona a “los pequeños partidos” casi de paso, como si fueran anecdóticos, cuando en realidad son imprescindibles.
Si la Coalición Republicana quiere ser una alternativa sólida y duradera, no puede construirse sobre omisiones estratégicas. Debe reconocer a todos sus integrantes, entender sus lógicas y darles lugar en el relato. De lo contrario, corre el riesgo de convertirse en un ejercicio intelectual bienintencionado, pero desconectado de la realidad que dice interpretar.
Cabildo Abierto no fue un invitado incómodo. Fue un pilar de la coalición gobernante. Ignorarlo no es solo una falta de rigor, es una falta de honestidad política.