El mes próximo se conmemore el Día Mundial del Donante de Sangre, y Héctor Allende, uruguayo y donante vitalicio, trae un mensaje para toda la población: no es necesario tener bienes materiales y dinero para ser solidario, no es necesario ser médico para salvar una vida, “si se goza de una buena salud ya es suficiente para ser parte de un acto solidario”.
El Día del Donante de Sangre Voluntario se celebra todos los 14 de junio en Uruguay. Ese día, los centros médicos del país suelen realizar jornadas especiales de recolección de sangre y, en ese mismo marco, concientizar acerca de la importancia de esta acción. Según cifras del Servicio Nacional del Sangre, en nuestro país se necesitan entre 300 a 350 bolsas de sangre diarias para cubrir la demanda.
La primera vez que Héctor Allende donó sangre fue a sus 27 años, debido a que su tía se encontraba internada. Recuerda que, si bien esa instancia no fue del todo voluntaria sino más bien una emergencia, descubrió la importancia de un banco de sangre siempre repleto para poder salvar vidas diariamente. A partir de allí, en 1969, se encaminó como donante vitalicio hasta los 60 años, cuando la hipertensión lo frenó y no pudo continuar.
Actualmente tiene 82 años y, si bien hace veintidós que no puede donar, no detuvo su mensaje: la donación de sangre salva vidas y es necesario inculcar el acto en todo el pueblo uruguayo. Allende entiende que si las personas tienen las condiciones de salud necesarias con un simple acto pueden formar parte de una cadena que le devuelve la esperanza de vivir a un humano más, sin importar quién sea.
En entrevista con La Mañana, recordó la primera vez que donó y que los médicos le indicaron que era una persona saludable como para poder hacerlo muchas veces más. Allende siempre tuvo una vida ordenada y decidió cumplir su llamado a ser donante de sangre hasta que la vida se lo permitiera: 33 años y más de 20 litros de sangre donada en ese tiempo hicieron que cuente con el carnet de donante vitalicio, algo que le genera un gran orgullo.
Luego de 30 donaciones, le dieron un carnet de vitalicio. Indicó que donó en numerosos lugares, uno de los principales fue el Pereira Rosell, donde asistió durante una década y se hizo conocido. Relató que cuando tenía treinta y pocos años, hubo una campaña del Servicio Nacional de Sangre (SNS) que impulsaba realizar 30 donaciones, una por año, y la persona pasaba a ser donante vitalicio, él llegó a las 31 donaciones.
“En total, superé las 50 donaciones en mi vida, porque 31 fueron solo en el SNS, 10 en el Pereira Rosell, y el resto en otros hospitales de Montevideo, Florida, San José, Canelones”, dijo.
Actualmente Allende vive en Sarandí Grande, Florida, lugar en el que nació. Fue educado en Montevideo en un colegio religioso que se ubicaba donde hoy se encuentra el Elbio Fernández. De adolescente fue a los talleres Don Bosco, donde aprendió oficios para desenvolverse laboralmente, ya que sus padres no tenían muchas posibilidades económicas para ofrecerle. En 1972 se fue al campo donde su padre tenía unas pequeñas tierras y empezó a trabajar allí hasta que se jubiló de la caja rural.
La importancia de informar
El entrevistado resaltó que “la sangre no tiene sustituto, no existe la sangre artificial, necesitamos de otros seres humanos”, pero lamentó que, a su entender, en nuestro país es un tema al que las personas no le dan la suficiente relevancia. “El 12 de noviembre es el Día del Donante de Sangre en Uruguay y muy pocos lo recuerdan, pero cuando pasa algo las personas terminan desesperadas buscando donaciones”, opinó.
Allende considera que se realizan pocas campañas de donación de sangre, y eso es un tema que complica el conocimiento de su importancia. “Si las personas estuvieran mejor informadas, seguro que donarían más. Es un tema que no se nos puede escapar, hay quienes necesitan transfusiones inmediatamente después de un accidente, por ejemplo, no todos tienen la posibilidad de esperar a que sus amigos o familiares donen”, analizó.
Indicó que si las personas jóvenes empiezan a donar entre los 20-25 años, pueden hacerlo durante 30 años más sin problema en caso de mantenerse sanos. “¿Sabés la cantidad de gente que pueden ayudar así? Es invaluable”, sostuvo.
En estos años sin ser donante, Allende se ha dedicado a llevar este mensaje, tratando de impulsar la donación a través de su historia y experiencia. Hasta hoy se encarga de escribir a los medios de prensa y radio con la esperanza de que se concientice al respecto. Por otra parte, en el año 2004 tuvo la oportunidad de dar una charla como invitado en la Universidad Católica del Uruguay, y también lo ha hecho en Sarandí Grande.
Misión de vida
Hoy Allende ya no es donante, su misión como tal finalizó hace más de 20 años, pero se transformó en mensajero, y busca llegar a toda la ciudadanía con su historia, que no espera que la repitan, pero sí que tomen conciencia de que no es necesario ser una persona adinerada para ayudar al otro, “con cumplir algunas condiciones físicas y biológicas ya es suficiente. Si se goza de una buena salud se puede ser parte de un acto solidario”, agregó.
“Donar sangre es un acto de ayuda y, por mi formación religiosa, por amor al evangelio elegí brindarme a los demás. Yo pasé muy bien porque la vida de Dios me dio mucha alegría, es bueno que cada uno tenga la posibilidad de elegir cómo quiere vivir, sin juzgar al otro”, reflexionó Allende.