En una reciente visita a la ciudad de Santa Lucía en el departamento de Canelones, el productor y empresario Gustavo Ferrari, del departamento de Lavalleja, se encontró con que en la planta de Prolesa había una treintena de camiones de origen brasileño y se dijo a sí mismo: “Yo con esto no puedo competir”.
El creciente nivel de importaciones de granos desde Paraguay y Brasil despierta recelos y levanta críticas entre los productores uruguayos, limitados por los elevados costos de producción y las escasas respuestas desde el sistema político. Los industriales tampoco escapan a este escenario desalentador que no les permite desarrollarse adecuadamente. A modo de ejemplo, un flete sobre 1500 kilómetros en Brasil cuesta lo mismo que trasladar mercaderías por 300 kilómetros, puerto incluido, en Uruguay. “Esto nos deja en una competencia desleal”, sentenció el productor arrocero de la zona de José Pedro Varela en Lavalleja y propietario de la empresa Las Achiras, Gustavo Ferrari.
Con números en rojo y un panorama desalentador hacia adelante, una de las primeras reacciones de los agricultores está relacionada con buscar alternativas más favorables fuera del país. Paraguay se ha transformado en un buen destino para capitales uruguayos que encuentran en ese lugar mejores rentabilidades en sus esquemas de producción. Mientras en Uruguay el costo de una hectárea de arroz oscila entre US$ 2100 y US$ 2200, en Paraguay esa cifra cae a US$ 1500.
Esos costos altos están asociados a otras limitantes como el atraso cambiario y fletes más elevados que en otros países de la región. Si bien las grandes empresas pueden verse beneficiadas por los cada vez mayores flujos de productos importados, peligra la estabilidad de las industrias locales y los efectos que puedan trasladarse a las comunidades donde se encuentran, por ejemplo, mediante la caída de la mano de obra.
Además, la importación de granos afecta a las fábricas de raciones, que básicamente está trabajando con productores de mediano porte. Las más grandes, que hasta hace poco tiempo también eran sus clientes, ahora importan los granos por cuestiones económicas o los producen en sus propios predios, donde logran mayor rentabilidad.
Paraguay es una buena opción para el arroz
La producción de arroz cobra cada vez mayor importancia en el país guaraní. En los últimos ocho años este sector en particular pasó de tener 80 mil hectáreas producidas a 240 mil, de acuerdo con los últimos registros. Algunos problemas de calidad productos de las altas temperaturas lo coloca un escalón por debajo del arroz uruguayo, pero estar a 700 kilómetros de San Paulo en Brasil con 50 millones de habitantes deja a ese sector en inmejorables condiciones de comercialización. Todos estos elementos fueron relevantes para que una de las mayores empresas arroceras uruguayas pusiera sus ojos en Paraguay, adquiriendo un molino y planta de secado para el procesamiento del arroz.
En la misma sintonía, Ferrari señaló que Paraguay está incorporando a razón de entre 15 y 20 mil hectáreas de arroz cada año, logrando niveles antes impensados. En Brasil se están alcanzando 180 millones de toneladas de soja y 130 millones de toneladas de maíz. Con respecto a este último en 2024 por primera vez en la historia de país ingresó maíz brasileño. Sin desconocer la importancia del Mercosur ni renegar de su funcionamiento porque “no hay nada ilegal”, este tipo de situaciones dejan a los productores locales con muchas dificultades. Aunque reconoció que en algún momento de su actividad importó granos desde los países de la región, también coincidió en la paradoja de que esto se produce en Uruguay, un país productor de arroz, sorgo, maíz y soja y donde alguien desde un escritorio “trae dos mil toneladas de sorgo o dos mil toneladas de maíz” y deja en evidencia a la producción local.
Motivados por mejores condiciones y costos de producción más baratos, un buen número de productores arroceros están tomando la iniciativa de invertir en Paraguay. Con diez horas de diferencia en auto, Ferrari sostuvo que muchos de los 400 productores de arroz del país están “aumentando la producción en Paraguay” porque la energía y los fletes son más baratos y hasta pueden comprar camiones usados provenientes de Europa o Estados Unidos, algo que en Uruguay no se puede hacer.
Para el empresario, la peor de las situaciones está relacionada con la pérdida de conocimiento y experiencia que registra el país, porque todo ese estudio acumulado a través de las investigaciones de INIA está yendo a parar a Paraguay. Se trata de la trayectoria de los propios productores, de tecnologías relacionadas con el riego y de años de hacer bien los deberes. En un negocio donde mandan los números, la incapacidad del país de viabilizar este tipo de producciones termina provocando migraciones no solo de capitales sino también de mucho conocimiento.
Los efectos sobre las industrias
Si bien para el funcionamiento del riego de los predios los productores lograron la llamada “energía plana”, o sea que entre las 18 horas y las 24 horas no existan sobre costos, las industrias no cuentan con este beneficio, provocando un incremento de costos desmedidos que las deja en una situación compleja. Esto no solo sucede durante los cuatro o cinco meses que duran las zafras anuales, sino que además en los momentos en que no están funcionando deben pagar igualmente un canon por alta potencia contratada que “también encarece la producción”. Ferrari se lamentó de esta situación y criticó duramente al sector político donde ya “han pasado varios gobiernos y esto no ha cambiado”.
Desde la localidad de José Pedro Varela en el departamento de Lavalleja hasta la ciudad de Río Branco en Cerro Largo, todos los molinos arroceros tienen sus instalaciones sobre las vías del tren. A pesar de los esfuerzos que se han intentado, la reactivación de este medio de transporte que abarataría considerablemente los fletes, hacia Montevideo con productos y desde la capital con combustibles, no ha llegado. Se estima que recuperar ese ramal costaría en el entorno de los US$ 80 millones y US$ 90 millones. A pesar de la falta de respuestas, desde el sector se sigue insistiendo en rondas de contacto con las autoridades nacionales, departamentales y del Poder Legislativo.
A pesar de la calidad del arroz uruguayo y de la acumulación científica de muchos años por parte de INIA Treinta y Tres, en la actualidad el 30% del total de la producción sale del país con cáscara. Para Ferrari no solo se pierde la identidad de la producción de nuestro país, sino que bajo esta modalidad cualquier molino de Centroamérica lo puede vender con su propia marca. Se trata de otra de la consecuencia que un país caro como Uruguay vuelca sobre sus producciones. El arrocero se lamentó de que los productores decidan exportar el grano sin pasar por procesos industriales, aunque coincide en que es una manera de viabilizar as cuentas de los establecimientos.
Pero no solo los bolsillos de los productores se ven afectados, también las cajas de las industrias y hasta las posibles consecuencias sobre las comunidades donde se encuentran ubicadas. El entrevistado puso como ejemplo la planta de Saman en José Pedro Varela, una ciudad con 5000 habitantes y donde esa industria da trabajo a 400 operarios. O Casarone, donde emplean a 200 personas. Sostuvo que de continuarse este proceso de incremento de exportación de arroz cáscara, no solo en esas industrias, sino que también en esas comunidades “la mano de obra se complica”.